Como escribe el escritor sevillano Antonio Burgos en sus dos libros escritos sobre los gatos: “Son los que se están convencidos desde su nacimiento que la casa les pertenece (no como los hipotecados que saben que les pertenece al banco) y dentro de la casa escogen sus espacios que los defenderán siempre ante cualquier invasor y de todos los humanos de la casa será uno el elegido para colocarse en su regazo, para llegar al sueño profundo, que siempre acudirán a él para que les sirva la comida y el agua”.
En mi casa viven también tres perros que llegaron después que ella, que es de suponer que conforme fueron llegando les fijo sus espacios, mejor dicho les asignó donde podían estar y donde no podían entrar.
Les exigió que se apartasen por el camino trazada por ella y que ellos llegaban a su casa, y, por tanto, nunca se les olvidase que ella era la dueña, y, que ellos estaban allí de prestado. Dicho tratado es repasado con la mirada y con los gestos todos los días cuando se cruzan, aunque se encuentren veinte veces al día. Algo parecido a lo que ocurre en el Poniente Almeriense con los que se han asignado ser los indígenas y los foráneos.
En mi casa se puede decir el dicho asignado a los Reyes Católicos: “Tanto monta, monta tanto, (…)”. Yo me siento el rey en las parcelas propias y mi gata es la que tanto al levantarse como al acostarse se da una vuelta por la parcela, por toda la casa y hasta por los armarios.
Por lo que me temo que pueda ocurrir, nada más levantarme, todos los días, cojo la gata, la pongo en mi regazo y le digo lo más serio que me puedo poner, como le diría Fernando a Isabel: “Me da igual que te laves, que te asees, que no te cambies de ropa interior; pero como se te ocurra subirte a la mimosa donde han puesto su nido los ruiseñores y lo destroces, seguro que nuestras relaciones cambian por completo. Llamo al 091 para que te metan en la cárcel”.
Con lo traumatizado que estoy por haber nacido, vivir en Benínar y contemplar en vivo y en directo la llegada de las máquinas para la construcción del pantano, que lo primero que hicieron fue arrancar los árboles donde anidaban, los ruiseñores, los jilgueros, los pichotes, etc, y continuaron rompiendo las casas donde anidaban las golondrinas.
Volver a vivir la destrucción de un nido, en mi casa, sería como volver a escuchar la llamada en mi puerta de los tasadores con sus argumentos de tener que abandonarla.
Saludos.
Desde Algeciras, Paco Maldonado Ruiz.
Me enorgullece y me alegra pensar y ver como sigue habiendo personas como tú, Paco Maldonado que siendo de Benínar o foráneos le ,tienen ese amor a los animales y a las plantas, sin pensar como "Carpanta" (el personaje del TBO) que sólo concebía a los pollos en el plato humeante y apreciar a los árboles no sólo porque dan frutos o son aprovechables como combustible (como tú dijiste en una ocasión); sino apreciar su belleza desnuda de alimentos y respetar su longevidad que es más larga que la nuestra. No quiero decir con esto que en Benínar no cuidaran a los animales o a las plantas, ni mucho menos, sólo que los veían como algo práctico y necesario para sobrevivir, pero, además de eso, cumplen la misión de hacernos más agradable nuestra estancia terrenal. Un saludo de Pedro Sánchez.
ResponderEliminarPaco muy bonito tu articulo,me ha tocado mi fibra de amante de la naturaleza y me ha hecho recordar mi primera visita a Beninar en la que yo vi su vega como si fuese un jardin botanico en el que crecian todos aquellos frutos que llegaban a la mesa envueltos a mis ojos en un halo de exotismo.Saludos,Jose Mari.
ResponderEliminarPedro Sánches que somos muchos.
ResponderEliminarEn lo que me toca, creo que he tenido una educación, como se suele decir: “Lo he mamao”. Siempre he conocido animales cuando vivía en Benínar y creo que los míos eran los mejores. Recuerdo el plumaje que tenía la llueca, la gallina que se escapaba y luego aparecía con un puñado de pollitos, etc.etc.
Los animales siempre me han aportado mucho más que el precio del pienso.
Tenemos un desafío un compañero de carrera extremeño y yo haber quien siembra más árboles a lo largo del año. Tanto él como yo cada vez que nos encontramos con un árbol precioso, grandioso, (…) hace ya tiempo que dejamos de pagarles a los frailes una misa por el alma que lo sembró como gratitud de plantarlo, en el lugar adecuado, de regarlo desde el cielo con lo justo, (…).
Hoy en concreto en el Valle de la Buqueria, en Coin, Málaga, paseando por el campo me he encontrado con un algarrobo centenario. Me he acordado de unos cuantos amigos y le he dado un abrazo en el troco. Toda una maravilla la forma del tronco.
Que decirle a Jose Mári que compartimos muchas veces paseos por la vega y disfrutamos de las mejores frutas.
El que quiera sembrar un arbol le espero en Algeciras que yo me encargo de aportarlo y estar pendiente de él sobre todo el primer año que es el mal dificil.
Saludos.
Mis dos últimos agostos en Benínar,fueron bastante traumáticos.Ya habían destrozado parte de la vega( aquella carretera que vajaba desde el cementerio a los arenales)...Me ahorré ver el final tan triste y como se suele decir: La recuerdo de joven, cuando todavía estaba muy guapa...
ResponderEliminarJuan Gutiérrez.