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sábado, 30 de marzo de 2013

LOS ENRAMOS

Pocas horas después de que en la media noche algunos disparos de escopeta y la campana al vuelo tocando a Gloria, resonasen por el pueblo y las montañas que lo rodeaban, solía amanecer radiante La Mañana Pascua, celebrando que Cristo había resucitado.

Los benineros, fieles a la herencia de nuestros antepasados y animados por la recién estrenada primavera que se mostraba en todo su esplendor, no dudaban en preparar para ese día, la procesión del encuentro; la huerta que se instalaba en la plaza, y los enramos.

Era costumbre en nuestro pueblo, que el Domingo de Resurrección, la plaza quedara convertida en un vergel, con un camino bordeado de ramas de álamos a modo de árboles, en donde tendría lugar el encuentro de Jesús con su Madre.
También se instalaba una preciosa huerta con sus bancalillos, mergas y lomos…donde en una sola noche, habían crecido como por arte de magia, habas, lechugas, cabolletas y toda clase de hortalizas del tiempo. ¡Hasta recuerdo un espantapájaros, u hortelano con sombrero de paja! Por último, los enramos que ofrecían los enamorados a sus amadas en ese día tan especial.


 Como era habitual, el enramo tenía que ser perfecto y cumplir todos los requisitos: Naranjas, algún limón, y flores de azahar.
Hubo una época en que los novios formales y más rumbosos, aportaban alguna novedad atando al enramo un barril de colonia. Las Maderas de Oriente y Joya de Mirurgia, eran las fragancias más populares de aquellos años.

Unos días antes, los mozos pasaban por la vega a plena luz del día, ojeando los naranjos y limoneros, mientras los dueños de los árboles los miraban con recelo, sabiendo a ciencia cierta que lo tenían todo perdido ante el arrojo de la juventud.

En la vega, a lo largo de la velada y con la brillante luna como testigo, había que tener cuidado. El sonido de un golpe de hacha, tijera de podar, o el crujir de una rama al cortarse, podía dar al traste con todo y terminar en carreras, caídas o abandonos de mozos perseguidos por algún malhumorado dueño de naranjal.
Siempre había alguien espiando en la oscuridad, para sigilosamente pasar información a uno u otro bando, observados de lejos por algunos zagales, ávidos de aprender.

Si la noche había sido ajetreada para unos, el insomnio producido por los nervios; la incertidumbre mezclada con la esperanza de casi todas las mocicas, y la expectación de padres y hermanos, habían mantenido durante las últimas horas, a las casas en estado de imaginaria. El más mínimo ruido hacía saltar de la cama a propios y extraños (vecinos), como empujados por un resorte, para espiar desde las azoteas o entre las rendijas de las ventanas, tratando de reconocer al pretendiente de la “niña”.



Cuando el traqueteo en sus ventanas las sacaba de su dormi-vela, ellas suspiraban satisfechas al comprobar que el primer paso ya estaba dado.
La afortunada no tendría que esperar mucho, si es que no había podido reconocer la oscura silueta alejándose de su casa, para comprobar si fulanito habría captado el lenguaje de sus miradas cuando se cruzaban por la calle, o… ¿Sería aquel otro que ella evitaba mirar por las noches a la salida del rosario, el que se había acercado a su reja?
Pronto saldría de dudas, pues fuese el que fuese, le “hablaría” en los próximos días.

En Benínar, la alegre ropa de primavera se estrenaba ese día, (no como últimamente, que pasó al Domingo de Ramos, por aquello de que se caen las manos).

A buena mañana, los primeros que salían “puestos de guapo” para la procesión eran los niños, llevando la alegría a las calles adornadas por los coloridos enramos en los balcones, puertas y ventanas de las casas en donde hubiese una muchacha en edad de merecer.
Anecdóticamente, la cosa se complicaba cuando como en el caso de mis tres hermanas mayores, algún año tenían que “repartirse” los cuatro que les habían “puesto”, o cuando también en la calle Real, sin saberlo, dos hermanos obsequiaban a la misma moza con sendos y frondosos presentes.



Queda claro el secretismo con que se realizaban aquellos actos, pues sólo alguna madre o amigo íntimo, conocían quien “bebía los vientos por quien”. Por eso, las conjeturas, anécdotas y habladurías eran inevitables, y aportaban una cierta intriga la sosegada vida beninera, durante los días posteriores a la fiesta.

En un pueblo como el nuestro en donde “se le sacaba punta” a todo…con lo de los enramos no iba a ser menos.
El lado más infantil e inocente, que a veces llegaba a ser cruel, salía a relucir poniendo la nota jocosa o triste, dependiendo de quien la ejecutaba o de la destinataria a quien iba dirigida. El presente colgado en la puerta de alguna solterona por algún-os graciosos, o el que colocaba aquel mozo despechado al haber recibido calabazas durante el año, por parte de su pretendida, ponían la nota discordante en aquella mañana tan especial y esperada.
En el mejor de los casos, unas matas de habas a modo de presente, desprestigiaban la ventana donde habían sido depositadas, o un puñado de ortigas marchitas, también podían amargar La Pascua Florida a cualquier ser humano al que fueran dirigidas.

Juan Gutiérrez, Marzo 2013.

9 comentarios:

  1. Creo que la última generación en recibir los enramos fue la de nuestras madres. Era otra de las múltiples maneras de "hablarle" o dirigirse a una moza para mostrarle el "interés" sentimental hacia ella.
    Qué bien describes la huida de los mozos perseguidos por cortar las ramas de los naranjos, es como si lo hubieras vivido...
    Muy graciosa la anécdota de los dos hermanos.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Pienso que la costumbre de los enramos en nuestro pueblo, continuó durante bastantes años.

    No llegué a correr con las ramas de naranjo en las manos.

    Fuí, alguno de aquellos zagales "ávidos de aprender" que aprovechando la adoración al monumento que se hacía el jueves santo durante toda la noche,y alertados por algún sonido sospechoso procedente de la silenciosa vega, espiabamos a los mozos más prevenidos ( mientras comíamos buñuelos en alguna azotea) que cortaban las mejores ramas con un par de noches de antelación. Después las ponían en un barreño con agua para que el domingo no estuvieran marchitas.

    Cosas de Benínar...

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  4. Entrar aquí es complicadisimo, el sabado a la 5ª intentona lo logré y despues de haber hecho un largo comentario, cuando le di a enviar desapareció, esta noche llevo intentadolo no sé...ya he perdido la cuenta, no podria alguien hacer algo???los entendidos en informatica???

    Juan me ha encantado tu escrito,con el he recordado mis semanas stas. pasadas en el pueblo. Cuando cambié de trabajo mi padre y yo no coincidiamos en las vacaiones de verano y nos ibamos a pasar la Sma. Sta. ésta transcurria entre Beninar y Berja al tener la familia repartida en los dos pueblos, solo eran unos dias, de jueves a lunes, tantos km. para tan poco tiempo...pero merecia la pena.

    Habia oido contar a mi madre muchas veces lo de los enramos la noche del sabado al domingo de resurrección y yo tambien pude vivirlo, José, creo q la generación de nuestras madres no fué la última, mas bien la de sus hijas.

    Las fotografias son preciosas, he pasado un rato muy agradable leyendo y recordando...

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  5. Juan dicha costumbre "degeneró" en esa misma noche ir cambiando las macetas del barrio alto hasta el bajo. Recuerdo a Vitoria (que creo recordar que tenía el mejor jardín de Beninar) pasarse toda una mañana portando macetas calle C/ arriba, C/ Real abajo. Por supuesto que tu hermana Angelicas ayudaba a la pobre Vitoria, entre risas socarronas de todos los vecinos.

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  6. Muy interesante lo que apunta Paco. Cuando digo que en Beninar se le daba la vuelta a todo!! Así que cambiando las macetas de barrio...Menos mal que quedaba entre el verde de la huerta de la Plaza y el de los frondosos enramos.

    Creo que hasta el año 60 se hacía la huerta. A partir de esa fecha no estuve en Benínar, pues nos daban las vacaciones de S.S. el lunes de Pascua, con lo cual cuando llegábamos al pueblo el lunes tarde, tarde, ya no quedaba rastro de nada.

    Esta mañana tengo un correo desde Almería, en el que me aseguran (por la dificultad que hay en colgar comentarios- como le pasa a Jazmín-) que incluso a finales de los 70 todavía se ponía algún enramo que otro.

    Cuando venían aquellos seminaristas de Granada por S.S. todavía se ponían?? Yo ya estaba en Cataluña.

    Sería interesante que quien tenga más datos sobre aquella fiesta y las fechas en que dejó de celebrarse, nos lo haga saber para compartirlo todos.

    Saludos.

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  7. Por desgracia Juan, nada se anotaba en el pueblo. Lo que ocurrió, cuando y como está en la memoria de los que se encuentran a Cataluña. Los enramos dejaron de colocarse cuando empezó a marcharse la gente fuera. En cierta medida te acuerdas de ellos por tener en tu casa dos mujeres preciosas, es decir, por los que ponían en tu casa.
    Las dos últimas bodas que se celebraron en Benínar fueron dos (si la memoria no falla):
    La de Lola Vitoria y la de mi prima Lolica la de Ramón.
    A comienzos de los setenta, que es cuando llegan los canadienses al pueblo, no recuerdo a Eugenia fotografiase dichos enramos. Creo recordar que si los menciona es por escucharlo no por verlos.
    Lo de adornar la plaza con ramas de álamos ( de los que estaban entre la Fuente del Murallón y el Molino) blanco, puede que desapareciese con la llegada de don Francisco o la llegada de don Antonio, (tu fuiste monaguillo de don Antonio) es decir casi a mediados de los años sesenta. Ambos sacerdotes siempre estuvieron enfrentados por unas cosas o por otras con la gente pero sobre todo con la gente joven.
    No recuerdo que tanto mi hermano como Antonio Callejón adornasen la plaza. Recurro a ellos dos por ser los que siempre fueron los que estaban metidos en todos los fregaos, bueno también al marido de mi prima Lolica la de Ramón, que en cierta medida eran los que ponían al pueblo boca arriba cuando se lo proponían. Si ellos no participaron ya tienes otra fecha más. No te pongo la fecha de cuando ellos nacieron por no meter la pata. Puede que la generación de los tres mencionados fueron los últimos en poner enramos.
    Saludos.

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  8. Creo recordar que la última boda que se celebró en Beninar fue la de Pedro Román y
    Maricarmen Sanchez.

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  9. Efectivamente, la boda de mi sobrino Pedro se celebró el 25 de diciembre del 1980 de forma multitudinaria.
    En el pueblo quedaban muy pocos vecinos y el 24 no hubo misa del gallo.

    Saludos. Juan Gutiérrez.

    Contesto por internét explorer. Hace unos días que el Mozilla Firefox no me deja (como a tantos)

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