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viernes, 25 de julio de 2025

ENTREN Y LEAN

 ¡Dichoso aquel que, al despertar, contempla la luz blanca del día filtrarse por su ventana; pues en ella percibirá el reflejo de la presencia divina!


            Fanny Brate. Un día de celebración. Óleo sobre lienzo, 1902.

La palabra escrita, por sí sola, se muestra limitada para expresar plenamente emociones pues carece del sonido, el gesto y la vida que posee el lenguaje hablado o el silencio elocuente de una mirada. Por eso tambien recurro al arte -sea poesía, pintura, música...- que ejerce como idioma universal capaz de decir lo que la prosa calla.
El cerebro teje su propia realidad subjetiva para que podamos pensar y sentir porque somos, en esencia, criaturas guiadas por las emociones. Al final, son ellas las que orientan o dirigen nuestros actos y graban en la memoria aquello que recordamos; aquello que nos conmueve.
El Arte, con poder sanador, ayuda a relajarse pues las investigaciones realizadas sobre el mismo afirman que la experiencia artística disminuye la ansiedad o la tristeza, añade una amplia reflexión a la escritura e incrementa su valor con música o contemplando una pintura que idolatre el espíritu además de: "ofrecer una alusión simbólica al sentido de la vida", matiza Ortega y Gasset.

       "El arte sacude del alma el polvo de la vida cotidiana"
                                   (Pablo Picasso)


Elegir estas dos obras pictóricas no ha sido sencillo o baladí, sino que me ayuda a ilustrar el tema de este artículo y la manera que hay de contactar, subjetivamente, con nuestra naturaleza humana profundizando sobre dos conceptos intrínsecos a la misma como son: la alegría de vivir y la muerte. 
Ambos conceptos son argumentos inagotables, cohabitantes en un mismo plano que reflejan los dias fasti et nefasti (fastos y nefastos), pues todo haz tiene su envés. Días que giran a nuestro alrededor durante todo el ciclo vital.
No solo influyen  en la percepción que nosotros mismos tenemos, sino también en los dones de la mente, sea la emoción o en la sugestión. 
San Bernardo afirmaba que: "La Naturaleza dice más sobre el hombre, su moral y el bien que todos los sabios juntos" y el arte que se nutre de esa naturaleza es testimonio visible de esa profunda verdad.                                                    
***

Un ejemplo que sirve de metáfora: En 1974, en un teatro barcelonés, se estrenó una obra titulada: La Fundación de Antonio Buero Vallejo. Años después, se volvió a representar en el Teatro Nacional de Catalunya. El argumento, al principio, un tanto complicado, se revela claro en el último acto, a medida que se desarrolla la trama:

"La obra presenta a Tomás, un joven que cree vivir en una confortable fundación junto a otros compañeros: Asel, Max, Lino y Tulio. Sin embargo, poco a poco se descubre que esa "fundación" es solo una fantasía creada en la mente de Tomás para evadirse de la dura realidad: todos ellos están realmente encarcelados y condenados a muerte por actividades políticas contra la dictadura.
La tensión aumenta cuando Tomás despierta y empieza a enfrentarse a la verdad, ayudado por Asel, quien lo impulsa a aceptar la realidad y a recuperar el valor para intentar fugarse. 
Finalmente, Tomás asume su situació y colabora con el resto para preparar la evasión, demostrando la fuerza de la esperanza incluso en los contextos más opresivos."

El mundo puede ser una fantasía, tal y como lo ve Tomás, quien huye de la existencia real, o bien puede ser una auténtica condena como lo ven el resto de sus compañeros de celda. El mundo es el que es; no lo elegimos como no elegimos nacer ni tampoco morir. Vivir, a veces, resulta árduo, porque el sufrimiento se halla profundamente trenzado con la vida misma. 
Sin embargo, la vida sería fascinante si halláramos en ella ese pequeño paraíso, legado de Dios, en espera de otro mayor pero hay quien lo ve como un enigma de difícil solución donde el tiempo apremia. Realismo vs. fantasía. 
Espinoza precisaba que "hay dos sentimientos fundamentales en el ser humano: el miedo y la alegría".

                                              ***
La primera pintura seleccionada nos muestra el alba irrumpir en una estancia hogareña que colma el ambiente de una luz que se desliza sobre el rostro de las protagonistas. Es la claridad matinal indómita e inasible de la primavera nórdica que se introduce con brío y captura, con sutil vibración, ese aire eternizado de fugaz luminosidad.
El haz radiante se derrama sobre la superficie del lienzo de un ambar con reminiscencias vangoghianas; filtrado a través de las cristaleras con fulgurante paleta de azul marmóreo, azul gélido, gris acerado y blanco opalino o de cadmio, donde cada color tiene su propio significado y el blanco les da cobijo a todos. 

Sin color, la esencia de la obra solo podría contemplarse con el entendimiento. La alquimia de colores envuelve la escena despertando el placer sensual; ese goce tan humano que, junto con el pensamiento, saborea la belleza aquí revelada.
Las dos figuras dan vida al cuadro y evitan convertirlo en un simple bodegón; una epifanía del amanecer que desafía al frío y a la sobriedad en aquellas latitudes de tantos días parcos y gélidos. "Allí en el norte, donde dicen que la gente es limpia y noble, culta, rica, libre, despierta y feliz"declaró el poeta colombiano Luis Carlos López (1879-1950). 
Una visión alegre, festiva y equilibrada da calidez, en un difícil sincretismo, hasta conseguir una metamorfosis refulgente que eterniza y convierte la visión en algo inolvidable.
La alegría de vivir se respira en color cuando el amor surge por los poros de la piel; ayuda y patentiza a elevar el espíritu para que la penumbra o el frío no nos sumerja en los malos pensamientos y/o peores acciones.
Ya lo dijo Goethe, antes de morir: ¡Licht, mehr licht! (“¡Luz, más luz!”). Posiblemente, si el autor de Fausto hubiese conocido este cuadro demandaría otra cosa. 
¿Seríamos capaces de distinguir la belleza, si no existiera nadie que nos la enseñara? ¿Puede la belleza destacar en un contexto banal o en una situación impropia? o bien, ¿Es nuestra intuición, sin verificar, la fuerza que nos persuade a calificar de bella cualquier obra? Finalmente:  ¿Puede el arte cambiar la sociedad? Creo que no. Seguramente no..., ¿o sí? Pero si cambia ya hablaremos. 
  "Aprender a ver es de todas las artes la de más largo aprendizaje"   
                                        (Jules de Goncourt)


 **
           "Ven, muerte, tan secreta,
        que no te sienta venir,
               porque el placer de morir
                no me torne a dar la vida"

                    (Joan Escriva, poeta valenciano s.XV/XVI)

La larga agonía del hombre sobre la tierra


 Emile Friant. Douleur(El dolor). Óleo, 1898. 

Esta segunda obra, nos sumerge en una atmósfera dramática, cuya composición y perfecta ejecución ofrece una clara muestra del dominio y mejor técnica para despertar el sentimiento estético.
Recrea un hecho luctuoso y nos descubre una belleza singular, donde pocas veces se ha expresado el dolor con tanta pesadumbre desvelando "un diálogo sagrado entre vivos y muertos" como lo definiría Michelangelo Pistoletto. Una emoción en un escenario mordido por la tragedia.
Mientras el finado yace bajo la tierra, que se ha cobrado un nuevo tributo, un color áspero extiende un pálido velo reteniendo el dolor que huye hacia ninguna parte. Ambos son "invitados" a integrarse en la médula de cada cual, convertidos en un cóctel que remueve el sentimiento humano ante la muerte y tambalea nuestra permanencia en este mundo fuera del país de los Bienaventurados.

 " El dolor es un fracaso del lenguaje (...) lleva al rostro a una tonalidad amarga, crispada"
(David Le Breton. Antropología del dolor)

Los volúmenes foscos, como bayas de endrino, describen a unos personajes distantes de las tres figuras femeninas. 
El grupo medita en un escenario interactuando entre ellos, mientras, una mirada furtiva asoma la cabeza por encima del conjunto y la dirige hacia la enigmática oquedad de la muerte, el leit motif o motivo principal de esta obra de arte que velan las tres figuras centrales.
Es una mirada que trasciende lo visible, en un ambiente brumoso donde todo puede suceder, hasta convertirse en un patetismo suavemente aterciopelado.
El pathos sobrevuela los personajes, planea en solitario. Bate sus alas invisibles en silente diálogo, nutrido de un paz resignada donde todo queda en calma cuando el fin anuncia su llegada; cuando una invisible barrera separa al difundo y se integra en el recuerdo de las tres "penates".
Se percibe un espectro cercano que nos devuelve al lado que nos corresponde y nos obliga a permanecer en tan desolada escena en... La larga agonía del hombre sobre la tierra.

¡Ojos que a la luz se abrieron un día para, después, ciegos tornar a la tierra, hartos de mirar sin ver!
           (Antonio Machado)
                                                
El hombre, se rebela ante la muerte porque teme perder su pasado y desconectarse del mundo que formó parte de la existencia. Siente temor ante lo extraño; abrumado en el anonimato y en la incertidumbre por desconocimiento. 
Es consciente de una fama póstuma que se esfuma y extingue por completo que yace sepultada en un terreno mientras sus obras permanecen bajo la tutela del Gran Arquitecto.

"No bebas esa agua porque serás inmortal, y cuando seas inmortal verás morir a tus mujeres, verás morir a tus hijos, a tus nietos, y sobre todo, lo que es más importante, un día estarás en un enorme desierto y no tendrás a nadie con quien puedas compartir un recuerdo de infancia y de juventud."
         (Consejo de la paloma salvaje Butimar al rey Salomón)

El hombre, piensa en la muerte como en un sueño irremediable que engendra la noche seducido de un éxtasis teresiano. Vacila ante la idea de despertar un día para preguntar: "¿Qué ha sucedido?". 
Consciente de la eternidad teñida de crepúsculo y cierto aroma a flor cenicienta donde, la Parca, iguala tanto al desvalido como al poderoso, funde cetros con cayados y los arranca del sueño frío como un invierno. Contempla entonces la vida, cuya única salida es la fuerza arrolladora del mandato divino.

"La libertad completa existirá cuando dé lo mismo vivir que no vivir"
        (F. Dostoievski)

La muerte introduce al hombre en la liturgia de aquel amor enquistado que no desaparece nunca, y se extiende por campos jamás soñados para aprender a amar de manera diferente.
Permanece atado a la tierra por un cordón umbilical que no admite cortes; medita entonces sobre la pervivencia de su alma vencida, y concebida como un don divino que lo sostiene y le protege de la aniquilación.

"No penséis que cuando me vaya de vosotros no voy a ser nada ni voy a estar en ninguna parte"            
                                                (Cicerón)

Cuando, el hombre, descubre que todos han desaparecido, quisiera partir tras ellos, a la otra orilla donde callan los muertos y hablan los dioses. Gritar sus nombres, clamar por Adelaida y Aurelio, por Flora y Gregorio, Carlota y Román. También por Simón, Loreto, Constanza y Andrés, o Gádor, por Roque y Dolores, por todas las Carmelas y los Celedonios que conoció y que fueron parte de su mundo; un mundo que ignora la inmortalidad, y tan solo alcanzó a conocer cien años de soledad. 

"Y el cuarto ángel vertió su copa sobre el sol, y le fue concedido que pudiera quemar a los hombres con fuego"
(Apocalipsis, 16-8)



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JOSÉ, UN SEÑOR EN BARCELONA Y SU MUNDO DONDE TODO PASA Y  TODO QUEDA.

Cuando enciendo el ordenador, me embriago trabajando en lo que me da placer. Como diletante, busco título para el artículo, su encuentro me da fuerza y despierta en mí lo mejor que tengo para construir el texto con nuevo brío.
Siempre he creído llegar tarde a mi propia vida; que voy a destiempo y debo acelerar para hacer lo que más me importa a fin de poder acabarlo. 
De ahí que escoja la vía de escribir todos los días para mantener una vitalidad física y mental además de conseguir la tarea sin temer a nada salvo al miedo mismo. 
No culpo a nada ni a nadie, solo a mi juventud alocada, irresponsable o desorientada que intentó reconstruir fragmentos de una vida, extrayendo de la misma, lo que estaba oculto para limpiar mi conciencia de pecador. 
Soy hijo de una época que observa que hacer el bien o el mal da igual, un tiempo como el de cualquier otro donde una masa invisible remueve el espíritu, grande o miserable, del intelecto humano.
Soy fiel a una manera de hacer, decir y escribir con un propósito sociológico. Sin ser escritor, emulo a los grandes, a los de alta gama; quienes son o lo fueron. 
Apoyándome en ellos y esclavo de sus palabras, me esfuerzo en comprender cometiendo errores que sirven como aprendizaje a este eterno aprendiz de todo y maestro de nada.

[Preguntaba José Mª Gironella, ¿Existe algún escritor que no plagie, que invente el lenguaje, el ritmo, la trama y el desenlace? El lenguaje lo hereda; la trama, si no la plagia de un archivo policíaco o de otros libros, la plagia de la vida y sus posibilidades, lo que viene a ser lo mismo]. Algunos lo definirían como tradición literaria, no plagio.

Yo nunca doy por finalizado un artículo; siempre hay algo nuevo que añadir o rectificar. 
Como químico en un laboratorio, uno o separo, mezclo o divido fragmentos que incorporo siguiendo en línea con Antonio López -pintor-: "Las cosas no se terminan, se abandonan", o de Josep Pla -escritor-: "Mis libros son provisorios, el deseo de volverlos a ver y hacer es permanente", hasta intentar conseguir, inutilmente, un resultado que mejore la estética.
Escribo pensando en la música o en el cine, con fragmentos musicales, ritmo o melodía y… sobre todo con pasión. 
Pues la prosa tambíen contiene emoción, exalta los sentimientos y vibra con las palabras escritas así pues, la prosa demanda una visión de gran audición.
Con la misma sonrisa, grave y fingida, que usaban los histriones de la Roma Imperial, me atrevo a preguntar: ¿Qué les ha parecido?

        Para que manos ajenas me abran y entren y con sus ojos lean.

                             "Nunca te asaltará un deseo
                                 sin que te sea concedido
                             el poder de hacerlo realidad.
                 Pero puedes verte obligado a sufrir por ello."
                                         (Richard Bach)

FIN
Este artículo lo publiqué por primera vez en mi web: lavegueta.blogspot.com el 29 de febrero de 2016.




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