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domingo, 11 de octubre de 2009

La breve historia de mi borriquilla, criada en Benínar y vendida en Ugíjar


Corrían los años 50 cuando la burra que teníamos en casa parió una linda borriquilla que para mí, además de ser un gran acontecimiento, fue como un regalo caído del cielo, ya que aquel verano me lo pasé la mar de divertido.

Mi distracción principal era cuando la llevaba a beber agua a la fuente del Murallón, o al pilar de la Molineta. Tenía la oportunidad de verla retozar, dar brincos y hacer miles de piruetas alrededor de su madre, con todo ello se podía apreciar la sensación de libertad que disfrutaba el animalito, que a su vez transmitía a todo aquel que la contemplaba.

Como suele suceder en todos los veranos hizo mucho calor y nos vimos en la necesidad de pelar a la borriquilla, ya que tenía un pelo muy tupido. Fue una faena en la que disfruté tratando de hacer un buen trabajo y el resultado quedó a la vista: algo extraordinario.

La burra llevaba mucho tiempo en casa, consecuentemente era vieja y dos bocas para la paja era demasiado. Se pensó en venderla y el mejor sitio fue la Feria de Ugíjar. Como el animal tenía las señales de haber sido herida por una mala disposición del aparejo, no quedó más remedio que teñir esas antiguas mataduras con el correspondiente tinte para que a la cara del comprador quedara bien. El camino, no hay que adivinarlo, fue por el río arriba y llegados a la Feria vimos el espectáculo: allí se compraba y se vendía de todo, el bullicio era extraordinario, había muchos gitanos y la mayoría de ellos tratando de ver los dientes y muelas de los burros, mulos y caballos. Algunos calés se acercaron a mi burra y también le miraron los piños, llegando a la conclusión de que era vieja y que valía muy poco. Al final no hubo ningún tipo de trato pues lo que daban por ella no merecía la pena, así que regresamos a casa y el pobre animal disfrutó de una buena vejez en su cuadra.

Al año siguiente le llegó el turno a la pollina que una vez desarrollada tenía un aspecto impecable, todo un buen ejemplar digno de ver y contemplar, y en la Feria tuvo muchos pretendientes y uno de ellos se quedó con ella a buen precio.

Esta fue la breve historia de mi borriquilla, criada en Benínar y vendida en Ugíjar.

Saludos.


Lomillas
Nota sobre la fotografía: "Esta es la madre de la borriquilla a la que le dimos el tinte para disimular y ahí tenía yo unos 12 años. Mi hermana iba a la grupa con sus 8 años. Pero fíjate que la burra va con montura, estribos y baticola, eran los aperos que usaban para las relaciones de Moros y Cristianos, yo no iba a ser menos, la juventud tiene mucha fantasía, seguro que iría a darle agua al pilar de La Molineta" (Fecha: 1950)

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