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martes, 1 de diciembre de 2009

El Infante Don Juan de Granada, alternativa regia a Abén Humeya, es el desconocido y último sucesor del Reino Nazarí


Muley Hacén, del que la leyenda dice que está enterrado en el Pico Mulhacén, en Sierra Nevada, fue Rey de Granada y origen de una convulsa descendencia que luchó por el poder de un reino acosado por Castilla y Aragón. Su hijo Boabdil le destronó y fue el rey que entregó las llaves de la Alhambra a los Reyes Católicos. Pero Boabdil tenía dos hermanastros, Nasr y Saad que, tanto por las intrigas de la madre de aquel, Aixa (Cetti Fátima), como por la habilidad de los Reyes Católicos para atraérselos hacia sí, quedaron completamente relegados en la lucha por erigirse reyes de Granada. En cambio, un nieto de Nasr, el Infante Don Juan de Granada y Mendoza, pudo ser nombrado nuevo Rey de Granada en lugar de Abén Humeya en la Rebelión de los Moriscos de la Alpujarra. La actuación del sistema de espionaje de Felipe II impidió que esto hubiera ocurrido.

La historia es como sigue. El primogénito de Muley Hacén era Boabdil el Chico (Abū ʿAbd Allāh Muḥammad) nacido de la Reina Aïsha bin Muhammad ibn al-Ahmar (Aixa o Cetti Fátima). La Reina Aixa era experta en las intrigas palaciegas, sobre todo desde que una nueva favorita del rey, dicen que bellísima, empezó a adquirir poder e influencia sobre el monarca y se convirtió en su segunda esposa. Nos referimos a Doña Isabel de Solís, cristiana cautiva que abrazó el Islam bajo el nombre de Soraya. La fotografía es de la "Torre de la Cautiva" en la Alhambra, donde la leyenda cuenta que Doña Isabel de Solís estuvo presa antes de que el rey se enamorara perdidamente de ella.

Esta segunda esposa tuvo dos hijos, los citados Nasr ben Ali y Saad ben Ali, y ante el temor de que el mayor de ellos pudiera ser nombrado heredero legítimo del trono de Granada, la Reina Aixa tramó un golpe de estado contra su marido en el cual el hijo de ambos, Boabdil, fue finalmente nombrado nuevo Rey de Granada. De estas intrigas también salió malparado el hermano de Muley Hacén apodado el Zagal.

Con Boabdil en el poder, sus hermanastros Nasr y Saad, así como la propia Soraya, cayeron en desgracia. Los Reyes Católicos, muy astutos, los acogieron y les ofrecieron prevendas para que no intentaran optar por el trono de Granada. Si además se eliminaba a Boabdil, el terreno se allanaba para apoderarse del último reino musulmán de España. En efecto, Boabdil completamente rodeado y entendiendo que el Reino de Granada ya no tenía futuro bajo su dinastía nazarí, pactó el fin de la Guerra de Granada y entregó la Alhambra bajo unas condiciones de capitulación lo más favorables posibles para los granadinos.



Con Boabdil en el exilio, la Reina Aixa que pretendió con sus intrigas perpetuar el reino en su hijo, no pudo en 1492 más que expresar su indignación con la supuesta frase: "Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre..."

Poco antes de la Toma de Granada, los Reyes Católicos secuestraron a los hermanastros de Boabdil, Nasr y Saad, todavía pequeños, y los llevaron a Sevilla. Con el desarrollo de los hechos, Soraya, vuelve a abrazar de nuevo el cristianismo y entra en la corte de Isabel la Católica, con el nombre de Isabel de Granada. A partir de este momento, la ex esposa de Muley Hacén dedicó su vida a acompañar a Isabel la Católica hasta su muerte. Sus hijos toman los nombres de Infante D. Juan de Granada (Nasr) e Infante D. Hernando de Granada (Saad), manteniendo, eso sí, sus estatus reales de príncipes, aunque sin opción a ser nombrados reyes.

Ambos se casan con mujeres de la nobleza cristiana. Hernando no tiene descendencia, pero su hermano Juan tiene numerosos hijos: El primogénito es Don Juan de Granada y Sandoval (que no tiene descendencia en su matrimonio) y le sigue Don Gerónimo Bernardino de Granada y Sandoval, que hereda los derechos reales. Éste, a su vez, tiene dos hijos: Don Juan de Granada y Mendoza (que herada el infantazgo) y Don Hernando de Granada y Mendoza, los últimos descendientes de la dinastía nazarí de Granada.

Los hermanos Granada se codean con lo más importante de la nobleza de mediados del siglo XVI, siguiendo a la corte en donde ella se instalara. También se relacionan con personajes relevantes del mundo morisco. Esto último puso en sospecha a los servicios de espionaje de Felipe II, por lo que nunca dejaron de estar vigilados muy de cerca, sobre todo por la posibilidad de que en algún momento intentaran reclamar sus derechos como descendientes de reyes.

Sobre 1565, pocos años antes de la Rebelión de los Moriscos de la Alpujarra, el Infante Don Juan de Granada y Mendoza, viaja a Italia como asistente del Duque de Alburquerque que es nombrado gobernador de Milán. En noviembre o diciembre de 1568, a un mes escaso del inicio de la Guerra de la Alpujarra, Don Hernando de Granada, con la excusa de hacer carrera, viaja también a Italia, acercándose a su hermano.

Con el levantamiento en la Navidad de 1568 de los moriscos, se inicia al poco un proceso convulso para elegir el nuevo Rey de Granada que reinstaurara un reino musulmán. Aunque finalmente Don Fernando de Córdoba y Válor, bajo el nombre de Abén Humeya se erige como monarca aduciendo su ascendencia Omeya, reyes de Arabia y Califas de Córdoba, muchos propusieron y reclamaron la restauración del Reino Nazarí legítimo. Desde este momento, el Infante Don Juan de Granada y Mendoza, que a la sazón estaba en Italia y que pocos días antes del levantamiento fue visitado por su hermano Don Hernando, pasaba a ser la esperanza de un buen número de rebeldes moriscos. Para ellos, debería ser su rey.


Los servicios secretos de Felipe II cuyos hilos movía su secretario Antonio Pérez pusieron en marcha los medios para impedir que el Infante Don Juan de Granada pudiera volver a España y por supuesto, a la Alpujarra, que ya hervía en guerra. Se dio orden al Duque de Alburquerque, gobernador de Milán y jefe del infante, que Don Juan estuviera retenido indefinidamente hasta que no acabase la rebelión alpujarreña. Por su parte, su madre, Doña Cecilia de Mendoza, sospechando lo peor, mandó cartas a su hijo para que no se moviera de Italia, ya que si retornaba a España, muchos pretenderían nombrarlo Rey de Granada, con las posibles consecuencias muy negativas, que a juicio de ella, podrían sobrevenirle.

Por su parte, Don Juan se entrevistó veladamente con sus contactos moriscos y envió cartas a su madre, e incluso al rey, diciendo que le dieran permiso para retornar. Puso diversas excusas que, a los ojos de los servicios secretos, eran simples cortinas de humo: que quería volver para casarse por fin con su prometida, luego que estaba muy enfermo y debería venir a curarse a España o que tenía que resolver cuestiones económicas de su hacienda.

Todas las cartas fueron probablemente intervenidas por los espías, y las entrevistas con diversos personajes sospechosos de colaborar con los moriscos o con los turcos observadas a no muy larga distancia.

Ante la negativa del gobernador de Milán a que retornara el Infante Don Juan, éste decidió fugarse y volver por su cuenta. Para ello pidió prestado dinero a un banquero italiano para sufragar los gastos del viaje, pidió a su hermano Hernando que lo acompañara (el cual se negó), y salió ocultamente en dirección a Génova y de ahí a Barcelona. Su hermano Hernando fue enseguida puesto en prisión y torturado para que declarara los planes del infante, mientras que éste fue seguido por los espías que comprobaron que hizo un recorrido ya descrito en unos papeles redactados en aljamiado (castellano escrito en letras árabes) intervenidos a unos moriscos que formaban parte de la conspiración.

Finalmente, el Infante Don Juan fue capturado en Barcelona y encarcelado. Por otra parte, en la Alpujarra, el recién nombrado Abén Humeya cae en desgracia y es asesinado por sus propios correligionarios. Don Juan de Austria, hermanastro del rey Felipe II, dirige desde ahora la Guerra de la Alpujarra de forma más eficiente que el Marqués de Mondéjar y el Marqués de los Vélez. Las cartas están echadas. El sucesor omeya muerto y el sucesor nazarí encarcelado.

Finalizada la guerra, se enjuicia al Infante Don Juan de Granada y se le acepta la primera escusa que puso, que quería venir a casarse con su prometida, y en ningún momento a conspirar contra la corona de Castilla. Se le aceptaron sus disculpas y quedó libre.

Don Hernando y el Infante Don Juan, últimos herederos de la corona del Reino de Granada, murieron sin hijos, y con ellos, desapareció la dinastía que dio esplendor a Granada y su Alpujarra. Por su parte, la dinastía de los Austria respiró hondo: ya no tenían por fin rivales.

No muchos años después, también desapareció esta dinastía por falta de descendencia.

Una reflexión final en el ámbito de la "historia ficción". Aunque el ejército castellano en aquellos días era el ejército más poderoso del mundo y estaba capacitado para aplastar cualquier rebelión, siempre quedará la duda de qué hubiera pasado si hubiera entrado en juego el Infante Don Juan de Granada como aspirante. En la Península Ibérica el Reino de Portugal no se unificó con el resto de los reinos y hoy día es un pais independiente. Si el Reino de Granada se hubiera segregado, los habitantes de Granada, Málaga y Almería, al ser preguntados por su país, en vez de decir "somos españoles", dirían: "somos granadinos".



4 comentarios:

  1. Esta historia que parece un culebrón nos dice que las guerras no solo se ganan en el campo de batalla, sino con estrategias en todos los ámbitos.

    Cuando Maquiavelo escribió El Principe, se dice que pensaba en el Rey Fernando El Católico. Sea o no así, pensaba en todas esas estrategias que por ejemplo se desplegaron en la conquista de Granada y luego se repitieron en la Rebelión de los Moriscos en ambos bandos.

    En este artículo se ha puesto de manifiesto lo de la Familia Granada, pero además había otros familiares nazaríes algo más alejados que también pretendían el trono como los Granada-Venegas, más diversos sectores del ejército musulmán, la intervención del Gran Capitán... Esta complejidad en la toma de Granada también estuvo en la Rebelión de los Moriscos. Por ejemplo, cuando el Marqués de Mondejar, gobernandor del Reino de Granada, a las pocas semanas ya tenía prácticamente controlada la rebelión y firmando casi las capitulaciones, por su cuenta y riesgo llega el Marqués de los Vélez, gobernador del Reino de Murcia, desembarcando en Adra, subiendo por el Cejor y como un elefante en una cacharrería puso todo patas arriba, pegandole fuego a todo lo combustible que veía, ejecutando a troche y moche, por lo que la guerra se reactivó. Los dos marqueses aunque en el mismo bando, competían entre ellos, hasta que tuvo que llegar Don Juan de Austria a poner paz entre ambos y controlar la situación. En el bando morisco las cosas estaban peor: Que si Abén HUmeya es asesinado, que los enviados turcos mataban a todo lo que se movía y no hacían caso a los mandos moriscos...

    Y en paralelo, que es lo que hemos conado en este artículo, el descendiente de los Nazaríes, Don Juan de Granada, bloqueado en Italia y espiado hasta en sus últimos movimientos...

    Maquiavelo tuvo donde observar.

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  2. El Príncipe de Maquiavelo se publicó en 1513, después de la toma de Granada. Lógicamente no pudo ser influenciado por la Rebelión de Los Moriscos que fue 55años después. Pero el modelo es el mismo. Pero Felipe II y su secretario Antonio Pérez lo tendrían como libro de cabecera... (Todos los gobernantes antes o después lo leen)

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  3. Bonita pareja has mencionado, Felipe II versus Antonio Pérez. Organizaron en aquella época la mejor red de espionaje de la historia. El rey estaba puntualmente informado de todo lo que sucedía en el mundo conocido pero no se dio cuenta que el traidor lo tenía en casa.
    Recomiendo el libro "Los espias de Felipe II" de Javier Marcos y Carlos Carnicer.

    Saludos Benínar.

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  4. Sinceramente, esa rebelión ni tuvo tanta trascendencia ni estuvo tan planificada, las causas fueron simples, los moriscos iban viéndose acorralados, la única salida que les quedó fue la rebelión. Si se hubiesen respetado las capitulaciones no se habrían rebelado.

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