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domingo, 3 de febrero de 2013

Eugenia Doucet 3ª parte

LA ÚLTIMA VEZ QUE EUGENIA REGRESA A BERJA (III).
 
Recurro al título del libro "No digas que fue un sueño", de Terenci y Moix, al pensar la última vuelta a España de Eugenia.
 
La canadiense regresa a la Berja de sus sueños, donde había encontrado el desarrollo espiritual en plenitud. Visita con frecuencia donde se reunían todas las personas mayores, y, conoce a Frasquito. Como una adolescente, se enamora de “aquel torrero español” y deciden casarse. Aquel hombre de Berja se parecía enormemente a aquel torrero, Dominguín, el que había enamorado locamente a Ava Gardner.
 
 
Berja
 
 
Fijan la fecha de la boda y se casan en Almería capital. Aunque nunca lo supe, para ella aquel casamiento según su cultura canadiense, sería lo más normal del mundo que se casasen por la iglesia dos personas como ellos y se debería haber realizado en la Ermita de la Virgen de Gádor, o en la iglesia del pueblo con todos los festejos e invitados que llevaban las bodas benineras.
 
No entendió nunca ni creo que supimos explicárselo sus allegados de forma convincente aquella costumbre no escrita en la que socialmente no estaba bien visto que se casasen los viudos. Cuando le explicamos la última boda de viudos en Benínar que se celebro de madrugada y todos los jóvenes tocando carabutas (caracola grande que se cogía en las playas de Adra, que al soplar por ella producía un sonido especial) y todo tipo de instrumentos que produjesen ruido, durante toda la noche en la que se había filtrado la noticia del casamiento, y, ¿tal vez por ello, acepto, desplazarse hasta Almería capital a casarse?.
Cuando Eugenia ya estaba en Berja, felizmente casada, las autoridades municipales la llevan de un lado a otro dentro de la provincia presentando su libro. Los políticos de aquellos tiempos no vieron para nada el potencial turístico que tenía toda la Alpujarra tomando como base Berja por ejemplo, a pesar de las visitas de extranjeros que llegan a Berja como consecuencia que su libro se edito primero en inglés y posteriormente en castellano. En una ocasión me dice Eugenia “la labor que yo podría realizar en la oficina de Información y Turismo”. No sé si dicha propuesta fue realizada al ayuntamiento, si fue rechazada o no llegó a proponerla.
Entre ella y su hija Susana, lograron que la Banda Municipal de Berja, viajase a Canadá y allí fuese alojada de la misma forma que se alojaba la Banda Municipal de Música de Ugijar, cuando llegaba a Benínar, es decir, cada músico en una casa particular a la ciudad que llegaron.
Eugenia desde su llegada a España era identificada por donde pasaba por su forma de vestir. Los estampados, los colorines formaban parte de su vestimenta. Otra de sus características era su forma enérgica de andar, parecía que siempre andaba de puntillas.
 
Siempre fue positiva aún en los momentos difíciles por los que toda persona pasa de vez en cuando. En una de las veces que la visité en Berja, la encontré totalmente transformada, vestida de ropa negra u oscura, con faldas muy debajo de la rodilla, solo le faltaba el pañuelo negro de seda que hasta hace poco llevaban puesto todas las mujeres mayores en La Alpujarra.
 
Me planto delante de ella y le digo:
 
- ¿Has renunciado de ser Eugenia la canadiense, para convertirte en otra mujer más de las que acuden al hogar del pensionista?. ¿Tienes el mismo sastre que Carmen la de Martirio?.
En aquellos momentos su máquina de escribir, le llama y ella no acude. Visita Lanjarón, Laujar de Andarax, Yegen, etc y no escribe nada y por ello deja de mandar sus publicaciones tanto en francés como en inglés.
 
Eugenia me mira y me contesta:
 
- Paco, dejo de nadar contra corriente.
 
Gerald Brenan, deja la Alpujarra para irse a vivir a Alhaurin el Grande. En aquellos momentos pensé: ¿Eugenia estará pensando volver a marcharse otra vez de la Alpujarra definitivamente para no volver?.
 
Francisco R. Maldonado Ruiz.

1 comentario:

  1. En la manera como nos la recuerda, quedan patentes la admiración y el cariño que profesa Paco a Eugenia.

    Como dije hace unos días (antes del gripazo) Conocí a Eugenia y familia en la segunda parte de mi viaje de novios.

    Por motivos de vecindad, la relación que mantenía con mi Ángeles era muy especial. Sabía perfectamente que Angelícas tenía a toda su familia en Barcelona, y que se habían tenido que quedar en el pueblo, porque su hijo Pedro no hubiera pasado las revisiones médicas para entrar en una fábrica en Cataluña.

    Eugenia correspondía a los detalles de buena vecindad aconsejando a mi hermana. No dudaba en salir a la puerta cuando sospechaba por su aspecto cabizbajao que venía de casa de Juan de hablar por teléfono con mi madre, y ella la consolaba.

    Fueron muchos los detalles, de los que mi hermana nos hacía referencia sobre "los Canadiences", así que no nos llevamos ninguna sorpresa al conocerlos personalmente. Bueno si que nos sorprendimos. Nos sorprendió su generosidad, y la necesidad de devolvernos el cariño que segun ellos habían recibido de Juan Y Angeles.

    María guarda como "oro en paño" una cruz que Eugenia había hecho con un hueso de melocotón; incluso la llevó al cuello durante temporadas de nuestros años "hippies".

    La última vez que vimos a Eugenia en Benínar, fué en la boda de mi sobrino Pedro. Al conocer a mi madre le dijo: Tiene que estar muy orgullosa de su hija Ángeles; ella no tiene cultura, pero con su gran corazón le sobra.

    Hablamos de Eugenia, y en cierta manera le hacemos homenaje. Los homenajes, en vida que es cuando hay que hacerlos.
    Encontré muy apropiado el que le organizásteis en Plaza hace un par de años. En el vídeo quedaron grabadas sus sabias y emocionadas palabras hacia todos los benineros.

    Un saludo muy grande para Eugenia y familia.

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