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miércoles, 26 de mayo de 2010

La batalla, o más bien refriega, de los LLanos de Lucainena

Dando una "vuelta" al libro "Guerra de Granada hecha por el Rey de España Don Felipe II contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes: historia en cuatro libros" de Diego Hurtado de Mendoza, me he topado en el libro tercero con un pasaje donde se relata una batalla, que luego quedó más bien en refriega, y que ocurrió en el Llano de Lucainena. Al mirar por encima creí entender que se refería al Llano de Benínar y por eso me llamó inicialmente la atención. Luego comprobé que se refería efectivamente a Lucainena. Pero es igual, también es de interés ya que pone de manifiesto la enorme tensión que se vivía en aquellos momentos entre las tropas cristianas. Os voy transcribir parte de ese pasaje.

La acción se inicia con las tropas cristianas acampadas en Adra, mientras que Abén Humeya se refuerza en el interior de la Alpujarra. Leemos en el citado libro:

"Dende los 10 de junio a los 27 de julio (1569) estuvo el marqués de Vélez en Adra sin hacer efecto; hasta que entendiendo que Aben Humeya se rehacía, partió con diez mil infantes y setecientos caballos, gente, como dije, ejercitada y armada, pero ya descontenta: llevó vitualla para ocho días; el principio de su salida fue con alguna desorden."

Un enorme ejército: nada menos que 10.000 infantes y 600 caballeros, y el Marqués de Vélez, queriendo hacer un equilibrio entre las tropas que le eran todavía adictas, pero descontentas con sus actuaciones anteriores...

"Mandó repartir la vanguardia, retaguardia y batalla por tercios; que la vanguardia llevase el primer día don Juan de Mendoza, el segundo don Pedro de Padilla; y habiendo ordenado el número de bagajes que debía llevar cada tercio,..."

Pero parece ser que en el reparto no había mucho acuerdo. El texto continua diciendo:

"... fue informado que don Juan llevaba más número dellos; y puesto que fuesen de los soldados particulares, ganados y mantenidos para su comodidad, y aunque iban para no volver a Adra, mandó tornar don Juan al alojamiento con la vanguardia, pudiéndole enviar a contar los embarazos y reformarlos; cosa no acontecida en la guerra sin grande y peligrosa ocasión; con que dio a los enemigos ganado tiempo de dos días, y a nosotros perdido. Salió el día siguiente con haber hallado poco o ningún yerro que reformar; llevó la misma orden, añadiendo, que la batalla fuese tan pegada con la vanguardia, y la retaguardia con la batalla, que donde la una levantase los pies, los pusiese la otra, guardando el lugar a los impedimentos; la caballería a un lado y a otro; su persona en la batalla, porque los enemigos no tuviesen espacio de entrar."

Después de dos días en dimes y diretes de quién llevaba más o quien llevaba menos, se toparon con 3.000 arcabuceros y algunos ballesteros de Abén Humeya en el Llano de Lucainena:

"Vino a Berja, y de allí fue por el llano que dicen de Lucainena, donde al cabo dél vieron algunos enemigos con quien se escaramuzó sin daño de las partes; mostrando Aben Humeya su vanguardia, en que había tres mil arcabuceros, pocos ballesteros; pero incontinente subió a la sierra: la nuestra alojó en el llano, y el Marqués en Ujíjar donde se detuvo un día, y más el que caminó: dilación contra opinión de los pláticos, y que dio espacio a los enemigos de alzar sus mujeres, hijos, y ropa; esconder, y quemar la vitualla, todo a vista y media legua de nuestro campo."

Tras este primer encuentro en que Abén Humeya evitó el enfrentamiento directo y le permitió poner a resguardo a las mujeres y niños debido a la apatía del Marqués de Vélez, se preparó para entrar en batalla:

"El día siguiente salió del alojamiento: los enemigos mostrándose en ala, como es su costumbre, y dando grita, acometieron a don Pedro de Padilla, a quien aquel día tocaba la vanguardia, con determinación, a lo que se veía, de dar batalla. Eran seis mil hombres entre arcabuceros y ballesteros, algunos con armas enhastadas; víase andar entre ellos cruzando Aben Humeya, bien conocido, vestido de colorado, con su estandarte delante; traía consigo los alcaides y capitanes moriscos y turcos que eran de nombre. Salió a ellos don Pedro con sus banderas y con los aventureros que llevaba el marqués de la Favara, y resistiendo su ímpetu, los hizo retirar cuasi todos; pero fueron poco seguidos, porque al marqués de Vélez pareció que bastaba resistillos, ganalles el alojamiento y esparcillos."

Aben Humeya frente a una fuerza mayor no pudo aguantar el envite: Pero llama la atención que teniendo la oportunidad el Marqués de Vélez de destruir a Abén Humeya, se contentara con  ocupar el lugar en donde el morisco estuvo el día antes aposentado. Algunos militares del marqués hicieron una persecución, pero no consiguieron más que dispersarlos.

"Retiráronse a lo áspero de la montaña con pérdida de solos quince hombres: fue aquel día buen caballero el marqués de la Favara, que apartado con algunos particulares que le siguieron, se adelantó, peleó, y siguió los enemigos: lo mismo hizo don Diego Fajardo con otros. Aben Humeya, apretado, huyó con ocho caballos a la montaña, y dejarretándolos, se salvó a pie; el resto de su gente se repartió sin más pelear por toda ella: hombres de paso, resolutos a tentar y no hacer jornada; cebados con esperanzas de ser por horas socorridos o de gente para resistir, o de navíos para pasar en Berbería; y esta flaqueza los trujo a perdición."

El texto continua explicando el por qué de la actitud tan templada del Marqués y la justifica por falta de vituallas suficientes y que era preferible afianzar la zona de La Calahorra, Guadíx y Baza, en zona llana, y no enfrascarse en una guerra de guerrillas en las fragosidades de Sierra Nevada. Además, el Marqués de Vélez realmente no tenía potestad militar en el reino de Granada, ya que él mandaba en el de Murcia donde era jefe militar y gobernador.

"Contentose el Marqués con rompellos, ganalles el alojamiento y esparcillos; teniendo que bastaba, sin seguir el alcance, para sacallos de la Alpujarra, o que esperase mayor desorden, o que le pareciese que se aventuraba en dar la batalla el reino de Granada, y que para el nombre bastaba lo hecho: hallose tan cerca del camino, que con doscientos caballos acordó pasar aquella noche a reconocer la vitualla a la Calahorra, donde no hallando qué comer, volvió otro día al campo, que estaba alojado en Valor el alto y bajo. Detúvose en estos dos lugares diez días, comiendo la vitualla que trajo y alguna que se halló de los enemigos sin hacer efecto, esperando la provisión que de Granada se había de enviar a la Calahorra, y teniendo por incierta y poca la de Adra; y aunque los ministros a quien tocaba, afirmasen que las galeras habían traído en abundancia, resolvió mudarse a la Calahorra, fortaleza y casa de los marqueses de Cenete, patrimonio del conde Julián en tiempo de godos, que en el de moros tuvieron los Cenetes venidos de Berbería, una de las cinco generaciones descendientes de los alárabes que poblaron y conquistaron a África. Tuvo el Marqués por mejor consejo dejar a los enemigos la mar y la montaña, que seguillos por tierra áspera y sin vitualla, con gente cansada, descontenta y hambrienta, y asegurar tierra de Guadix, Baza, río de Almanzora, Filabres, que andaba por levantarse y allanar el río de Boloduí, que ya estaba levantado, comer la vitualla de Guadix y el marquesado."


Muy probablemente si el Marqués de Vélez hubiera atacado con intensidad en el Llano de Lucainena (que en su interior lo deseaba fervientemente), le habría costado enfrentarse contra el Marqués de Mondéjar, verdadero jefe militar de la zona y recibir una gran reprimenda del Rey Felipe II. Ambos marqueses tenían visiones bien diferentes en cuanto a la forma de actuar en la Rebelión de los Moriscos y se debían a que sus intereses en la cuestión eran muy diferentes. Para el Marqués de Vélez, jefe militar de Murcia, había que arrasar y llevar a la muerte a todos los moriscos. A fin de cuentas el Reino de Granada no era de su jurisdicción y le importaba poco. En cambio, el de  Mondéjar, jefe de Granada, y cuyos "vasallos" eran los moriscos a quien él gobernaba, sólo quería que la rebelión se apaciguase y volvieran las aguas a su sitio. Si se les destruía, junto con ellos se destruiría la mayor parte de la riqueza que el gestionaba y sobre la que gobernaba. Sería como un suicidio.
 
Ante estrategias tan diferentes y la falta de acuerdo que iba en beneficio claro de Abén Humeya, el Rey Felipe II mandó a Don Juan de Austria (el de la imagen de arriba), con tercios bien entrenados procedentes de Flandes, para finalizar una rebelión que estaba tomando un cariz muy preocupante. El resultado final, muy a pesar del Marqués de Mondéjar, del propio Don Juan de Austria e incluso del Rey de las Españas, y para satisfacción del de Vélez, fue la destrucción total. Don Juan de Austria una vez finalizada su tarea afirmó que era una pena que un reino, como el Reino de Granada, se quedara sin súbditos.
 
En efecto, el Reino de Granada y en especial la Alpujarra, entraron en una gravísima recesión económica y social que explica en buena parte el retraso que en los últimos siglos se ha vivido.

8 comentarios:

  1. En varias ocasiones hemos hablado del llano donde se libraron las batallas, este autor se situa como referencia en Lucainena, sin embargo aunque no se puede decir que no es cierto, si se puede decir que pertenece a Benínar, Darrical, y lucainena, quizás muchas veces olvidamos a Alcolea.
    Pazzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

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  2. Hola pues no se situarme Geográficamente, dado que aquella zona es tremendamente montañosa y surcada aquellas tierras por barrancos, ramblas, ramblillas y rios, porque llegado a Darrícal, en el páramo llamado Escariantes, el río verde se abre en brazales, uno hacia Ugíjar y el otro hacia el puente de Alcolea.
    Zonas llanas conozco algunas joyas, como la Manzano en las Lomas, Cuenca en Cintas, El llano, El campillo situado entre Hirmes y Darrícal.
    Luego está la llanura de la falda de la sierra de Gádor, por donde transcurre la carretera que pasa por el Cid desde Berja a Laujar. No siendo completamente llano.
    Si te subes a Cantamulos (Hirmes) o al Morrón de Darrícal, en el campillo, los dos puntos más altos Geográficamente de la zona, te das cuenta, de que todo, lo que se ve, es, menos llano, y propicio para emboscar a un ejército numeroso.
    Si alguno pudiera explicar, con claridad geográfica, lugar del pasage que se cuenta, sería de gran ayuda, para los que no sabemos situarnos, aunque nos hayamos andada aquellos cerros.

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  3. Tres entradas tiene el llano, nombre relativo que se da. Por Venta Llana, cruzando el Barranco de los Caballos, subiendo hasta el campillo.
    Desde lo de Miguel (marin) se sube al Campillo, Carretera de Darrical.
    Por la carretera de Berja a Cherin entrada al Campillo, y desde Hirmes creo que el acceso es por camino de herraduras.

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  4. Cuando leí el pasaje me vino a la mente el Llano de Benínar, con su camino. Tiene las anchuras suficientes como para que acampen miles de personas. En otros lugares es más difícil.

    El texto habla claramente de el llano que llaman de Lucainena, pero puede ser un error, ya que Hurtado de Mendoza no era del lugar. Además dice "que llaman de...", como si no hubiera una seguridad.

    Del texto, en cambio, si parece que estaba no muy lejos de Ugíjar y por tanto Lucainena es más probable...

    No sé. Yo he puesto lo que dice el texto del libro, pero me queda la duda de dónde meter a tantos miles de soldados y caballeros, si no es en el Llano de Benínar.

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  5. He entrado en Google Earth buscando una zona amplia y relativamente llana cerca de Lucainena y sí existe.

    Por encima de todos los cerros de Lucainena, el terreno se suaviza y es más o menos llano hasta llegar a la carretera de las balsicas. Si este es el Llano de Lucainena que cita el libro de "la guerra de Granada", aquí sí cabe mucha gente y está en zona de paso entre Berja y Ugíjar. Es una zona próxima a Cherín y no muy lejos de Ugíjar.

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  6. Rafa, muy interesante, todo lo que es historia. Conforme leía, me imaginaba al Marqués de los Vélez y todo su ejercito, subiendo rio arriba desde Adra al pié de la sierra. La cara de los Benineros de entonces al ver tal despliegue....

    Nuestro Rio, estaba ahí,nuestras montañas, eran las mismas...Una batalla de moros y cristianos, pero de verdad....Hoy más que nunca, "nuestros Moros y cristianos", los siento mucho más cerca, recreando cosas que pasaron en realidad...

    Juan Gutiérrez.

    Buén trabajo.

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  7. Seguro que ya has leido el artículo que sobre la marcha he escrito sobre cómo pudo ser la batalla.

    Yo creo que por Benínar no se atrevieron a pasar ya que era un ejército demasiado grande y meterse por el río y llegar a los escariantes los podrían masacrar. En este caso Benínar se quedó al margen, pero a la distancia se vería el polvo de los caballos y peones y el humo de los arcabuces en el fragor de la batalla.

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  8. En la Relaciones de Moros y Cristianos se muestra una imagen tópica de lo que ocurrió, pero al conocer la realidad, todavía se aprecian más en su valor esas representaciones de moros

    ¡Cuánto calaron en la gente!
    ¡Cuánto tuvieron que impactar!

    El mismo ejército profesional de Don Juan de Austria que hubo en la Alpujarra es el mismo que hubo en Flandes (Holanda). Todavía los Holandeses recuerdan en sus celebraciones las guerras con los Españoles. Evidentemente, los españoles son los malos...

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