Lo
recuerdo como buena persona, amigo de todos y con la forma de ser de sus
padres, como si hubiera heredado todas las cualidades de ambos juntas. En las
vidas de los que quieren a esta familia existe un antes y un después
determinado por la pérdida de ese hijo. Fue mucho el dolor que nos ocasionó su
muerte tan joven, pero también nos sentimos dichosos por haberle conocido y
estamos seguros de que nunca lo olvidaremos.
Creo
que la última vez que lo vi fue en las fiestas de San Roque del año 1978 y no
se me olvida su imagen vestido de embajador o de rey moro. ¡Qué bien hacía los
moros y cristianos! ¡era de los mejores!
Por
eso, acordándome de Antonio y de otros benineros que ya se fueron, que también
eran muy buenos haciendo los moros y cristianos, me he imaginado la escena de
la foto puesta al principio, que representa una reunión de benineros allí
arriba. Me gustaría haber tenido fotos de todos y de todas para ponerlas,
porque lo que pretendo es rendirles un homenaje.
Pienso
que, más que para una fiesta, los que están en el cielo se verán y reunirán
para hacer una convivencia con comida, lo mismo que a los de aquí les gusta
juntarse en el cerro de las viñas y a los que viven más lejos en el San Roque
chico. Lo que pasa es que harán moros y cristianos porque ellos saben hacerlos
bien.
El
día de la reunión, bajo la mirada de la Virgen del Carmen que es la reina del
cielo, empezará con repique de campanas y toque de diana floreada para reunir a
la gente en una gran explanada entre las nubes, adornada con bandericas de
colores. ¡Cuantos se acordarán, al sentir la diana, de cuando se despertaban en
Benínar y con cara de sueño se asomaban a la ventana a ver la música pasar, o
se vestían corriendo para salir y hacer el recorrido detrás, con los cohetes
pegando aquellos chupinazos tremendos y el olor a la pólvora y al humo que
dejaban al subir!.
Seguidamente,
en un lugar abarrotado de paisanos y forasteros, lleno de vistosidad por los
uniformes de los reyes y embajadores montados sobre sus caballos, con aparejos
bordados, sobresaliendo por encima de las cabezas de la gente; me imagino ver
el colorido de las tropas de a pie, un bando con chilabas de blanco con filos
dorados y el otro vestidos de aquellos uniformes de soldado de color verde
caqui, que hacen la instrucción de un lado para otro, ahora para delante, media
vuelta para atrás, ¡fiiirmes!, desfilando para jurar bandera al mismo tiempo
que la banda de música no deja de tocar. Os aseguro que es lo más semejante a
lo que ocurría en la plaza de Benínar cuando existía el pueblo. Hasta me ha
parecido ver entre el bullicio a mi abuela Frasquita, ¿quién sabe si confundida
por el ambiente festivo?, preguntando que si han visto a su nieto Paco.
En un
momento determinado saldrá la procesión tomando a San Roque y la Virgen sobre
los hombros en las andas, y se encaminan hacia un valle surcado por un río tan
blanco que parecerán sus aguas de plata. Allí la gente se situará para
presenciar la puesta en escena de los moros y cristianos. Los moros vendrán río
arriba anunciando su intención de tomar al santo. Uno y otro bando harán
envites y escaramuzas, lanzamiento de petardos y disparos de arcabuceros,
finalizando el primer acto en el que los moros saldrán victoriosos.
En el
segundo acto, el bando cristiano atacará a los moros y recuperarán a los
santos. El momento más solemne será cuando se abracen diciendo aquello de “yo
cristiano y tu cristiano”, y lo de “el pueblo que arrodillado, aclama tu
protección, hasta el trono del Señor, llévales siempre guiados, !Viva San Roque
y la Virgen¡”. Vivas que serán coreados por la gente orgullosa de que todo
ha salido bien y los participantes recibirán los parabienes de todos.
¿Cómo
no?, para reponer fuerzas, después de un día agotador, se celebrará un convite
en una gran carpa todo celeste y blanca, con mesas y sillas adornadas, con
faldones, manteles, lazos y otros
complementos,
y con la Virgen del Carmen y San Roque presidiendo en lugar de honor.
Hasta
se llevarán una sorpresa agradable cuando los organizadores, después de una
comida ligera a base de platos fríos y canapés, sirvan los dulces tan típicos
que traían en las arquillas en las fiestas, tales como trozos de turrón,
calabaza confitada, soplillos, porciones de bizcocho caramelizado, roscos de
vino y anís, yemas envueltas en papelicos de colores, pan de higo y garbanzos
tostados, bocaditos de batata, borrachillos..., que se acompañarán de porrones
llenos de licor, pasándolos de unos a otros, de menta, aguardiente, anís, vino
dulce, etc. Y cada cierto tiempo la banda de música interpretará pasodobles,
que a todos traerán recuerdos y nostalgia, sintiéndose tan bien en un paraíso
engalanado, donde las estrellas titilarán, dejando ver un cielo resplandeciente
donde la noche parecerá día.
Tras
el comentario de algunos forasteros de que allí nunca se había visto nada
igual, de que hacía tiempo que no se lo pasaban tan bien y , después de un
brindis, todos se despedirán con un ¡viva San Roque y la Virgen! y un ¡viva a
Benínar!.
Seguramente
las mujeres se alejarán reflexionando sobre la belleza de la Virgen del Carmen,
que llama la atención vista de cerca; y sobre la sencillez de San Roque, que
verlo es como recordar su historia vivida en la tierra:
San
Roque fue el único hijo de una familia muy rica y, cuando se queda huérfano de
padre a los 12 años y de madre a los 20, hereda una inmensa fortuna de sus
padres, pero al verse solo decidió vender todo lo que tenía y dárselo a los
pobres, y así lo hizo.
Entonces
se entera de que había la enfermedad de la peste en muchos lugares y se pone en
camino para ayudar a los enfermos. Iba vestido como lo vemos en la imagen de
nuestro San Roque del pueblo, de peregrino con el sombrero, la capa, una vara
larga y una calabaza colgada de la misma a modo de cantimplora.
Ocurrió
que San Roque se contagió de la enfermedad de la peste y tiene que apartarse,
porque a los enfermos de esta epidemia los expulsaban de las ciudades para que
no contagiasen a otras personas. Es cuando se refugia en una cueva de un monte
y no tiene nada para comer, y cuenta la tradición que aparece un perro que le
lleva cada mañana un pan en la boca y también le lame las heridas causadas por
la enfermedad. Por eso se le representa siempre con el perro al lado (con el
pan en la boca) y con la pierna remangada enseñando la herida.
Más
tarde, vuelve San Roque a su ciudad natal donde nadie le reconoce y es
encarcelado, muriendo el 16 de Agosto de 1327. Por eso celebrábamos en Benínar
su onomástica el día 16 de agosto, rezando y sacándole en procesión.
La poesía de Lola Díaz
Aunque ya se
publicó, recordemos esta poesía hecha por Lola Díaz, porque es maravillosa y en
la misma se ve lo que siente por su pueblo. Dice así:
San Roque son tus hijos de Benínar,
que con ilusión y alegría,
como preparan las cosas,
para celebrar tu día.
Y cuando llega tu día,
todos vienen con fervor,
a oírte la santa misa,
y a sacarte en procesión.
Como te llevan a hombros,
con cariño y devoción,
echándote tantas vivas,
les sale del corazón.
Y a San Roque yo le pido,
por los enfermos curarlos,
por los jóvenes y niños
y por todos los ancianos
y por lo que estén cerca
y por lo que estén lejanos.
Por los que están en el cielo,
que también te están mirando.
Con cariño y con amor,
ellos también te llevaban,
muy adentro del corazón.
todos vienen con fervor,
a oírte la santa misa,
y a sacarte en procesión.
Como te llevan a hombros,
con cariño y devoción,
echándote tantas vivas,
les sale del corazón.
Y a San Roque yo le pido,
por los enfermos curarlos,
por los jóvenes y niños
y por todos los ancianos
y por lo que estén cerca
y por lo que estén lejanos.
Por los que están en el cielo,
que también te están mirando.
Con cariño y con amor,
ellos también te llevaban,
muy adentro del corazón.
¡Hay San Roque!, cuantos recuerdos...
con cariño yo recuerdo a mi gente de Benínar...
y como voy a olvidar a mis amigas queridas.
Todas son maravillosas,
las llevo en el corazón,
como manojo de rosas.
Y a ti mi Virgen del Carmen,
te dedico esta oración,
¡que nos libres de pecado y nos des tu protección!
¡Ay Benínar cuantos recuerdos!
con tus calles tan bonitas...
con esa plaza tan bella,
con esas fiestas bonitas...
con los moros y cristianos,
y aquella corrida de cintas...
¡¡¡VIVA SAN ROQUE Y LA VIRGEN DEL CARMEN Y TODA LA GENTE DE BENÍNAR!!!
¡¡¡VIVA SAN ROQUE Y LA VIRGEN DEL CARMEN Y TODA LA GENTE DE BENÍNAR!!!
¡Bellos
versos para terminar esta historia!. Más que una poesía es una oración,
pidiendo por todos los benineros, que sale del alma de Lola para llegar muy
alto, como si cogiera ese manojo de rosas de los recuerdos (que dice que lleva
en el corazón) y lo lanzara con mucha fuerza hacia arriba para subir y no caer.
Las
flores, revoloteando como mariposas o como puntos de luz, poco a poco ganan
altura hasta rebasar las nubes hacia el lugar donde se halla San Roque. Me
imagino una gran celebración para festejar la llegada, con la Virgen del Carmen
rodeada de los ángeles, los santos y todos los que allí se encuentran.
Cuando
escuchen la poesía habrá un ¡¡¡bieeén!!! o un aplauso general, a algunos se les
escapará una lágrima y seguro que nuestro santo patrón se ruborizará cuando
reciba las felicitaciones de los demás santos.
Deseo
a Lola y Antonio mucha felicidad, que San Roque y la Virgen los bendiga y les
dé larga vida, junto con su hija Encarna Mary, el esposo de ésta y los hijos de
ambos, nieto y nieta. Igualmente, con la nuera María, que fue esposa de
Antonio, y las dos nietas de su parte. Y demás familiares.
Manuel
Maldonado, Marzo de 2013.
Manuel, despues de estos días de fiesta y descanso, me he encontrado esta mañana con la última parte de este trabajo tan bien hecho que has dedicado a la familia de Lola Díaz y Antonio el de Rosendo.
ResponderEliminarEl homenaje que has hecho a su hijo, y a todos los que como él participaron en los moros y cristianos de Benínar y ya no están en este mundo, ha hecho que al leerlo varias veces a lo largo de la mañana se me pusieran los pelos de punta.
Cuando a cada uno nos llegue nuestra hora, no dudo que los San Roques los pasaremos todos juntos y de la manera que lo describes. Estaremos en el Paraiso todos los benineros recordando al otro paraiso que nos arrebataron, y disfrutaremos de nuestras fiestas patronales como antaño: moros y cristianos, las arquillas de dulce etc. Encima, como será el cielo...no tendremos avispas que nos piquen en el río, y hasta tendremos aire acondicionado para mitigar los calores de agosto en esa maravillosa carpa.
La magnífica poesía de Lola y las fotos tan estupendas (mención especial, para la primera) terminan de redondear este entrañable y hermoso artículo.
Abrazos.