Por un solanar calcinado que lleva al profundo meridional.
Un descabalgado "quijote", sentado en el tranco o umbral de la puerta, contempla el paisaje pensando en los gigantes, entre molinos  de Consuegra, la Consaburum romana (Toledo). Allí, donde la Estoria de España de Alfonso X consigna que fue muerto Diego Ruiz en una batalla contra los almorávides: (... "En aquella batalla murió Diag Royz fijo de Roy Diaz mio Cid").
"Y tú, la cerca y lejos, por el inmenso llano eterna compañera y estrella de Quijano, lozana labradora fincada en tus terrones -oh madre de manchegas y numen de visiones-, viviste, buena Aldonza, tu vida verdadera cuando la amante erguida su lanza justiciera, y en tu casona blanca ahechando el rubio trigo. Aquel amor de fuego era por ti y contigo"
(Antonio Machado)
Queridos amigos:
Empiezo esta carta con una cita de María Zambrano que resuena en mí como un susurro certero: "La vida no tiene partes, sino lugares y rostros." Es precisamente de algunos de esos lugares y rostros que os quiero hablar.
He tenido la fortuna de reencontrarme con ellos en un rincón de La Mancha, en Almagro (Ciudad Real), una preciosa ciudad declarada Conjunto Histórico-Artístico, donde pasamos unas cortas vacaciones que han dejado huella. 
Allí, en el sosiego del Parador, entre muros que conservan el aliento del tiempo, se me han hilado pensamientos que ahora intento atrapar con palabras nacidas al calor de esa experiencia veraniega.
Contemplar el paisaje manchego ha sido para mí una revelación. Basta con alzar la mirada para que los páramos de pinares de Castilla, salpicados de encinares, desplieguen su sobria y majestuosa belleza. 
Pero comprender el alma de esta tierra -la idiosincrasia de su gente- exige algo más que una mirada atenta: requiere sumergirse en su ritmo pausado, en sus silencios densos, en la memoria que late en cada rincón. Sólo así uno comienza a intuir lo que realmente significa visitar La Mancha. 
Miguel Delibes decía que: El cielo de Castilla es tan alto porque lo elevan los labradores de tanto como lo miran.
"¡Ah! La tierra manchega tan sufrida y compañera"
(Expresión popular)
Este año hemos elegido Almagro en el corazón de La Mancha, una tierra de profunda herencia cultural, como destino para salir de nuestro entorno habitual y enriquecernos con lo visto y oído. Buscamos, con esta experiencia, adquirir una fuerza nueva: la de vivir con mayor intensidad, derribar prejuicios y aprender a mirar más allá del ombligo. Todo ello, por el simple placer de haber salido, y dejarnos tocar por lo genuino y dispar.
Porque viajar, amigos, no es solo una cuestión de destino sino de compañía y propósito. Viajar es avanzar y romper -aunque sea unos días- con la rutina que nos envuelve; es abrir una puerta a lo desconocido y permitirnos ser otro cuando empiezas a entender lo visto y oído. 
Por mucho que un lugar nos ofrezca conocimientos su verdadero valor no está solo en lo que vemos sino en cómo lo vemos, porque el lugar siempre asombra en algo.  
Decía Anaïs Nin que "las cosas no son como son sino cómo las percibimos".
No se trata solo de lo que el lugar tiene que enseñarnos sino de qué estamos dispuestos a descubrir recorriéndolo. 
Al final, no es tanto el destino el que nos transforma sino que somos nosotros quienes transformamos nuestra forma de estar y de enfrentarnos al mismo.
Renunciar a salir por miedo a cambiar de opinión es, en el fondo, una forma de ignorancia pues a veces somos tan instintivos, tan animales que llegamos a pensar que nuestra ciudad es un privilegio único... hasta que, al abrir los ojos más allá, descubrimos que hay otras igual de hermosas o incluso más. Entonces comprendemos que el mundo no empieza ni termina en nuestra barrio. 
Viajar desmantela certezas y ensancha horizontes; nos empuja a mirar el otro lado -y a nosotros mismos- con ojos nuevos, más abiertos, más atentos.
Porque los viajes, queridos amigos, no sólo alimentan el ego o el intelecto; también interiorizan lo vivido hasta poder decir como Sócrates: "¡De cuántas cosas no tengo necesidad!" o como digo yo "¡Cuántas más me harían falta!". 
Viajar, al fin y al cabo, sirve como un  espejo que refleja nuestras carencias o excesos y nos descubre nuevas vías. En definitiva, viajar es siempre descubrir..., si me permitís la analogía hiperbólica, una pequeña odisea. Pues al emprender el camino, nunca sabes con certeza que vas a ver, oir o encontrar. Y precisamente ahí reside la magia: en lo inesperado, en lo que nos transforma y sorprende sin avisar.
"Los hombres viajan para admirar la altura de los montes, las grandes olas del mar, las anchurosas corrientes de los ríos, la latitud inmensa del océano, el curso de los astros, y se olvidan de lo mucho de admirable que hay en sí mismos". 
(Petrarca)
***
El sol se había ocultado, y las luces furtivas de los astros iniciaban su ronda crepuscular cuando comenzaron a surgir las primeras casas de Almagro; perla barroca de La Mancha.
Ciudad de nobles casonas que aún resplandecen al sol como piedras preciosas, y de conventos envejecidos que, con su melancólica quietud, invitan a la meditación y al misterio insondable de nuestro propio ser.
[Por cierto, Almagre viene del topónimo Almagro (óxido rojo de hierroالمغر, al-magra=la arcilla de color rojo del árabe hispano) con la que, antiguamente, se pintaban los rótulos de cátedras en la pared de la Facultad o en un Colegio el nombre del ganador de una oposición a un doctorado. De ahí deriva también el topónimo Almagro (Ciudad  Real)]
Un lugar "donde el horizonte se funde con el cielo", así describió don Miguel de Unamuno a La Mancha. Tierra de infinitud y silencio, donde la mirada se pierde y el alma, ebria de aire, se ensancha. Un lugar que invita a desprenderse de la superficialidad terrenal para adentrarse en otra esfera, tal  vez celeste, o quizá en una dimensión más honda de ese espíritu que no nace ni muere, que no sale de nada ni va a ninguna parte; es inmutable, imperecedero y cuando muere el cuerpo: sobrevive.
Es bien sabido que el verdadero emblema de Almagro, su santo y seña indiscutible, sigue siendo el Corral de Comedias tal y como fue en los días de su construcción; un tesoro vivo y el teatro más antiguo de la nación española aún en funcionamiento, donde estrenaron obras autores como Lope de Vega o Tirso de Molina. 
Una obra singular, mandada construir en 1628 por un mecenas visionario, el licenciado Leonardo de Oviedo, en el patio del antiguo Mesón del Toro, como fue denominado al principio y más tarde de la Fruta. Desempeñaba una doble función; de mesón y corral de comedias, como ya se hacía en Madrid. 
Hoy, este histórico escenario es la sede principal del prestigioso Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.
El Corral, ha conservado milagrosamente su estructura original protegido durante siglos al quedar discretamente oculto entre otros edificios. Ubicado en la plaza Mayor, en pleno corazón de la ciudad, fue rescatado del olvido y restaurado en el siglo XX rescatando su antiguo esplendor.
Amigos, desde aquí os invito a vivir, alguna vez, la experiencia del Festival Internacional de Teatro Clásico que se celebra cada julio en la ciudad. Una cita con la belleza del verso, la hondura del drama para adentrarse en una irrepetible época y en un escenario vivo del Siglo de Oro español y redescubrir sus obras en ese marco incomparable de su Corral de Comedias ¿Os animáis?
Plaza Mayor de Almagro (Ciudad Real)
“Si el espectador quiere ver solo las cosas que puede entender, no tendría que ir al teatro: tendría que ir al baño” 
                                                (Bertolt Brecht)
Aunque las calles, desprovistas de arboleda, la altura de dos plantas y el blanco eterno de sus fachadas contribuyen a crear una atmósfera de serenidad y reposo que envuelve al caminar.
Cuando traspasas la puerta de alguna de esas casas, tras el quejido del cerrojo en la regia madera, cruzas un umbral tallado con escudos nobiliarios y figuras humanas que descansan sobre robustas jambas de piedra. Entonces accedes al zaguán, antesala de la vivienda y de otras estancias como la entrañable cocina campera -nombre genuino y evocador- donde pasan el tiempo sus habitantes entre aromas y conversaciones familiares y vecinal.
Y es que la casa, como una máquina donde anidar, cobra vida según la intensidad de los moradores; siendo un reflejo de sus rutinas, sus silencios o de sus sueños.
"Yo no sé lo que tienen éstas de Almagro, que hasta el agua bendita toman con garbo, y las del Morral por la boca y los ojos derrama sal"        
(Camilo José Cela)
Con frecuencia, paseamos por el entramado tentacular de algunas de sus vías que, sinuosas, serpentean bajo adoquines suavizados por el paso de los años. Si dichas piedras tuvieran memoria y voz, relatarían historias y leyendas de los personajes que las desgastaron y pulieron. 
Los palacios y conventos, aún mantienen firme la gallarda y engalanada arquitectura del dieciocho, como un desafío de libre interpretación.
                                   Plaza de AlmagroAmigos, ¿qué os parece si lo planteamos de otro modo? Imaginad por un momento poder elegir la época en la que nacer, y despertar en el Almagro del 1600. Contemplar su plaza Mayor convertida en un hervidero de vida: tenderetes repletos de mercancía, vendedores ambulantes que vocean el género entre bullicio de tahúres y rufianes, el trote de caballos o el estrépito de carruajes, además de una muchedumbre variopinta que se abre paso entre la compraventa de gorrinos, gallinas y ganado. Un auténtico cuadro, palpitante y desbordante de humanidad.
***
Almagro, la de doradas vestiduras, donde el viento solano sopla con brío sobre tapiales de argamasa, trenzados con la paciencia y maestría ancestral de aparejo toledano. Almagro, forja de verdugadas y ladrillos de barro, de vanos ornados que murmuran memorias antiguas y despiertan voces dormidas y dejan un eco vibrante por los aires del llano, donde antaño caminaron segadores, arrieros y gañanes castellanos.
Salir del Parador, donde nos hospedamos y recorrer, bajo la canícula del verano, sus calles vacías envueltas en un aura de soledad es como sucumbir al perfume sutil de un tiempo remoto que se respira por doquier.
Uno intenta buscar algún acontecimiento, aunque nada o casi nada ocurre salvo el pausado huuu huuu huuu de las tórtolas y el insistente zureo de un palomo cortejando a una indolente paloma . 
Caminamos bajo el gorjeo entrelazado de mil pájaros que se alzan en el aire abrasado por el resol y el calor estival que golpea sin clemencia las fachadas encaladas de un blanco cegador que, de escudo protector, alumbra la ciudad. 
Solanera castellana,
brasero del mediodía,
en La Mancha nace brava
con aliento de Andalucía.
brasero del mediodía,
en La Mancha nace brava
con aliento de Andalucía.
Amigos, veréis lo que nos ocurrió cierto día. De pronto, un griterío callejero rompió la quietud y nos condujo, casi sin quererlo, a un acontecimiento singular que tiene lugar en una fecha señalada: el desfile de jinetes y calesas rebosantes de gentes engalanadas para la ocasión. Avanzaban dialogando por la calle mientras repicaban los cascos de las cabalgaduras sobre los adoquines, al compás festivo de carruajes que despiertan la modorra espesa de una tarde bochornosa.
Entonces acude a mi memoria el aura mítica de aquel hidalgo caballero, empeñado en no desvanecerse, como la fiel cigüeña que, año tras año, regresa al campanario e inmutable vigila la noble campiña manchega cuya obstinada presencia nos recuerda que hay ideales negados a desaparecer.
Calle Ancha de Almagro
si fueses mía
de alfileres de ochavo
te empedraría,
cabezas para abajo,
punta arriba,
¡que alguna malalengua
se pincharía...!
si fueses mía
de alfileres de ochavo
te empedraría,
cabezas para abajo,
punta arriba,
¡que alguna malalengua
se pincharía...!
(Rima popular en La Tierra Hidalga el 22-XII-1928)
Permitidme amigos que siga contando pequeños retazos de su historia: Cualquier ciudad o pueblo (y Almagro no es excepción) tiene geografía y mitos, sin embargo, en Castilla/La Mancha perdura uno universal nacido de la mano "derecha" de don Miguel de Cervantes desde 1605: El Ingeniosos Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de quien afirma Julián Marías: “Don Quijote es el ejemplo de la condición del hombre español, que lleva dentro de sí un problema que le conduce al heroísmo o a la tragedia, y todas sus actividades no son sino funciones de ese problema”.
No sé vosotros pero yo desconocía que en España hubiese existido tantas órdenes militares, todas de rancia y raigambre patriota. Fundadas en distintos lugares y épocas tenían como objetivo común: combatir al infiel y defender la fe. 
Entre ellas destacaron la Orden de Santiago, la de Alcántara, la de Montesa, la de Malta (de carácter internacional), la del Temple -suprimida en el siglo XIV-, la de San Juan -también conocidos como los Hospitalarios- y por supuesto la Orden de Calatrava. Aquí aprendí cuál era el papel de sus Maestres y la enorme influencia que ejercieron sobre la historia penínsular.
***
La Orden de Calatrava nació en Calatrava la Vieja, una plaza estratégica situada cerca de Almagro, donde también estableció una residencia estable. Fundada en 1164 por el abad de Fitero, Raimundo de Fitero, y el monje Diego Velázquez, con el respaldo del papa Alejandro III, su misión principal era militar: proteger y consolidar los territorios cristianos frente al avance musulmán durante la Reconquista.
Integrada por monjes guerreros influenciados por el espíritu del Císter, la Orden desempeñó un papel clave en la defensa y organización del territorio reconquistado. 
En este contexto, la ciudad, adquirió un papel destacado. En 1213, el maestre y comendador mayor don Gonzalo Yáñez, caballero de la Orden, otorgó fuero a la villa, reforzando su estatus jurídico y administrativo. Poco después en 1217, se convirtió en la sede residencial y administrativa de la Orden de Calatrava. Su relevancia política quedó patente cuando en 1273, el rey Alfonso X el Sabio, convocó en Almagro las Cortes del reino en un periodo en el que la capital era itinerante, lo que evidencia la influencia creciente de Almagro en el panorama político y militar de Castilla.
Además, entre 1750-1761, fue capital de España gracias a los buenos oficios del Conde de Valdeparaíso, otro nativo que entonces era ministro de Hacienda de Fernando VI.
Aunque distante del epicentro, Almagro sintió en parte los efectos del terremoto de Lisboa de 1755. 
Más de un siglo después, en 1858, llegó el telégrafo, marcando el inicio de su conexión moderna con el exterior, en 1860 consolidó ese avance, y en 1897 se introdujo la electricidad, transformando por completo la vida urbana. Entre tanto, en 1886, fueron derribadas las antiguas murallas medievales, símbolo de una ciudad que avanzaba hacia el progreso como en Almería o Barcelona.
***
Amigos, permitidme que os cuente algo sobre los Paradores de España. Como bien sabéis, somos amigos de estos lugares únicos, cargados de historia y encanto.
El primero de todos abrió sus puertas en 1928, en plena Sierra de Gredos, fue concebido como un pabellón de caza. Aquel sería el inicio de una red que hoy acoge a viajeros de todo el mundo en antiguos castillos, monasterios, palacios y enclaves naturales inolvidables, para preservar los edificios y como hospederías de los escasos pasajeros que, por entonces, circulaban por las carreteras del territorio. 
La gestión y el mantenimiento siguen siendo a cargo del Estado español, que vela por conservar su valor económico, histórico, cultural y turístico.
Elegir Paradores es -cómo decirlo- una forma de hacer un guiño a una de las grandes industrias de nuestro país: siendo el turismo, uno de los motores más vigorosos y constantes de su economía, ¿por qué no aportar un granito de arena? 
La estancia y el precio en un Parador se ve recompensada por su noble arquitectura; por una gastronomía de raíces tradicionales, sabiamente renovada y, sobre todo, por la calidez y profesionalidad del personal cuya atención convierte cada visita en una experiencia distinta y acogedora.
Hemos descubierto que uno de los platos más sabrosos y emblemáticos de Almagro son los célebres "duelos y quebrantos" *. Su origen se remonta a la cocina humilde y contundente de pastores, arrieros, venteros y freires, pilares de una suculenta tradición agrícola y ganadera. Junto a ellos, brillan también las inconfundibles berenjenas de Almagro, un auténtico placer de su gastronomía cargada de sabor.
(*) Los duelos y quebrantos era un plato que no rompía la abstinencia de carnes selectas que en el reino de Castilla, durante el s. XVI, se observaba los sábados; podría tratarse de "huevos con tocino".
Ya don Miguel de Cervantes, al inicio de su obra maestra, perfila la figura del hidalgo don Quijote a través de su dieta cotidiana, un recurso sutil pero elocuente para definir su condición social. Así, en el primer capítulo del Quijote, leemos: “Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados…” (Quijote, I, 1).
El Parador de Almagro, se alza sobre los cimientos del antiguo convento franciscano de Santa Catalina del siglo XVII, cuidadosamente rehabilitado para conservar su esencia arquitectónica conventual renacentista de la Escuela de Toledo cuyas características vigas azules y azulejos decorados dan fe. La inauguración oficial tuvo lugar el 26 de septiembre de 1979, en un acto presidido por Su Majestad la Reina Doña Sofía, quien con su presencia subrayó la importancia cultural y patrimonial del lugar.
El Parador conserva un pequeño claustro y un espléndido patio, parcialmente cubierto de lonas que protegen del intenso calor del verano... ¡Como en los antiguos circos romanos! 
Os envío esta imagen del único fresco original del s. XVIII, conservado in situ a pesar de las dos ampliaciones sufridas en los siglos XVIII y XIX.
A nuestro regreso a Barcelona, compartiré con vosotros el número exacto de Paradores que hemos visitado. También os llevaremos un regalo típico de la tierra... Sí, lo habéis adivinado: el inconfundible queso manchego de oveja con denominación de origen.
“El patriotismo es el amor a lo propio, el nacionalismo es el odio a los otros”
(Jacques Chirac)
Una tarde fuimos a cenar al que fuera el segundo Parador inaugurado en España y primer motel de carretera, construido en 1931 en Manzanares, muy cerca de Almagro. 
El invento del motel fue en EE.UU. en 1925, debido al arquitecto Arthur Heineman que lo diseñó, cuyo nombre deriva de la combinación de dos palabras "motor" y "hotel" con el propósito de servir a los cocheros.
Seis años después, los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez, llevaron la idea a España y así nació el primer alberge de carretera que respondía al espíritu viajero de la época pues ofrecía alojamiento y descanso a los primeros automovilistas que atravesaban la meseta castellana. 
El motel de Manzanares, (Ciudad Real) recién inaugurado en 1931.
El Antes y el después.
En la actualidad es el Parador de Manzanares que ha sido completamente renovado, adaptado a los estándares de calidad que los caracteriza. Tras permanecer cerrado durante catorce meses en los años 80 para una profunda reforma, se integró plenamente en la Red de Paradores Nacionales, que por entonces incorporó los antiguos albergues de carretera; dignificándolos como parte del patrimonio hotelero de la patria. El Parador conserva aún algunos elementos originales con gran encanto, como una barra de bar y una chimenea de leña en ladrillo de cara vista, ambos datados a principios de los años 30. Fue una pena no haber podido acceder a las estancias originales, silenciosos testigo de una época, pues permanecen selladas aunque en su interior, según nos contaron, conservan vestigios originales de los años 20. Me llamó la atención unos lienzos de Gloria Merino, pintora que hemos descubierto gracias a que tiene parte de su obra expuesta en el bar/cafetería del parador... un museo con obras "de barra libre".
Ulrich Fugger, "el Viejo"         Jakob Függer, "el Rico".  
 Hans Burgkmair (1500-1510).  Alberto Durero. Óleo c. 1518.                      
Los Függer y los Welser, originarios de Augsburgo y Herstemburg, fueron familias de banqueros y comerciantes con raíces flamencas. En el siglo XVII, pertenecer a los Fugger era sinónimo de una riqueza descomunal; ser un "Fucar" equivalía, en términos actuales, a ser multimillonario. 
Estos influyentes financieros llegaron a la ciudad de Almagro, como prestamistas del emperador Carlos I y, posteriormente, del rey Felipe II. 
Como compensación por los cuantiosos préstamos que otorgaron a la Corona, el emperador les concedió el derecho de explotación y control de las minas de azogue en Almadén, una de las más importantes fuentes de mercurio del mundo y pieza clave de la economía minera del Imperio español.
Se rumorea, que junto a los Fugger y los Welser pudieron llegar artesanos procedentes de Flandes, Lieja o Brujas. 
Tal vez fueron ellos quienes transmitieron a las mujeres almagreñas el arte de elaborar el delicado encaje de bolillos y la exquisita blonda, una tradición que ha perdurado a lo largo de los siglos y hoy se puede visitar en el Museo del Encaje.
***
El Palacio del Viso del Marqués, originalmente conocido como el Convento de la Asunción de Calatrava, fue fundado en 1524. Durante casi tres siglos, hasta 1815, estuvo habitado por monjas de la orden de Calatrava. Este conjunto monástico alberga un precioso y poco conocido claustro de doble galería, sostenido por sesenta columnas de mármol blanco de Macael (Almería), que lo convierten en una joya arquitectónica.
Tampoco podíamos dejar de visitar el Museo Nacional del Teatro, ¿Dónde mejor enclave para albergarlo que en la ciudad de Almagro?
Ricardo Fernández del Moral Pozuelo (Ciudad Real 1974) se inicia en la guitarra a la edad de 8 años en su pueblo, Daimiel, por la influencia de su padre, cantaor y gran aficionado al flamenco, recibiendo clases, de los prestigiosos maestros Oscar Herrero y Manolo Martín.
A la edad de 14 años comienza a tocar en la peña flamenca “Juan Antonio Córdoba” de Almagro (...)
***
El paisaje de Almagro, con sus llanuras suaves, encinas dispersas y cielos abiertos, es un respiro para el alma. Caminar por ellas es conectar con lo esencial: una belleza sin artificios.
¿Os acordáis cuando en Geografía nos hablaban de las Tablas de Daimiel? Son humedales formados por el desbordamiento del Guadiana y el Cigüela sobre un terreno llano y de poca pendiente, favorecido por un alto nivel del manto freático.
Hoy, las Tablas, son un parque nacional desde 1973, con 2.232 hectáreas de extensión. Es el séptimo parque nacional de España, y por sus manantiales, -llamados ojos- el Guadiana reaparece en sinuosos meandros.
Albergan sapos, ranas, alevines y peces autóctonos como el cacho, el calandino o la colmilleja, entre tarayes centenarios que forman bosques flotantes sobre pequeñas islas de carrizos, espadañas y totoras. 
Conforman un pequeño paraíso para ánades junto con el pato cuchara, la cerceta o la garza real, peces como barbos y lucios, y también culebras de agua, siendo paso de jabalíes, zorros, conejos, lirones caretos y, con suerte, alguna nutria.
Os envío esta foto de un taraje, que crece inclinado siguiendo el viento predominante: el solano. Pedro Almdovar decía que, cuando sopla el solano trastorna el pensamiento y el carácter del ciudadano. 
Parece un paragua vuelto del revés, o como diría Javier Reverte, un escorzo de trágica figura.
Camino a las Tablas, nos detuvimos ante una encina solitaria. (este árbol consagrado a menudo al dios del Rayo, en la religión eslava, o -"el copudo árbol de Júpiter", como la llamó Ovidio-), ajena a nos, errabundos viajeros, eclipsada por la fama del humedal.
Pero, -la lenta encina- el numen más genuino de la Península bien merecía una pausa, para admirar su copa sobria, de serena belleza, vestida de hojas verde ceniza.
"Tres ángeles visitaron a Abrahán en el encinar de Mambré"
(Génesis 18, 1-8)
Longeva, firme y orgullosa, la encina impone con su presencia silenciosa. Como el amor verdadero, da sombra generosa y refugio sereno a quien se acoge bajo su copa.
Ramiro de Maeztu representó a España como una encina, que hunde sus raíces en la tierra (en la tradición), pero se encuentra sofocada por la hiedra, es decir, por el progresismo, ajeno a la savia vivificadora de la historia, e incapaz, por tanto, de regenerar la nación.
Como sabéis, respetamos a los árboles centenarios los que no crecen de un día para otro y la historia debe preservar. Nos gusta verlos crecer libres, sin la presión de una explotación antrópica descontrolada.
¡Ojala! que viva muchos años sin un rayo que la hiera, un leñador la convierta en melena o yugo de campana y lanza de carro el carpintero; para que su profusa silueta prolongue sombra en esta tierra como el eco silencioso de nuestra visita.
"Canta de la parda encina
la rama que el hacha corta
y la flor que nadie mira.
A la hora del rocío
de la niebla salen
sierra blanca y prado verde.
¡El sol en los encinares!"
la rama que el hacha corta
y la flor que nadie mira.
A la hora del rocío
de la niebla salen
sierra blanca y prado verde.
¡El sol en los encinares!"
(Antonio Machado)
Por último, visitamos el Museo del Quijote en Ciudad Real, donde se proyectaba un valioso resumen audiovisual de la obra cervantina.  Solo por eso, valió la pena visitarlo. 
La Puerta de Toledo y la catedral de Santa María del Prado, del s. XII, son también paradas imprescindibles. 
El informe realizado en 1891 por don Casimiro Piñera y Naredo, obispo de Ciudad Real, y la Real Orden de 4 de febrero de 1915, que declara Monumento Nacional a la Puerta de Toledo, evitaron la subasta de 3.496 piedras que conformaban el conjunto.
Nos hizo mucha ilusión visitar el convento-castillo de Calatrava la Nueva, antigua sede de los freires de la Orden, levantado entre 1213 y 1217 sobre el castillo de Dueñas. Fue su residencia hasta 1804, cuando se trasladaron a Almagro.
El camino que conduce al castillo, transcurre entre olivos, vides, almendros y campos de cereal. Nuestras pisadas dialogaban con arrendajos y cuervos entre quejigos, acebuches, enebros, lentiscos y cornicabras.
El camino que conduce al castillo, transcurre entre olivos, vides, almendros y campos de cereal. Nuestras pisadas dialogaban con arrendajos y cuervos entre quejigos, acebuches, enebros, lentiscos y cornicabras.
Su iglesia, de piedra volcánica roja, conserva arcos y bóvedas que aún reflejan su antiguo esplendor. 
En el cementerio, llamado Campo de los Mártires, hallaron durante una excavación, esqueletos infantiles sin explicación arqueológica alguna. Tal vez fuesen huérfanos, enterrados junto a los monjes por superstición, para alcanzar la gloria. Nadie me lo ha confirmado... ni desmentido.
En definitiva, es un lugar de espectros que dejan huellas únicas.
{El Sacro Castillo-Convento de Calatrava la Nueva situado en el cerro Alacranejo, 936 m. de altitud, dentro del término municipal de Aldea del Rey, provincia de Ciudad Real, frente al Castillo de Salvatierra y en su base rodeado de grandes pedrizas o canchales que hacen difícil su acceso. 
El camino empedrado hoy existente se hizo para la visita de Felipe II a la fortaleza en 1560 que accede hasta la base del castillo. Su situación controla uno de los pasos naturales hacia Sierra Morena. No se conoce con exactitud el año inicial de su construcción, si bien hay referencias de su uso por Nuño de Lara en 1187 como antiguo Castillo de Dueñas. 
De estilo cisterciense con un gran rosetón en su fachada, del tiempo de los Reyes Católicos.]
"Cada lugar de la tierra percibe el pensamiento de quienes la habitan"  
(Manuel Rivas)
Por el camino de vuelta, regresando a Barcelona, las casas se desvanecían lentamente, como fantasmas nobles, cargadas de cierta melancolía. Quisimos retener su estampa áspera y serena, que alguna vez reflejó la luz quebrada de esta tierra herida de sol. Partimos sin volver la vista atrás, bajo el arco azul del aire, para no convertirnos en estatuas de sal. 
Pernoctamos en otro parador monumental: El castillo de los Calatravos en Alcañiz (Teruel), en la zona conocida como Palacio de los Comendadores. Cedido a la orden de Calatrava por el rey Alfonso II  en 1179, fue renovado en el siglo XVIII por orden del rey Felipe V para uno de sus hijos. 
Levantado sobre un palacio barroco con fachada renacentista, llegó a ser cuartel y cementerio antes de ser desamortizado en 1856. Hoy el Parador da nueva vida a la población gracias a turistas como nosotros y otra pareja, con quienes coincidimos y compartimos el recorrido por una estructura subterránea del siglo XVI. Antiguos espacios usados como bodegas o neveras para conservar la nieve traída de las montañas. 
Vista del Parador de Alcañiz (Teruel)
“La aventura de la vida consiste en sumar experiencias. Cada una de ellas nos hace más singulares. Y al recrearlo en verbo, trazo o melodía, lo convertimos en arte. Lo opuesto a nuestra singularidad es la banalización de la producción en cadena”. 
(Lluís Amiguet)
Amigos, ojalá os haya sorprendido mi carta, no tanto por lo que digo, sino por cómo lo redacto con el deseo de estimular el pensamiento, estimular al viajero para despertar el intelecto cultural. 
He intentando narrar con objetividad lo que dejó una huella profunda en mí la influencia de lo vivido y la visión que emerge de ello. Y aunque me guía la pasión, procuro que ésta no supere a la prudencia.
Nos despedimos de aquella luz cegadora que iluminó días serenos, para regresar, como cigüeñas errantes, al hogar que nos acoge y nos devuelve, poco a poco, a lo que fuimos y somos..., errabundos en ruta. 
FIN
 


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