Páginas

domingo, 12 de mayo de 2013

Juan Román



 
 
Nos decía en clase el profesor José Antonio Hernández Guerrero que cuando elijamos a una determinada persona para escribir sobre él: “Dedicarle todo el tiempo que sea necesario y anotar en lo que tengáis a mano, la frase, el consejo, el comportamiento, (…), aunque no estéis en su presencia. Seguro que una vez sentados frente al ordenador iréis componiendo todo lo que influyo su personalidad en vosotros”. Poner en ella todo el empeño para que salga de vosotros los mejores sentimientos hacia esa persona.
Juan Román es de las pocas personas que se han librado de tener un apodo en Benínar (en aquel pueblo a todos nos encuadraban, éramos, el de Carlos, el de Ramón, de los Tomillos, de los Perejiles, etc) sin la necesidad de recurrir a sus padres o descendientes, para en un momento determinado identificarlo. Juan Román era y es inédito. Pronunciabas su nombre y vertías en dos palabras todo el currículo de una persona íntegra y trabajadora.
 
Siempre marcado por la personalidad arrolladora de su esposa Angelicas, pero en el pueblo eran como el naranjo y el limo que están viviendo en la misma parata los dos disputándose el sustrato del suelo y el sol que los iluminaba para estar siempre llenos de fruta. Angelicas dando naranjas y el dando limas, sabores opuestos, pero únicos e inconfundibles.
 
No era muy partidario de formar parte del colectivo hasta que no le forzaban como eran por ejemplo los jornales que tenía que dar a la comunidad limpiando la Acequia de la Vega, en muy pocas veces, (estoy seguro que en ninguna) nos lo encontraríamos en una taberna, jugando a las chapas en el Reducto, (…). De todas las fotos recopiladas tanto en el foro como en la Asociación Plaza de Benínar donde salimos casi todos los benineros, por ejemplo en los Moros y Cristianos, en una procesión o en alguna boda, puede que no encontremos a Juan Román, mientras su mujer salía en casi todas.
 
La última vez que estuve a su lado en todos los momentos rozándonos , como se roza el perro y el amo que estuvieron mucho tiempo ausentes, y se encuentran. Ya metido en los ochenta disfrutaba de una lucidez espléndida y físicamente también aceptable.
 
No creo que en ningún momento pensase educarme (desde mi infancia hasta mi juventud) en intentar depender lo menos posible de los que te rodean, no llegar al límite de ser autosuficiente, pero sin dejar de intentarlo. Juan tiene la suficiente inteligencia en cada momento para lograr ser autosuficiente y no aparentarlo. Como el que tiene que caminar bajo el aguacero y no quiere llagar empapado a su destino. Difícil explicar lo de la dependencia de los que te rodean, pero creo que Juan Román lo logró siempre, en este aspecto es casi un experto, uno de mis maestros. Y qué decir de ser el primero en el tajo pensando:
 
Si yo puedo sacar adelante el trabajo planificado para qué quejarme, para qué esperar ayuda.
 
Si tengo que sembrar la almáciga, antes he tenido que seleccionar la semilla, esperar el momento que me marca la luna de abril, (…), el azufre, el cobre, las cañas, el esparto, etc. Si no sacaba los mejores tomates, pimientos, etc., la satisfacción del trabajo realizado y en el momento en que tenía que estar pendiente de la mata, de la floración, del árbol, (…), esa satisfacción de no escatimar tiempo y esfuerzo era tan satisfactorio como llenar los capachos.
 
¿Cuántos conocimientos tendrán los catedráticos sobre la agricultura de la Universidad de Almería?. Juan Román es un catedrático a pie de obra. Le dedico toda una vida a la agricultura de la Baja Alpujarra, en una materia que entendía y que por supuesto le gustaba. Lo lamentable es que nada ha dejado escrito sobre papel, él, su saber lo dejaba marcado en la tierra con el arado, la azada, el mancaje, el brazal y la acequia.
 
En el día a día, intento estar a la altura de ser el primero en el tajo sin que nada me distraiga como aprendí desde niño del que fuese mi vecino y mi maestro, Juan Román.
Francisco Ramón Maldonado Ruiz.

13 comentarios:

  1. Me ha gustado como defines a Juan Román, y sobre todo que lo hagas ahora mientras está vivo, puesto que las necrologías tienen ese baño de condescendencia que no se les suele dar a las personas mientras están vivas (salvo excepciones).

    El nombre de Juan Román es rotundo, original y de gran arraigo, por lo que no es de extrañar que no tenga seudónimo.
    Yo lo conozco personalmente, puesto que era casi vecino de mi abuela Clemencia y lo recuerdo de temperamento alegre y muy dinámico, parecido al de su madre (q.e.p.d.)

    ResponderEliminar
  2. Mi escrito te ha llevado a volver otra vez a sentarte en el portalillo.
    Tu comentario me ha recordado a Isabel la madre de Juan Román y a su hermana a Angelicas la ciega y a la casa de los Carpos que tenían alquilada Andrés Peregíl y su esposa Isabel, que anteriormente fue alquilada por el secretario del ayuntamiento que se conocía en el pueblo como el lechuga. La esposa de dicho secretario (Amelia) fue la madrina de Amelia (la de Paco Ginebra) y por eso se llama así nuestra querida Amélia la que vive en La Gangosa (Vicar).
    Otro dato:
    En la casa de los Carpos existía u desván donde yo había escuchado que existía un piano, pero por no disponer de una escaleras mi amigo Antonio el peregilillo y yo no pudimos comprobar si realmente existía o no dicho piano. Aquel desván lo recuerdo como un montón de sorpresas allí acumuladas y protegidas por todas las arañas del mundo.
    Que de nombres me han salido por centímetro cuadrado, todos ellos con una personalidad determinada.
    José Añez, un día de estos nos deberíamos sentar en el Portalillo de Angelicas con una manojo de esparto en el sobaco y elaborar lo que nos salga.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. La verdad es, que a base de daros la lata con las cosas que escribo recordando mis vivencias en el pueblo, cada vez me es más facil hacerlo (por eso no paro de animaros a todos, como lo ha hecho nuestro presidente a que perdais el miedo y no tengais reparo. Si no sale a la primera, saldrá a la segunda, o tercera...) pero cuando alguien pone sobre la mesa un tema que te toca tan de cerca, la cosa se complica y me cuesta expresarme.

    Paco, en muchas ocasiones es inevitable el nudo en la garganta cuando leemos muchas de las cosas que has escrito sobre Benínar. Hoy, al leer tus palabras sobre mi cuñado Juan Román, que me hizo de padre durante unos años en que el resto de la familia ya estaba instalada en Cataluña, el nudo ha pasado a ser lágrimas.

    Podría llenar páginas alabando a mi cuñado que tantas virtudes tiene, (y algún defecto como todos) pero solo quiero destacar el respeto con el que siempre me trató en mi adolescencia, y el cariño y la dedicación con que cuidó a mi hermana hasta el final.

    Juan, no está teniendo suerte en su vejéz principalmente al ver a su - mi Pedro enfermo.

    Como me gustaría estar más cerca y poder estar más pendiente de el!! Hay que conformarse con el teléfono, y con la visita anual que desde hace más de una década le hacemos.

    Paco, eres una buena persona; un buen vecino, y un buen amigo.

    Muchas gracias y un abrazo. Juan.

    ResponderEliminar
  4. Paco, me ha hecho mucha ilusión que me recordaras la casa de mi bisabuelo Policarpo familiarmente Carpo.

    Efectivamente esa casa siempre estuvo alquilada y desde niño, había escuchado decir a la familia que los hijos no se pusieron de acuerdo en cómo repartir la herencia del padre (hecho tan normal como la vida misma), por lo que el juez decidió encerrar todos los muebles y enseres en una habitación y tapiar la entrada.

    Yo que entonces la imaginación me volaba, y ahora algo menos, imaginaba que detrás de una gran puerta cegada que había en el corral de mi abuela Clemencia, se hallaba la famosa habitación donde estaría escondido ese gran "tesoro" como si de la cueva de Alí Babá se tratase.

    Tuve ocasión de comprobarlo los últimos días del pueblo, pues mi prima Dolores, madre de Isabel Pérez me dio permiso para entrar después de la expropiación de las casas, y ¡oh! sorpresa, la habitación daba a un corral, creo que era de la casa de Amelia.

    Estaba abierta por un lado con una baranda de madera, por lo que se podía subir desde el corral con una escalera.

    Todo lo que quedaba era polvo y telarañas y muebles rotos, el piano había desaparecido (aunque me dijeron que ya lo habían estropeado las que iban a mondar almendra a casa del bisabuelo) y los muebles de caoba que se los había comprado a una rica de Turón, habían desaparecido en su mayoría, sólo quedaban restos inservibles, algunas viejas fotografías de un personaje que nadie supo quién era y sofás desvencijados. Suponemos que el secretario del ayuntamiento daría buena cuenta de todo lo que le interesara. (No sé si era el mismo secretario que mandó quemar legajos documentales antiguos que había en el Ayuntamiento).

    Estoy de acuerdo en sentarnos aunque sea virtualmente en el portalillo de Isabel y contar viejas historias, aunque no sepa cómo hacer la guita con el esparto.

    ResponderEliminar
  5. La guita se entendía en Benínar cuando se hacía referencia a no tener una perrilla, una perragorda o un real. Las labores que se hacían con el esparto era tomiza, soguilla, soga, pleita, cenachos o cualquier recipiente, que dicho sea de paso quien aún es todo un maestro, un artista en dichos menesteres es nuestro paisano Antonio Blanco. Yo he intentado que me enseñe y aún me faltan muchas clases.
    Con la descripción que relatas sobre la forma de entrar en dicho recinto precintado por el juez me confirmas la teoría que llevo tiempo escribiendo sobre el tema de cuando y como se construyeron las casas de Benínar.
    No puedo afirmar que dicho secretario fuese el que eliminó parte de nuestro partimonio. Esto quien lo sabe perfectamente quien le pone nombre y apellido es el presidente de una de las dos asociaciones que tenemos los benineros. Lo que si estoy seguro es que el secretario apodado el lechuga se vuelve majara (cuando uno se enamora y no es correspondido se pierden las composturas se pierden todos los papeles) hasta el punto de tener que marcharse del pueblo al enamorarse de una preciosa beninera y no ser correspondido.
    Reflejas una actuación judicial sobre una herencia que la conocemos por ser trasmitida de generación en generación narrada no escrita. Yo también me acuerdo de otra que tengo escrita y no publicada. Conociendo estos detalles ahora uno se da cuenta de comportamientos de benineros que estas decisiones tomadas, le marcan el comportamiento para toda una vida.
    Otro tema:
    No se si te acuerdas o tienes una foto del tranco que tenía la vivienda o almacen, o, (...), donde vivía Antonio Carpo. Tenía las dos muescas o dos rebajes por donde entraban las ruedas de los carros. Ese recinto o fue una posada o era el único garaje para carros que había en el pueblo. ¿...?.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. Mi ignorancia supina respecto a las labores del esparto, queda demostrada cuando hablo de guita en vez de tomiza, soguilla, soga, pleita... como tú muy bien dices.

    Respecto a la foto del almacén de mi abuelo Pepe, que lo había cedido a su hermano Antonio, donde malvivía en el piso superior. Casualmente tengo una foto, no publicada en Benínar del alma, que es pareja de otra que sí publiqué junto al poema dedicado a la parra que había en la fachada de la casa de mis abuelos. En esta fotografía también aparece mi abuelo Pepe con una toma desde el ángulo opuesto a la anterior, y al fondo aparece el almacén.

    La tengo al lado de mi ordenador preparada para publicarla en un futuro junto a otro escrito desde hace meses, la observo con detenimiento y veo que efectivamente tiene una gran muesca en la madera del tranco, lado izquierdo, porque el derecho no sale reflejado (pero seguro que lo tenía también).

    No sabía que hubiera servido de garaje para carros, aunque sí debio ser puesto que como posada no reunía condiciones.

    Sé que mi abuelo durante la guerra incivil, se dedicó a transportar mercancías hasta Almería, para ello disponía de un carro con varios mulos.

    Mi madre recuerda que una vez se tuvieron que proteger de los bombardeos de los nazis que desde un barco lanzaron sobre la capital, en el refugio que había (ahora es sala de exposiciones) en la iglesia de San Sebastian.

    En fin, Paco, vuelves otra vez a sorprenderme gratamente con esta noticia, pues recordar es soñar y los sueños es una descarga de la mente.

    Gracias.

    ResponderEliminar
  7. Habéis hablado de la habitación tapiada, yo recuerdo cuando la derribaron y, en efecto, había un piano, mesas, sillas, aparador, y otras muchas cosas entre ellas un reloj de pared ovalado que después pasó a la casa de Pepe y Clemencia. Por aquel tiempo hubo una anexión de la casa de Carpo a la de su hijo Pepe y fue la cámara de forma alargada que había a la subida de las escaleras, tenía una puerta para salir al terrado.
    El almacén donde vivía Antonio Carpo se utilizaba para guardar carros, de ahí los rebajes del tranco de madera, se utilizaba como pajar y para toda clase de aperos de labranza. Antonio ocupaba el piso superior y allí hacía su vida. La llave del portón era un poste de madera que a través de un orificio en alto se metía la mano y se ponía para cerrar o retiraba para abrir.
    Recordando, recordando nos pasamos la vida. Recordar dicen que es volver a vivir.
    Saludos.-

    ResponderEliminar
  8. Termino de ver en un libro sobre Adra de J. L. Ruiz Marquez que por ese tiempo llega a Adra un piano que cuesta 4.000 reales y por esa misma cantidad se podían comprar 30 trajes a los carabineros o guardias que existían en Adra.
    Al anónimo se le agradece la confirmación de la existencia del piano. Yo no llegué a verlo. Lo supe por todos los comentarios que se decía en el pueblo.

    ResponderEliminar
  9. Está muy bien informado el Annymous, tal vez mejor que yo.

    Solo quiero rectificar que el corral que estaba debajo de la habitación tapiada, pertenecía a la misma casa del bisabuelo, y no a la de Amelia como pensaba.

    En el corral de casa de mi abuelo Pepe, en origen estaba comunicado con la casa de su padre Policarpo, por medio de una puerta que fue cegada o tapiada más tarde y así la conocí siempre (debía ser una sola casa que después se dividió).

    Del piano sólo pude rescatar el atril extensible donde se colocaban las partituras mientras se estaba tocando. Dos estantes triangulares esquineros de madera de caoba, gemelos de unos que tenía mi abuelo, tuve que restaurarlos personalmente y un tablero de mármol de Macael octogonal en mal estado de una mesa-velador (desaparecida). El reloj de péndulo solo conservamos la tapadera de marquetería que la transformé en espejo, la maquinaria (a pesar de que mi abuela Clemencia la intentó arreglar, mediante un charlatán de los que circulaban por el pueblo, pero que no tenía idea, se perdió. Los muebles eran de la época de Isabel II o sea del llamado estilo isabelino (una de las mejores épocas de España, en cuanto a ebanistería se refiere, es opinión personal)

    El bisabuelo Policarpo enviudó dos veces, la segunda mujer era de Turón cuyo apellido era Quevedo (el mismo que el tío de mi madre Pedro Sánchez Quevedo), mi madre siendo niña cuidaba de su abuelo.

    Policarpo debía tener bastantes tierras o secanos de almendros puesto que siempre había gente en su casa mondando, pero ya se sabe que, al contrario que en Cataluña, las tierras divididas entre los hijos se van reduciendo y después no puedes meter tractores ni coger grandes cosechas. Actualmente en algunas regiones de España se hace una concentración parcelaria, copia de la catalana, es más práctico para una mayor producción.

    Policarpo murió sentado en un escalón ¿infarto? El mal genérico de la familia. Pertenecía a la familia, tal vez de las más extensa de Benínar, los" Nenes". De ahí que haya tantos Sánchez.

    ResponderEliminar
  10. Policarpo en Turón
    compró un piano
    pensando en su policarpillo,
    al crío, le daba al canto.

    La madre en la ventana
    mira aquel trasto, y exclama:
    ¡Ay Policarpo!. !Ay Policarpo!,
    gastando los reales
    más que en cacharros.

    ¡Ay Policarpo!. ¡Ay Policarpo!.
    El sueño que cantase su niño
    le duro tan solo un rato,
    que al escuchar aquel sonido
    pregunta al padre:
    ¿Pa qué éste trasto?.
    Pa que cante mi niño
    muy claro y alto.

    El niño que se asusta va reculando
    diciendo a voz en grito:
    Que cante el ruiseñor,
    las golondrinas y hasta los gallos,
    que yo no tengo alas
    que yo no canto.

    Policarpillo escapa
    dando maullidos como los gatos.

    ¡Ay Policarpo! ¡Ay Policarpo!.
    Que tu no te preocupes.
    Disfrutaste cuando soñaste
    de Turón a Beninar
    que es más que un rato.

    No lo metas en casa
    le dice Papanino que está mirando
    que está escuchando:
    Yo te lo cambio
    por mi burra tíatrina
    capachos y aguaderas
    serones y capachos.
    Si te gusta la música,
    siéntate aquí cerquita,
    mientras tú lo aporreas
    te bailo y canto.

    Policarpo dice con la cabeza:
    No aceptar trato.
    Se queda pensativo.
    Con la cabeza cacha, desencantado.
    No se compra un piano
    para callar la música
    para guardarlo.

    ResponderEliminar
  11. Muy ingenioso, tiene un aire de copla antigua tan solo le ha faltado como fondo un acompañamiento musical de piano ¡lástima que se estropeara, sino...!

    ResponderEliminar
  12. Buenas tardes yo como nieta de juan, angeles, manuel ,carmen e hija de pedro i
    maria del carmen agradeceros por cada palabra dedicada ami awelo por cada recuerdo escrito por cada palabra bonita hacia ellos porque ya hablo por todos los blogs escritos hacia mis familiares por todo loque me trasmitis contando la infancia niñez i juvent de mis familiares hoy dia 10 de junio i por en el 1954 nacio mi padre pedro roman ya unos años fallecido cada dia lo recuerdo pero hoy seme hace el dia mas triste i por casualidad oi mi tio juan me envio el eslance i se me vino la melancolía hoy ase 1 mes i 3 dias que despedi ami awelo juan roman como tal un guerrero en su vejed igual que en toda su vida conociendo a su bisnieta que ñe iso vivir recoerdando momentos de su propia infancia i de mi infancia rompi yorando leyendo vuestro escrito i con mis ojos borrosos de lagrimas termine leyendolo y conecto derramando lagrimas de trizteza i de alegria porque me siento i me sentire siempre orgullosa de mis abuelos paternos maternos i de mis padres porque es gloria escuchar tanto amor i tanta verdad hacia ellos aun asi sabiendo que para mi son los mejores onque se dijera lo contrario porque nadie en esta vida es perfecto muchas gracias por hacerme recordar la vida de mi awelo como si el fuera otrave mas quien me la contara los dos sentandos leyendo un periodico o jugando unas cartas un gran saludo i abrazo

    ResponderEliminar

Por favor, ídentifícate en los comentarios.