Escritos como este sobre una sencilla
receta, me ayudan a explicar detalles que aún recuerdo relacionados
con las costumbres y anécdotas del pueblo de Benínar (AL).
***
Nuestra cultura ha desarrollado en nuestra mente, a
través de los siglos, un medio muy valioso que nos reúne en torno a una mesa
para acercarnos a los demás y a nosotros mismos.
En dicha cultura se haya
incluida la gastronomía o si lo prefieren, este neologismo; “gastrocultura” que
al ser parte de las artes efímeras, desaparece al deglutir el alimento…
creativo, si bien, después de haber despertado ciertos sentidos: el gusto, el
olfato y, tal vez la vista, si ante se prepara la vianda tal como Dios manda, porque,
queridos amigos, escribir y cocinar
es dar gusto a los demás pero…, estos últimos, en segundo lugar.
Adivinanza relacionada con una mesa engalanada.
Crezco o decrezco entre los comensales,
y, en mitad de la sombra, las lágrimas resbalan por mi cuello.
Si me duermo, alguien corta mi cabellera,
y permanezco insomne hasta mi muerte.
(¿Qué es?)
Y yo me pregunto: ¿Por qué les cuento todo este rollo,
si solo pretendo introducir una sencilla receta de cocina que, una abderitana
de Adra (AL), ya fallecida, me la enseñó?
--¡Hola, soy yo otra vez! Te persigo
como siempre. Soy el acúfeno que sólo tú puedes oír y te sigo como una sombra
insegura donde quieras que vayas. ¿Seguirás enrollándote como siempre?
Inevitable, querida conciencia, cuántas veces tendré
que morderme la lengua por llevarte siempre conmigo; aunque me sirvas de
consuelo y, sin gritar, me susurres al oído, eres como un castigo que cuesta
adivinar cuándo y cómo te me vas a desvelar.
“La conciencia es un
ente que engorda con los años y que nos pide salir, pide liberarse, expresarse,
para así dale razón a nuestra existencia. La sacamos a pasear con la palabra,
escrita u oral. Nuestros recuerdos es nuestra historia.”
(Francisco Félix Maldonado Calvache)
Continúo si me dejas: Los focenses y los de Teos fundaron Abdera en la
costa de Tracia y Fanagoria, en el estrecho de Crimea. No es casualidad
que el nombre fenicio de Adra sea también Abdera, es causalidad como cuando
el olor del aliento despida el mismo olor de lo que has ingerido ese día, entonces
se comprende esta ley de la causalidad.
Pues bien, la receta que voy a detallar, a petición del distinguido
público, y que lleva por nombre Ajo
blanco tal y como yo lo aprendí así lo expongo aquí para decir que, todos
sus ingredientes se cultivan a un tiro de piedra de la ciudad de Adra y sabe dabuten.
--¡Qué imaginación tienes! Más que causalidad, en
tu caso, es prodigio y vanidosa veleidad hablar al distinguido público… ¡Si solo fue una persona quien,
sutilmente, te aconsejó escribir! Menos mal que conservas esa chispa de la laboriosidad
y obediencia por ser natural de Benínar y conoces las tareas del campo, he de
reconocerlo aunque me duela... sin embargo te quiero porque soy transmisora de Dios. Te crees famoso diciendo público…, me recuerdas aquel cantante a
quien un amigo le dijo que le había comprado su disco, y el “figura” respondió;
¡Ah! fuiste tú…
Quiéreme menos y trátame mejor, querida conciencia. No necesito de tus consejos
porque sé equivocarme solo. Además, los consejos hay que darlos la mitad en dinero.
Te diré algo que no sabes para que veas con qué mala conciencia se escribe a veces la historia; el Manuscrito Domecq-Zurita de 1605 describe a los
pobladores de las Alpujarras: gente labradora y de poco caudal y sustancia,
¿Estás de acuerdo?
--Tú ya
sabes lo que dice el refrán: “Quién no quiera escuchar consejos, escuchará
lamentos”. A veces un buen consejo puede llegarte con la voz y las palabras de
un ignorante pero, no le hagas caso al Zurita ese, ni os conocía a todos, ni
imaginaba lo que habéis sido capaces de hacer los benineros de Benínar.
Seguiré si dejas de interferir. Ignoro si la receta proviene de Adra (AL),
aunque yo voto para que así sea, fuera o fuese, y abogo para cambiarle el
nombre por otro más… poético o comercial, para no confundir con la homónima sopa
fría.
Se debería emular a los de Mahón con su famosa mahonesa (no mayonesa, pues, ellos se arrogan el invento de tan popular invento). Por ejemplo…, “adranesa”, ahora que alguien
nos puede oír y tal vez investigar lo que a mi buena intención gustaría
averiguar. ¡Y por qué no! para que
Victoria Carolina Beckham, esposa del jugador de futbol, David Beckham, no nos
humille diciendo que España huele a ajo.
“No
comas ajos ni cebollas, (Sancho)
porque no saquen por el olor tu villanería.”
(El Quijote. Miguel de Cervantes)
--Te falta imaginación querido, podías pensar un poco en nombres más glamurosos…
tales como; ostra con perla, o aire de
la tierra… Fenicia envasada… luz de luna, flor de Adra, etc. etc., o alguno otro
que motive al/la “distinguido/a” emprendedor/a y logre promocionarla envasada en
cristal de La Granja que tenga la forma de una ostra, pues es más rica y
nutritiva que esa mahonesa que, vaya Ud. a saber con qué sustituyen al huevo.
¡Pero,
sigue! antes de que nos cuentes el proceso de cada producto.
Mientras tú, misterioso testigo que
a veces llamamos conciencia, presumes y extiendes tu halo como una verdolaga en
huerto, oye un refrán de sabiduría popular que, un día, me contó mi abuelo Pepe que te bajarán los humos:
“¡Verdolaga,
verdolaga, no presumas tanto y recógete un poquito que tu madre no es tan decente ni tu padre
tan riquito!”. ¿Lo has entendido, lista? Pues aquí dejo la receta:
Ingredientes
Un diente de ajo blanco pelado, sal,
almendra natural sin piel, aceite extra virgen y…, el zumo de medio limón
exprimido a mano (esto último pocos lo saben).
Modo de
preparación
Machacar muy fino las almendras junto
con la sal y el diente de ajo. Las almendras determinan la cantidad de aceite
que se ha de ir añadiendo poco a poco hasta conseguir la textura de una
mantequilla fresca. Finalmente mezclarlo todo con el zumo de limón.
Como puedes ver, es breve y sencilla de preparar esta
delicia de color blanco y amarillo perlado que combina bien con la carne y el
pescado o, simplemente para untar una rebanada de pan tostado (mejor si es de Turón (GR), donde aún celebra
la fiesta de los trovos).
Durante…,
--¿Vas a seguir con el rollo de tu
seudo sabiduría?, no sabes que los sabios son los que escriben porque tienen
algo que escribir; mientras que los tontos e ignorantes, como tú, porque quieren
escribir algo.
¡Dejarás de atosigarme algún día...! Los sabios,
querida mía, argumentan que el principio de toda sabiduría es tener conciencia
de la propia ignorancia y yo la tengo.
¡Pues sí! Quiero escribir algo. Durante unos meses
asistí a clases de cocina en un restaurante de mi barrio en la Villa Olímpica
de Barcelona. El cocinero, cuyo nombre sí quiero acordarme, Manu, que nos daba las clases
era francés, de París.
Cada fin de semana celebrábamos una comida de
hermandad donde los alumnos llevamos nuestra especialidad. Yo me lancé con el
ajo blanco. El cocinero me felicitó
así como el resto de compañeros. Nadie la conocía, solo sabían de la sopa fría. Tuve que
volver a repetirla y mostrar el origen y los ingredientes.
La especialidad que aportó el cocinero/gourmet fue el
pan y el agua ¡Gratis!, llevaba tiempo en Cataluña...
--¡Más llevas tú!
Sí, pero a mí no se me ha ido el pelo de la dehesa, a
Dios gracias, como perdí el de la cabeza. Si hasta ya lo definió el poeta Rilke: “Mi patria es mi infancia”, y no digo más. Libre interpretación de lo
que mi “corrazón” quiso decir.
--¡Vaya, no solo quieres promocionar
el ajo blanco sino también inventar palabras que nadie conoce! ¿Quieres
explicarme qué significa “corrazón”?
Sencillo, pesada conciencia, si añades una “r” a corazón,
aúnas dos vocablos en uno solo que incluye corazón y mente, amor y pensamiento, genio y sentimiento, materia y espíritu…, mi verdadero yo; un compromiso entre el corazón y la cabeza pero, tú no entiendes ni sientes de igual manera porque
eres incorpórea o una rémora de la IA y no sabes hacer de tripas “corrazones”.
--¡No me hagas hablar, no me hagas
hablar…! ¡Si soltara todo lo que yo sé de ti…!
***
La vida en el pueblo transcurría sin sobresaltos,
un día seguía a la noche y la noche perseguía al día.
Pese a todo, quisiera vivir en el pueblo que me engendró,
para sentir los sonidos familiares entre tejidos de calicó
que me devuelven aquel pasado con nostalgia del hogar,
en donde poder sentir el arrullo de sus canciones;
para escuchar nuevas historias en sus mansiones.
***
Como homenaje a Vicente Añez,
natural del reyno (sic) de Pisa (Italia) siglo XVIII. Tal vez, desembarcó en el
puerto de Adra, oigan esta música pues, ¿Quién me dice que no probó en una
venta el ajo blanco para reponerse de la travesía antes de emprender el camino,
río arriba, hasta llegar a Darrícal y desposar a Micaela Moreno Baños que
lo “salvó” de las aguas como le sucedió al Moisés de la Biblia?
Primo: la que organizas para dar una triste receta de cocina...
ResponderEliminarMe encanta cómo tu conciencia se "mete contigo" y el desparpajo con que sabes contestarle.
Un deleite para los sentidos, la exquisitez de tu oratoria; la escrita, y la otra...así como tus platos que con tanta maestría sabes preparar.
Con razón cocinas tan rico!! No sabía que habías tomado lecciones de un chef francés!!
Felicidades por el artículo. Con tu maestria entre fogones...de ahora en adelante seré más exigente.
¡Ah! Fuiste tú...
EliminarAdra, posee un montón de platos típicos como el atasca burras, el pulpo seco, boquerones secos, olla de cardos. migas de harina Sardinas en escabeche. Un sinfín de recetas.
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