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viernes, 5 de abril de 2013

MEMORIAS DE CELEDONIO (II)


…y la guerra parió engendros.


El Grito (skrik en noruego). Óleo pintado por Edvar Munch en 1893.


Retrato de un personaje de imagen andrógina. El rostro de calavera muestra un gesto de expresión angustiado y conflicto interno que clama a una humanidad sorda e indiferente en un escenario natural. La pincelada espesa de tonos cálidos e intensos incrementa el drama de la composición.
Un cielo rojo ondulado conecta con un mar azul y negro. Aporta un violento acento al cuadro que resalta la percepción del personaje, fiel representante de un mundo trágico; inmerso en una sociedad que se ve incapaz de evitar el horror que origina la guerra y, donde la fugacidad del tiempo preside la soledad existencial del ser humano.

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Mi abuelo Esteban me contaba una leyenda que dice así: --Dios, de vez en cuando, baja a esta bendita tierra porque echa de menos el cielo estrellado que se ve desde aquí.

Una leyenda que habla de apariciones, muertes y destrucción que existe en la imaginación descontrolada que resalta la dependencia establecida entre el hombre y la naturaleza. 
Yo, como labrador, amo esta tierra que me vio nacer, la que me ha visto crecer y donde actualmente resido. 
En ella, disfruto con la siembra, ver crecer la semilla, sentir el rumor del agua que corre por la acequia La Vega que está por debajo del cortijo.

Es una actitud... otra manera de aproximarse al misterio de la vida y percibir la dimensión del tiempo, del irreversible tiempo mental.

La acequia La Vega, lleva un agua color ambarino que se transforma en argentino, a medida que pasan las horas del día. Durante el recorrido, cobijada bajo las sombras de los arbustos y las ramas de los árboles que la protegen de un sol que quema. 
En ella, chapotean y nadan una familia de patos que la mantiene limpia de insectos y plantas suculentas.

Siempre he sentido inquietud por buscarle significado a todo y hallar en la vida algo que tuviera sentido. Buscar respuestas a preguntas que me cuestiono, aunque sean condensadas y, sin piedad, olvide
Mas, ahora, en la vejez, afloran seguras a la superficie fortalecidas y me asombro ver en ellas lo que ocultaban.

Las cosas ya no son como eran o, tal vez, sea yo quien no las ve como antes. Todo y todos estamos expuestos a sucesos, acontecimientos que, de jóvenes, no podíamos imaginar y de viejos sorprenden. 

Falta tiempo para la reflexión, para la lectura, mucha lectura, que suplante la vida que no vemos. En los libros encuentra refugio el hombre civilizado. Su lectura proporciona cultura y la cultura significa libertad.


"Se miente más de la cuenta

por falta de fantasía:

también la verdad se inventa"

(Antonio Machado)

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Los dineros ahorrados durante los años pasados en Cuba, me dieron lo suficiente para adquirir alguna propiedad que sumé a las recibidas de mi padre Esteban (cuyo nombre es homónimo del suyo y el de un hijo) fue terrateniente en Darrícal (AL). Familia conocida por el apodo de los Secos. ¿Será por la delgadez de algún miembro de la estirpe?

Lugares como el Campillo, el Secano y el Mosco pasaron a engrosar el patrimonio legado de mis progenitores. Tierras de secano, donde siembro trigo, cebada y una especie de garbanzos negros que uso para engordar los marranos como dieta complementaria.

El cambio de vida y la manera de trabajar la tierra en La Alpujarra es muy diferente al de Cuba. El clima de ambas impone las condiciones. 
En la isla de Cuba, las lluvias no son torrenciales ni arrasan con la misma brutalidad que lo hacen aquí, donde las borrascas descargan sobre los collados, vegas y secanos y abre profundas quebraduras en la tierra hasta convertir los senderos de herradura en intransitables cuando, la canción monorrítmica del agua lava y lame las colinas onduladas de almagre y gris, y disuelve los colores como en una acuarela.

He vuelto a cambiar mi hato de ropa y manera de vestir  por prendas más apropiadas al lugar: al viejo sombrero de alas anchas lo sustituí por una boina bilbaína negra de fieltro, las botas de media caña son ahora albarcas, y el pantalón de lino crudo por unos calzones de gruesa pana.

Mi padre Esteban, había construido, tiempo ha, tres cortijos en la Vegueta para sus tres hijos: uno me correspondió a mí, y los otros dos a mis hermanos Pepe y Joaquín y, los tres reunidos componen una cortijada.

Durante los primeros años de casado, junto a mi familia, ocupamos uno que me prestó mi suegro, Frasquito el Cojillo hasta que se lo compré e hice reformas. Es el más grande de la Vegueta.
También, adquirí cuatro celemines de tierra de regadío, unas paratas escalonadas divididas por balates que llegan hasta las Majadíllas, junto al río. Allí siembro en los bancales lechugas y enhebramos en varales, las tomateras.

El cortijo de la Vegueta -edificado antes del siglo XIX- tiene dos plantas divididas en dependencias de distinto nivel.
La cocina, es la estancia más angosta, lóbrega y profunda de cuantas contiene, el suelo cubierto de lajas, contiene el hogar de campana blanqueada con azulete.
Rosario avía con leña; migas con engañifas, guisillos, potajes y un rico cocido de cardos que degustamos la familia, mientras se oye el sonido que producen las cucharas de aluminio chocando con el plato. 

Las paredes interiores de la casa, desnudas de cuadros, lucen algún utensilio imprescindible para el trabajo del campo y unos cuantos candiles de latón distribuídos por las alcobas, (la Compañía eléctrica no trajo la corriente). 
La fachada principal, orientada al sur, deja unos paredones traseros sumidos en la sombra al mediodía.

El cortijo, dispone de una despensa o bodega donde penden algún embutido, jamones y los brazuelos de la matanza. 
Tiene una cuadra para dos mulos, Pajarito -castellano- y Rojo -romo-. En una de las paredes, adosada a la misma están los pesebres o comedores de madera y mampostería; la cuadra incluye  la zahúrda cubierta de tela de araña. 

Una puerta comunica esta cuadra con el corral cercado por una tapia blanca lechosa, donde encerramos el rebaño de cabras granaínas y ovejas de raza manchega, cuya vigilancia y custodia le corresponde a León, un alano y al mastín Pine; guardianes también del cortijo.

En la entrada principal de la casa hay un zaguán techado con vigas de madera y cañizo (como el interior de la vivienda). En él, durante la primavera, construyen nidos las golondrinas y vencejos. Abierto al exterior por un extremo, hace guiños a la vieja palmera plantada frente al mismo. 
De una de las vigas pende un gancho de alambre donde colgamos el botijo que mantiene fresca el agua en verano.

El suelo empedrado de guijarros embutidos -con la misma técnica del corral- se inclina hasta unirse al polvoriento y revirado camino de tierra cuya senda, de vueltas y revueltas, llega hasta el pueblo después de atravesar múltiples bancales emparrados y sembrados de olivos centenarios.

Los paramentos de la casa, de argamasa y ripios, sostienen la cubierta o terrado plano, impermeabilizado con tierra de launa que hay que reponer cada vez que la tormenta arrastra la capa que lo protege.

Por encima del corral (inclinado, como el zaguán, para recoger las cagarrutas) y, abierta al exterior, hay una galería corrida y techada. La sostiene, unos amplios ventanales de arcos rebajados de medio punto que se apoyan en el antepecho de la galería. 
Todas las paredes son de mortero que perdieron el enlucido de luminosa cal. Actualmente, pregonan el desgaste del tiempo que todo lo afecta y daña (hasta la dicha), y muestran la desconchada pared de añosas cicatrices. Mas, a pesar de la decadencia, mi casa siempre es y será mi castillo.


"Quien tiene una casa donde meter la cabeza sin duda tiene una buena sesera"

(W. Shakespeare)


En enero, al año siguiente de regresar a Benínar, nació nuestro segundo varón y quinto en el orden de mi futura y numerosa prole. 
El parto de mi mujer fue en el cortijo, donde nacieran las tres primeras hijas. Fue asistida por una partera y lo bautizamos en la iglesia de Benínar con el nombre de José Antonio, como el de mi hermano. 
Mi hijo Esteban, contaba orgulloso que había tenido un hermanito y alguien con quien compartir los juegos, junto con sus primos, Joaquín y Frasquito y tres hermanos vecinos: Manuel, Antonio y José Garzón Pérez. Entre todos formaron un pequeño equipo para jugar con el aro, el trompo, al escondite...


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Hay momentos que me siento liberado al compararme con otros, sin embargo, esa libertad real no existe, es pura ficción; está llena de prejuicios, valores y deseos, experiencias pasadas y presentes y, en especial por la opinión ajena y mis voces interiores. 
Nada ni nadie es totalmente libre, estamos inmersos en un rosario de sucesos que engarza el destino.

Todos tenemos distintas opiniones pero, en sociedades cerradas, como esta, disertar es pecado y además agota. 
Temas referentes a política, religión o sexo no se deberían tocar, y si alguna vez lo hacemos, el tacto y la empatía deben predominar sino caemos en un laberinto de pasiones sin salida.


"¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela"

(A. Machado)


Cualquiera, con sentido común, sabe que la desigualdad conlleva la injusticia, si unos pocos individuos posean la mayoría de los bienes y otros carecen del mínimo. Esta dicotomía debería bastar para llegar a mutuo acuerdo; sin embargo, todos, intentamos destacar con argumentos que caminan en la cuerda floja. La queja predomina sobre la actuación, otro mal endémico del pueblo víctima de la tradición.

Pienso que la raíz de la desigualdad está en la médula de la naturaleza humana; en los bajos fondos de la persona. Si se pudiera dar la misma oportunidad a todos… posiblemente, la sociedad cambiaría, mejorando la situación. 
El odio, la violencia, el poder o la riqueza siguen de rabiosa actualidad en este mundo y, quizá, continúe durante años.

El odio es invisible e inextricable y como tal, cuesta vencer a pesar de ser el principal enemigo del hombre que no se libera del mismo, como de una maldición bíblica. 
La naturaleza del ser, esconde un sadismo que sobrepasa la razón y guía a saciarse en el pozo negro o los pilares donde deben abrevar las bestias (el hombre cainita semejante a las fieras).  
Ignoro si el odio nace de la insatisfacción, del torvo temor o del sufrimiento, sin embargo, sé que hay que combatirlo como se combate al demonio.
Todos podemos odiar algún día, es sencillo. Pero odiar a la persona adecuada, de manera justa y en momentos precisos y formas consideradas, no es sencillo.  

El odio se incrementa entre paisanos, donde la sinrazón impera orgullosa coronada de laurel ensangrentado. ¿Será posible que el hombre sea sólo eso?  


"Lupus est homo homini, non homo, non homo, quom qualis sit non novit"
(Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando no sabe quién es)

-Plauto-


El absurdo estaba dividiendo España en dos frentes principales dentro de un entorno propicio dominado por la represión. Un absurdo silencio y una hipocresía moral que produce crímenes horrendos y calambres en el pensamiento.

Hacía tiempo, se barruntaba que podía estallar una guerra porque la batalla electoral de la Segunda República dividió el país en dos ideologías, dos ideas: los de derechas -nacionales- y los de izquierdas -rojos-. 
La enemistad surgida entre partidarios de ambos bandos ensanchaba al enemigo como el espacio. Cualquier chispa podía despertar el ánimo en todo momento, incendiar la población y destruir familias y un país democrático.

Finalmente, la descarga estalló un 18 de julio de 1936. El ejército, al mando del general Franco, avanzaba bajo la dirección de los oficiales. 
Sé que no está en la mano de nadie impedir nuestro nacimiento pero hay personas que deberían reparar ese error (ya que a veces es un error). Hombres que no merecen ser y menos estar; embriones de un momento de placer y cien años de autoridad.

Ese año, lúgubre para mí, coincidió con el fallecimiento de mi padre. La tristeza de su muerte se incrementó por la leva de mi hermano Joaquín. Yo me libré por excedente, había cumplido cuarenta y siete años. 
Fueron momentos de aflicción, de pesar, que me acompañaron el resto de la vida porque nunca se está del todo preparado para enterarse de ciertas noticias.

La novedad de la guerra nos llegó mientras trillábamos en el Campillo:
Mis hijos, Esteban y Pepe habían ido a vender tomates a Murtas, con Antonio Campoy, encargado de pesar y cobrar el género.
Dolores la lechera aconsejó a su nieto Paco (el de Marín) que se refugiara con nosotros en el Campillo y se llevara también las cabras.
José el de María la Hirmera tuvo que huir del pueblo.
Roque fue avisado por su mujer de que unos milicianos estaban haciendo reparto de las tierras expropiadas a los señoricos del cortijo la Mecila para que se uniera en el reparto.
Vi llevarse a Nicolás, el de Isabel Roda, al cartero Manuel y a Paco Roda, éste último, venía de Cintas, pudo huir por el cerrajón de Murtas, mientras soltó la burra que tomó el camino del pueblo y a Francisco, afiliado a la Falange Española que fue fusilado.

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De modo lento y permanente, la guerra fue abriendo camino. Recorría el país de norte a sur, de este a oeste. Eran tiempos de venganza, donde el destino se ensañó en un escenario próximo: Turón (GR) (precursor de un cruento ensayo que la Gran Guerra desarrolló en la mayor parte de Europa). 
La tragedia se representó en todo su esplendor ante unos espectadores temerosos y mudos. Nadie sabía si sería el final o fue la caricatura del horror.

En pueblos pequeños y cerrados como Benínar, donde apenas llegaban noticias del frente; donde no había radios ni vendían periódicos, la información se obtenía de los viajeros venidos de Almería que informaban de las últimas noticias.


"A río revuelto, ganancia de pescadores"


Este refrán popular, lució sus mejores galas durante la Guerra de España. Hubo "pescadores" en ambos bandos que aprovecharon el desorden y la confusión originado, amén de la inseguridad creada para vengarse, enriquecerse o descargar el odio acumulado por siglos de represión e injusticia y, el trato recibido por la "aristocrática familia rural" de España.
El cuadro de Goya Los desastres de la guerra, refleja y cobra vida en la pequeña y vecina población de Turón el macabro escenario de la guerra.


Espectro del pasado/presente (Goya)


Fue entonces cuando supimos que aquel verano de 1938, una turba de fanáticos enloquecida trasportaba en camiones unos prisioneros desde la cárcel de Almería como chivo expiatorio. Cargados como animales llegaron a Turón para realizar trabajos forzados en la carretera.
Una tambaleante carretera que unía Turón con Murtas a través de un paisaje bucólico
Encerrados sin piedad en la iglesia del pueblo, convertida en "checa" (palabra nueva y desconocida) yacían hacinados en el suelo de losas.

Entre ellos, había gente de clases sociales distintas de oficios diversos: campesinos y oficiales, secretarios y banqueros; desde artesanos y comerciantes a intelectuales; ricos hacendados e industriales; científicos y sacerdotes desde…

La población, sacrificó a todos los perros que había, para evitar que trajeran miembros desgajados de los cadáveres semienterrados que jalonaban la orilla.


"Anoche soñé que oía

a Dios, gritándome: ¡Alerta!

Luego era Dios quien dormía,

y yo gritaba: ¡Despierta!"

(A. Machado)


Alonso Zamora del suceso, publicó en 1941 una obra titulada Los Mártires de Turón donde cuenta con detalle el horror que vivió la población. Hecho que califico como festín en medio de la peste.
Transcribo literalmente un párrafo de la obra por interés personal que diré:


--"junto a la fuente, donde llega un hombre con las vestiduras rotas, descalzo, sangrantes los pies y las manos, descubierta la cabeza bajo un sol de fuego; muestra el rostro enflaquecido, sombreadas las pálidas y hundidas mejillas, tiene la barba crecida (…) llega seguido de su guardián, una muchacha está lavando (…) ¿Qué podrá hacer por él?; ¿por su miseria por su dolor? (…) se quita el sombrero y se lo da para que se cubra con él (…)".


La muchacha que se quitó el sombrero (o rempuja) tenía entonces seis años. Se llama Dolores y once años más tarde se casó con mi hijo José Antonio.

Según me contó Dolores, acompañaba a la Srta. Araceli y otras mujeres que no recuerda sus nombres. 
Iba a por una carga de agua en la fuente que hay junto a la balsa del cortijo la Mecila. 
Describe unos hombres mugrientos, renegridos de sol y roña. Hombres derrengados y harapientos con el rostro lleno de costras, obligados a cargar leña mezclada con matas de espino para alimentar los calares siempre, bajo la atenta vigilancia del cancerbero.

Araceli instó a la niña Dolores que diera el sombrero a un hombre, mientras otra acompañante ofrecía una sombrilla. El gesto, no pasó desapercibido por alguien que sobrevivió a la tragedia y contó a Alonso Zamora quien lo describe en el párrafo antes mencionado.

Tal vez fuera José Manrique de Hirmes, un encargado o capataz que trabajaba para los señoritos de un cortijo del Campillo. Acostumbrado a trabajos duros en el campo, sobrevivió a la carnicería.

La guerra terminó el 1 de abril de 1939. Durante la huída, los llamados rojos iban dinamitando los puentes que dejaban atrás para impedir la persecución de los nacionales
Entre otros, fue dinamitado el puente de Alcolea, también lo intentaron con el de piedra tosca de Benínar -construido en el primer tercio de este siglo-. Gracias al último alcalde republicano, Frasquito, hermano de Juan el de Bernardo, quien mostró una gran valentía al negarse
Convenció a los partisanos para impedir su demolición. Tal vez argumentara algo parecido a estos:

-- Si dinamitáis el puente, la gente volverá a cruzar el río cuando venga crecido por medio de cuerdas como antiguamente y el consiguiente tributo de vidas humanas.

-- La comunicación por medio de la carretera, que estáis construyendo, quedará interrumpida y el trabajo realizado será inútil, sin fundamento.

--Tened en cuenta que las mocicas del pueblo acostumbran a pasear por el puente los domingos y festivos. 
Es un lugar laico, neutral, opuesto al espacio religioso. Muchas se han casado; han encontrado pareja durante dichos paseos y colaboran con la causa que pretendéis: parir hijos que defiendan la República.

--Además, hay quien encontró remedio para mitigar el ardor juvenil, deslizando, a horcajadas, el cuerpo sobre el pretil del puente recalentado por el sol…

Nunca supe si aquellos devotos de "San Marx y Engels", se les convencío por esos razonamientos o fue el interés y morbo que produjo los alegatos finales. 

Lo importante fue que salvaron el puente de ser destruído, gracias a la afortunada intervención de Frasquito y el énfasis y valor mostrado
Los soldados, optaron por huir desechando tan peregrina idea que se disolvió como humo en el aire. 
De manera oficial, nunca se ha reconocido la labor de Frasquito y su intervención.



Puente que unía la antigua carretera de Benínar (AL) con Turón (GR), vista desde la orilla derecha del río Verde. (Actualmente está sumergido bajo el agua del embalse)

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La victoria de los nacionales o de Franco, señaló el comienzo de una nueva batalla: la batalla de la libertad, que abocó a la mayoría de los españoles hacia una sombría época de incertidumbre en un débil y seudotiempo de paz.

La herida ocasionada por la incivil guerra desterró la esperanza en la que vivía el país. 
La guerra cercenó las voces de una España que duele como una condena. Una España transida que intentaba ser ella misma. El eco de las voces se vio enmudecido, embozado y relegado al exilio y la indiferencia.


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Detrás de una batalla, generalmente, la gente rompe con el pasado e intenta buscar salida, siempre mejor que las disponibles hasta entonces. Es un recurso que adopta la raza humana. 
Cancela una época para inaugurar otra, aunque los cambios impliquen miedo y desconfianza. Sin embargo, el pasado se instaló aquí permanentemente vestido de uniforme militar. 
Se acuarte con intención de quedarse y sin visos de ver el final o que a éste, lo vea yo.

La guerra no es el final de la sociedad. Constituye un amargo, traumático y revulsivo desastre que descorre el velo a un pueblo incrédulo que perdió la virginal y santa inocencia. 
El mal provocado -según un antiguo mito- no sale nunca triunfal; al final siempre perece en el mismo abismo que nació.

En España, el mal, engendró una dictadura que enajena al individuo lo desposee de personalidad y controla el libre arbitrio, hibernándolo en un miedo permanente, en una incertidumbre que se enseñorea por doquier y, forma al hombre quien lo padece, dependiente del tirano que consigue el poder.
Entonces la sociedad, antes más libre, se debilita, pierde la esperanza adquirida en la misma proporción que aumenta la corrupción y no encuentra freno que ponga fin.

Ya lo dijo el Quijote: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos…".

Las dictaduras suelen instalarse donde encuentran calor del establo (palabras de Nietzsche) o sea, donde hay partidarios que las sostienen. 
Es un refugio de intolerantes que disfrazan los hechos y aíslan la Verdad. Preparan al hombre y lo funde en una masa desconcertada mediante un miedo que impide cualquier rebeldía. 
Lo empuja hacia un mundo injusto, y lo ata con cadenas invisibles, manipuladas por titiriteros que lo manipulan como marioneta.


"El que no se mueve no escucha el ruido de sus cadenas"

(Rosa Luxemburgo)



El pueblo, rendido, añora un entorno propicio donde poder controlar su destino sin verse sometido por la fuerza que suministra el triunfo de la voluntad del vencedor. 
Intenta recuperar la alegría; aspira a constituir una sociedad religiosa, política, recreativa… para un fin concreto donde poder explayarse.


Cámbiate de nombre orgulloso pueblo de esclavos,
no antepongas la esclavitud a la libertad
ni prefieras sueño a realidad.

Muéstrale al mundo el silencio de tu Patria,
 dios Cronos devorador de hijos.
 Patria que no es digna de llevar tal nombre.

Guarda pueblo los mitos en el templo,
no cambies porvenir por esperanza,
ni criterio o razón por la fe sacramental.

No creas en la verdad sin fundamento.
No conviertas tu vida en fábula,
ni trueques dolor por sufrimiento.


El pueblo busca culpables mientras sueña con democracia ejemplar como la Suiza, donde disfrutan de una democracia directa y, el poder se reparte conforme a las facultades de cada uno, de su valía profesional, o el más eficiente y no del fiel, obediente y sumiso ciudadano. 
Donde los ciudadanos pueden presentar propuestas legislativas a referéndum. Donde en ese pequeño, montañoso (de orografía similar a La Alpujarra) y frío país -equivalente en tamaño a Extremadura- fabrican aparatos y relojes de precisión y unos selectos alimentos. 
Su banca, compite y proporciona más beneficio económico que miles de hectáreas cosechadas bajo el clima de la hermosa tierra de España.

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Algunas veces nos visitaba la pareja de la Guardia Civil encargada de controlar la contribución que los españoles debían aportar al Estado. Recorría los cortijos y alquerías para recaudar alimentos en un país devastado por el hambre. 
Había que añadir a la contribución "algún suplemento" personal para la Benemérita. Al final tuve que emparedar las orzas de aceite, bajo el hueco de una escalera disimulando la entrada para impedir tal expolio.

A menudo, sueño, mientras mantengo esa especie de conciencia que tengo durante el mismo. Un sueño que contempla un principio moral donde los recursos se distribuyen en función de las necesidades. 
Donde no siempre la mirada se dirije al mismo culpable, y el pensamiento no destruye los otros pensamientos. 
Sueño como si el sueño fuera real y quisiera convertir la realidad en sueño pero… ¡solo es un sueño!


Ven de nuevo al nido, pajarillo,
construido en este cálido país.
 Añoro tu canto si lo dejo de oír.

Vuelve a deleitarme, gorrioncillo,
con trinos de libertad.

Dime si en otro lugar reina el mismo pesar,
la misma pena instalada aquí,
donde el rocío no tiene perlas,
donde el hombre siembra amistad
para cosechar guerras.

Si supiera cantar o tuviera alas,
como el viento echaría a volar.

Volaría por encima de alcores y cañadas,
sembrados  de trigales y sarmientos.
Volaría sobre breñas y nogales,
para convertir mis penas en cantares.





4 comentarios:

  1. Pepe es escalofriante el relato de los sucesos de Turon,pero lejos de hacernos recapacitar veo que actualmente y alentados por no se que mano negra estan surguiendo corpusculos que bajo la bandera de la igualdad y la libertad estan removiendo los rescoldos del enfrentamiento que fue entre hermanos.Dios quiera que solo sean temores mios y todo quede en algaradas de barrio

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  2. Buenas tardes a todos! Soy Marisol, la nieta de Lola y Antonio.

    En primer lugar me gustaría disculparme con Manuel y Francisco por el tiempo que me ha llevado contestar, supongo que estaréis al tanto de los recientes acontecimientos en los que el estado de salud de mi abuelo se ha visto resentido, y para ser sinceros, no he tenido demasiado ánimo para ponerme a escribir. Deciros que todo está bien, que fui a verlo y me he vuelto a Almería mucho más tranquila al ver que sigue igual de bromista que siempre y que esto solo ha sido un pequeño susto ...
    El susto que me he llevado se puede extrapolar a tu homenaje sobre mi abuelo Manuel. Desde que tengo uso de razón he visto a mi abuelo como una persona activa, trabajadora e incapaz de estar de brazos cruzados, al igual que he visto como mi abuela era imposible que estuviera sentada más de dos minutos sin ofrecer roscos, galletitas, chocolate o cualquier cosa que tuviera en casa a sus invitados. La casa de mis abuelos siempre ha sido un ir y venir de gente, viven con la puerta abierta y a mi me encanta que sean tan queridos por todo el pueblo, se lo han ganado, se lo merecen.
    Como decía, mi abuelo ha ido cumpliendo años, pero a diferencia que con otras personas, al él no se los he visto pasar, he presenciado como cada año era igual que el anterior, que su salud no mermaba, que sus ganas, su agilidad, su alegría de vivir, su amor por mi abuela, por su huerto por sus arreglos en su casa y en las casas de todos... no habían desaparecido ni un ápice. Mis abuelos contagian vida y por ello este mínimo altercado para mí ha supuesto una gran preocupación.

    Respecto a la lata amarilla del insecticidad que mencionas, le he preguntado y me ha dicho que era "aceite mineral" y que por supuesto que se acuerda, se ha reido mucho acordandose de todo aquello.

    Con la relacion a la entrada en la que mencionas a mi padre, a la que le ha hecho especialmente ilusión es a mí. He escuchado tantas veces la historia de mi padre como protagonista de aquéllas fiestas de moros y cristianos que ha sido como vivirlas en primera persona.
    El recuerdo de mi padre perdurará siempre en sus padres, su hermana, su mujer y sus hijas, y no permitiremos que se nos olvide nunca hablar de él pues una persona tan buena como él merece ser recordada.
    Mis primos, los hijos de mi tia Encarnamari, Juan Antonio y Lucía hablan de mi padre como si hubieran conocido a su tío, porque mi tía y mis abuelos se han encargado de meterlo en sus vidas desde pequeños y aún sin haberlo conocido se refieren a el como "el tite Antonio" y a nosotras se nos pone una sonrisa de oreja a oreja.
    Muchisimas gracias a Paco de Ramón y a Manuel por este homenaje que ha recorrido la vida de mis abuelos, ellos están realmente agradecidos con todos vosotros, con el pueblo al que tanto quieren, del que tanto hablan y al que tanto extrañan.
    Un abrazo enorme e independientemente del agradecimiento de mis abuelos quiero dar las gracias en nombre propio por haber acogido tan bien en este blog mi representación aunque no forme parte relevante en esta historia. Gracias por ser tan amables conmigo.

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  3. Historia familiar; historia de España; reflexiones; imágenes de pintura y grabados; citas literarias; refranes; poesías; música; fotos...

    Buscas los "ingredientes" perfectos, y nos "cocinas" unos platos tan exquisitos... Ellos, endulzan y nutren a las almas, sin causar estragos en los cuerpos.

    José, tu "restaurante" tendría que figurar en las mejores guías. Felicidades.

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  4. Hace años investigué sobre este tema. En Turón el recuerdo provoca lágrimas, los más viejos me contaron historias como la de cuando oían a los milicianos decir “mañana hacemos morcilla” sabían que iban a matar a alguien.
    Para leer el libro hay que tener estómago y tenerlo vacio por las arcadas de horror que provoca su lectura.
    Hecho histórico del que nadie quiere acordarse, a quien nadie parece interesar.

    Saludos Benínar.

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