El niño minero que llegase al Pozo Malacate desde aquel momento dejo la
niñez para convertirse en la sombra de Faustino. Era el criado del dueño y
señor de las explotaciones mineras de Benínar. El malagueño cada vez se está
volviendo más señorico puesto que tenía a su vera el lazarillo que todo lo
controla, que todo lo escucha y a su vez su madre y sus dos hermanos veneran al
que le da de comer y por ello todos los comentarios que se escuchan en el
pueblo llenan a oídos de Faustino.
La madre de Antoñico, siempre tiene la comida que le gusta al señor y
alguno de sus hijos se la lleva a su hora allí donde se encuentre. La familia
del que fuese el niño minero se convirtió en la familia que siempre tuvieron
los señoricos andaluces que endiosaban a sus señores.
Antoñico asume la construcción y puesta en funcionamiento del molino que
después sería conocido como el Molino de Andrés el Perejil. En cierta medida
quien estará siempre a pie de obra para la construcción y después
funcionamiento será su madre Dolores y sus dos hermanos, puesto que el dueño y
señor no podía prescindir de su criado.
Ya Dolores había ejercido un trabajo en la sombra de preparar un cortijo
cerca, en Peñarrodá para que se fuese a vivir allí Faustino con su amante, ya
que en Benínar las habladurías y el vivir en pecado mortal (ni se habían casado
ni estaba previsto) para aquella pareja se había convertido en una atmósfera
insoportable. A pesar del genio y figura de Dolores, ella con sus hijos eran un
ejército que tenían siempre la de perder para defender los tejemanejes del
señorico, ante aquella población que todo era baremado y puesto en primer lugar
en base a lo ideal: El pecado.
La frenillo en Peñarroda, Faustino va y viene todos los días a la
explotación minera a caballo que le gusta cambiar de animal según se le antoja,
ya Dolores la Perejila se encuentra más libre para dedicar la mayor parte de su
tiempo a la construcción de casa y molino.
El de la cantera de piedras del Barranco Baena, antes de comenzar a la
extracción de las dos ruedas, va hablar con Faustino:
La Perejila es la que está
moviendo todos los hilos para lo del molino. Se siente dueña y señora. Como si
ella pusiese los reales.
El dueño y señor, le mira de arriba abajo y le contesta:
¿La construcción va por buen camino? Si
funciona, déjala. Palante.
No son fáciles los tiempos y Dolores tiene que enfrentarse ante una serie
de leyes sociales, unas impuestas por la iglesia y otras no escritas impuestas
por la sociedad cerrada a cal y canto a la mujer. Las féminas a su vez formaban
un grupo mucho más sólido ante todos los acontecimientos, ante determinadas
posturas. Las benineras siempre demostraron tener más agallas y muchísimo más
tesón e inteligencia sobre todo el grupo de las casadas que sus compañeros los
hombres. Esto llega hasta los hijos de mi generación que para identificarnos a
casi todos, pronuncian nuestro nombre y a continuación: Hijo de la madre coraje
correspondiente.
Dolores va a empezar a montar una
empresa, adquirir el conocimiento de dicha tecnología y por supuesto la
comercialización y venta del producto, del molino de harina.
Francisco R. Maldonado Ruiz.
Nos trasladas a tiempos pasados y los retratas "divinamente".
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