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sábado, 7 de enero de 2023

El teléfono en Benínar

Hace 147 años el escocés nacionalizado norteamericano Alexander Graham Bell patentó el teléfono y lo refirió como un aparato que transmitía sonidos por un cable a través de señales eléctricas. Graham Bell no fue realmente el inventor, este honor le corresponde al italiano Antonio Meucci que lo hizo en 1854 y, al carecer de recursos no pudo patentarlo. Meucci lo desarrolló para conectar su oficina con el dormitorio donde estaba su esposa enferma e inmóvil y así poder estar en contacto.





Durante el siglo XX las comunicaciones se desarrollaron de forma vertiginosa. El teléfono, la radio, la televisión… y al final internet han globalizado y empequeñecido este mundo, donde antes se tardaba días o meses ahora se hace en segundos.

La emigración en Benínar fue un hecho desde comienzos del siglo XX, el pueblo había aumentado su población de forma considerable durante el siglo XIX y llegó un momento en el que le era imposible mantener más habitantes. En América, Cataluña y otras comunidades cientos de benineros encontraron sustento, pero la soledad familiar, el cariño de padres, hermanos… debían buscarlo en las palabras que llenaban las cartas.

Tuvimos que esperar hasta comienzos de los 70 para que esas palabras no tardaran tanto en viajar.

La primera referencia que he encontrado sobre la instalación del teléfono en Benínar es del 25 de diciembre de 1920. A propuesta del alcalde de la época, (un tal Andrés del que omito apellidos por lo que cuento a continuación), que acuerda solicitar al Gobierno Civil el establecimiento de una estación telefónica municipal. El ayuntamiento se compromete a facilitar los postes necesarios para traer la línea desde la estación de Berja. Fue tal el entusiasmo del alcalde que decía que era “con el fin de que este pueblo disfrute de los beneficios del progreso, tan necesarios para una región próspera en agricultura y comercio”. Los años pasan y no sucede nada.

En 1932, el ayuntamiento hace una auditoría y descubre que durante el ejercicio del anterior alcalde había una partida de 500 pesetas en gastos de instalación del teléfono municipal y claro, en todo el municipio no había teléfono alguno. Se investigó dicha partida y se descubre que con fecha del 20 de marzo de 1922 fue liberada dicha cantidad por el alcalde a favor de su hijo Andrés, por quien estaba firmado el recibo y que era menor de edad. Se requiere al anterior alcalde que acuda al ayuntamiento y exponga o alegue las razones que estime oportunas para justificar el gasto de 500 pesetas.

El citado Andrés ya no vivía en el pueblo, así que envió una carta exponiendo los hechos. Alegaba que dicho dinero fue invertido por él en la compra de 50 palos (que importaron la cantidad de 400 pesetas) y las cien pesetas restantes eran para hacer los hoyos para colocarlos y poner el cableado del teléfono de Berja a Benínar. Que dichos palos se encontraban en una finca de su propiedad y que él tiene en su poder las 100 pesetas. Reconoce que esos fondos pertenecen al municipio y que ya no es él el que ha de disponer sus inversiones ofreciéndose a ingresar el dinero en la caja municipal y a la entrega de los palos.

El ayuntamiento le responde que no necesita los palos para nada y que se le da de plazo cinco días para que restituya las 500 pesetas bajo apercibimiento de proceder contra él por la vía de apremio.

El dinero fue devuelto, más otras 100 pesetas que aquel señor había cobrado de forma indebida por otro asunto.

Benínar, en su medio milenio de historia ha tenido excelentes alcaldes, personas que después de una dura jornada de trabajo en el campo tenían que ocuparse de los problemas del pueblo. Problemas que casi siempre fueron de carácter económico, con lo poco que se recaudaba en impuestos había que pagar a los maestros, su vivienda, al secretario del ayuntamiento, la luz… los gastos menores quedaban siempre a la espera de que hubiera fondos.


Teléfono de pared



Cuarenta y dos años después se vuelve a retomar la instalación del teléfono. Presidia el ayuntamiento Juan Ruiz Martín, a mi parecer uno de los mejores alcaldes que ha habido en el pueblo. Su primer acierto fue unir en la petición a Benínar y Darrícal, de este modo se tendría una posición de fuerza en la demanda.

El 24 de febrero de 1966 se reúne la corporación y “después de un cambio de impresiones en animada discusión y considerando que este servicio proporcionaría incalculables beneficios para todo el vecindario, se acuerda por unanimidad autorizar al señor alcalde para que, conjuntamente con el de Darrícal solicite de la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), las condiciones que se exigen para tal servicio, así como la aportación económica que para ello es preciso aportar en metálico, y una vez que se conozcan las condiciones que exponga Telefónica, se proceda seguidamente a los ulteriores trámites para conseguir la ejecución de la obra”.

Se envían varios escritos y finalmente el 29 de agosto Telefónica manda un comunicado a ambos ayuntamientos diciendo “que tan pronto sus disponibilidades lo permitan, será atendida la petición formulada”. Esto cayó como un jarro de agua fría en las ilusiones de ambos pueblos.

Para que un pueblo, ciudad, región o país progrese es imprescindible invertir en infraestructuras. Para desarrollarse hay que tener buenas carreteras, aeropuertos, trenes, puertos… Nuestra tierra, la Alpujarra, siempre ha sido la gran olvidada, en los años 20 se construyó la carretera que tenemos hoy en día y en la que influyó en su trazado los caciques de la época. Un cortijo vale más y tiene mejores servicios si una carretera pasa por su puerta. El cortijo del Llano, el de Faura, de Barros, la Mecila… se vieron beneficiados por el paso de la carretera por sus cercanías cuando el trazado por el Llano era el más idóneo. Esta es otra historia que en su día abordaré.


Línea Barcelona-Zaragoza en los años 20



El tema vuelve a retomarse el 26 de marzo de 1969, en el ayuntamiento se recibe un escrito de la Comisión Provincial de Servicios Técnicos solicitando que los pueblos de Benínar, Darrícal y su anejo Lucainena deben hacer una aportación del 25% del proyecto si quieren que se instale el teléfono.

Se había hecho un proyecto y el presupuesto remitido ascendía a 675.000 pesetas, distribuido de la siguiente forma:

-Subvención de la Presidencia del Gobierno: 506.250 pesetas.

-Aportación de los ayuntamientos: 168.750 pesetas.

Tomando como base la última renovación quinquenal de los patrones municipales, a Benínar le correspondía pagar 59.640 pesetas y a Darrícal 109.110 pesetas.

Aquí, en mi opinión se cometió el error de no incluir a la Barriada de Hirmes. A Hirmes llegó la carretera, la luz y el teléfono muchos años después que a Benínar y este sentimiento de dejadez todavía se recuerda.

En septiembre de 1970 la CTNE pide una autorización de los propietarios afectados por los trabajos a realizar. En enero de 1971 el ayuntamiento entrega la documentación y autorización de los propietarios de los terrenos afectados por el paso de la línea. Los trabajos comienzan.

En marzo de 1971 el alcalde da cuenta que para instalar el teléfono era necesario que por los vecinos se cediera un local con dos habitaciones y que tuviera una luz. Los gastos de alquiler y de luz correrían a cargo del ayuntamiento. El concejal Juan Fernández Campoy, con domicilio en la Carretera de Berja a Benínar, sin número, se ofrece a instalarlo en su casa, percibiendo en principio 6.000 pesetas al año por el alquiler y luz, más un dos por ciento de cada conferencia por parte de la CTNE.

El primer modelo de teléfono fue de pared, tiempo después de colocó uno de mesita. En otros pueblos donde llegó antes el teléfono el modelo de la pared era más rústico y no tenía rueda de números ya que conectaba con una centralita que era la que realmente marcaba.


Teléfono de mesa



El horario que se establece para el teléfono era de 8 de la mañana a 10 de la noche.

El 16 de junio de ese año el teléfono comenzó a funcionar y fue inaugurado por el Gobernador Civil.

En octubre de 1971 el ayuntamiento desembolsa 84.914 pesetas que es la aportación que finalmente le corresponde, Darrícal con su barriada Lucainena pagan 108.048 pesetas. La distribución se hace con arreglo al censo de población de 1970 que es de 554 habitantes para el primero y 705 para el segundo.

En enero de 1972 se crea un fondo de 12.000 pesetas para que el ayuntamiento satisfaga la relación de conferencias hechas.

En febrero de 1973 se acuerda pagar 1.000 pesetas mensuales por el alquiler y se acuerda en pleno por el ayuntamiento subir 50 pesetas a todos los contribuyentes en los arbitrios municipales para que hubiera fondos.

El funcionamiento era el siguiente, se llamaba y a quien lo cogía se le decía quién era y con quién quería hablar, se colgaba, había que esperar media hora a que avisaran y se volvía a marcar. Muchos fueron los viajes que Juanita o Maricarmen o el que estaba o pasaba por la puerta del bar e iba al pueblo dieron avisando a la gente que tenían una conferencia con Barcelona. Lo malo era cuando había que dar la noticia del fallecimiento de alguien.

Recuerdo a más de un beninero subir la calle Real arriba a buena velocidad para no llegar tarde cuando el familiar volviera a llamar.

Mucho han cambiado nuestras vidas con la tecnología. Ahora todo el mundo tiene un teléfono móvil. Lo que hace 50 años era progreso hoy en día es lo normal.


Saludos Benínar.


Mi agradecimiento a Maricarmen Fernández y a José Antonio Díaz Roda por la ayuda prestada para la realización de este artículo.


2 comentarios:

  1. Muy interesante la historia. Paso por alto lo del alcalde corrupto, y me centro en mi familia, que hasta aquella fecha nos teníamos que comunicar por cartas, las cuales, tardaban una eternidad.

    Recuerdo con añoranza las primeras conversaciones con mi Ángeles y con Juan, mi cuñado, y las frecuentes llamadas de mi sobrino Pedro, que con la mínima excusa nos llamaba, y a mi madre diciéndole: "Periquito muchos besos, pero cuelga que te va a costar mucho..."
    Dios los tenga en su Gloria...


    Felicidades Paco. Un trabajo muy completo.

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  2. Yo fui uno de los que en aquel tiempo usé aquella forma de hablar con mis padres.
    Buen articulo de nuestra historia.

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