Benínar, ha padecido numerosos, periodos de sequia, ocasionando
pérdidas en las cosechas de cereal frutas y verduras, agravados mayormente durante
el verano. También ha sufrido grandes destrozos principalmente en las riveras
del río y de las ramblas, siendo la mayor de ellas el 19 de Octubre de 1973.
Al sur de Sierra
Nevada y mirando hacia el Mediterráneo,
se encuentra la vega de Benínar, que se
formó a lo largo de los siglos, a través de la construcción de diques, pantanos
o panta netas, formadas mediante muros de piedra y barro, donde metían, las aguas
turbias, ocasionadas por las lluvias torrenciales que arrastraban tierra de los
secanos labrados en tiempos de las
siembras del cereal, y arrastrados por río, donde mediante presas desde la
cabecera del pago, y mediante acequias, conducían el agua turbia hacia el lugar
donde se quería formar un bancal.
“La ocasión la pinto un
calvo”
Esta técnica tan
rentable en aquellos tiempos, se vino ejerciendo hasta la década de los
cincuenta y en última instancia en el pago del Murallón, cuando Faustino
Ruiz Maldonado mediante una larga
muralla, metió gran cantidad de superficie en regadío.
Esta muralla fue derribada dos veces la primera poco después
de ser construida, cuando una tormenta en la barra de Sierra nevada y el contorno de los términos de Turón, Murtas y Cojayas, que ocasiono una gran riada tanto del río como de la Rambla empujando esta contra la
Muralla de Faustino derribándola y sacando las lindes.
La vez siguiente fue una mañana del 19 de Octubre de 1973,
cuando una fuerte borrasca por el poniente venia hacia Adra, cargada con una
gran cantidad de agua, cuando de repente una corriente de viento de levante la
sujeto (choco haciendo que la borrasca se desviara desde la Rabita a Sierra Nevada, descargando
la misma en una línea de unos veinte km horizontales. (En Adra la lluvia
fue insignificante).
“Un beninero decía: Piensa con esta (cabeza)
para no tener que acachar esta (espalda) y poder alimentar esta (barriga)
Los benineros del siglo XVIII y XIX, al tanto de cuando se
producían las nubes en la vertiente de “Sierra
Nevada,”( El Pilar de las Yeguas y el Puerto la Ragua Laroles, Picena, Cherin, Biarca,
Alcolea, Valor, Yeje, Cojayar, Jorirata, Piscena, Ugijar, Paterna) prevenían
(construían reforzaban) las presas y Acequias, para que llegara el agua turbia
a la panta neta entrando por el lado más próximo a la acequia y una vez hacia
el proceso de estancamiento, salía por una piquera, que la conducía otra vez al
río totalmente decantada.
“Del mar al cielo, que
buen trecho de río hay por andar”
La lluvia y nieve
en Sierra Nevada, en su vertiente
sur, ha proporcionado durante muchas décadas, el suministro de agua para la
agricultura de la baja alpujarra,
convirtiendo a Benínar, en un vergel.
En Benínar, los riegos tradicionales desde la
antigüedad, se le ha llamado riego a
manto, que consistía en la construcción de caballones horizontales y
verticales en toda la superficie (bancales) en forma de mergas rectangulares.
Al riego se le podía llamar de diferentes formas: Resfriar, que consistía en un buen
riego, antes o después de abonar, preparar y labrar la tierra para poder
sembrar con el jugo necesario más o menos antes de una semana, según sea en
invierno o primavera y verano o otoño.
Segundar el riego, después de poner la mata. Si es
grano es grano se puede poner en seco y después dar un pequeño resfrió.
Riegos parciales, para mantenimiento y crecimiento de
la mata y engorde del fruto, abonando en cada riego, hasta el final del
recorrido de la cosecha.
“Cada maestrillo tiene
su librillo”
Sus funciones eran relacionarse con el servicio Nacional de Productos agrarios (SENPA)
contratar guarderías, presidir las hermandades de riego, solicitar ayudas
para el tratamiento y fulminaciones en
arboles, traer abonos para la
agricultura y solicitar patatas para la
siembra etc.
La hermandad, designo el primer guarda en Benínar, a José el guarda,
marido de Antonia Román que Vivian
al comienzo de la C/ la Iglesia
La hermandad para hacer frente al costo de la
guardería, puso una cuota a todos los que tenían tierras, con relación en
extensión de las propiedades.
También, solicitaba productos fitosanitarios para el
tratamiento plaguicida así como Nitrógeno N en forma amoniacal (en partículas
pequeñas), Fosforo P 15, (producto en polvo) y Potasa K, también en polvo, que
los benineros mediante una estrategia muy antigua, hacían una mezcla de los
tres abonos para hacer un abonado de fondo, muy eficaz para las sementeras
desde su nacencia hasta su recolección, que arrancaban con una regulación
alimenticia de los tres elementos fundamentales y necesarios para un buen
desarrollo de las plantas.
Aparte de estos tres elementos imprescindibles a veces se usaban
complementos aparte, como el hierro Fe,
el calcio Ca, rociado a mano cuando había algún día de lluvia, mientras otros Magnesio Mg, el cobre Cu, eran diluido en agua
y tratado mediante polvorización.
En Benínar, el tiempo de sembrar las Papas, (patatas) era en febrero, ya que
habían terminado de caer heladas o escarchas vienen tiempos que aunque sean
lloviosos pero no excesivamente fríos. (Requiere un artículo aparte)
“El sistema nevado
alpujarreide ha sufrido un cambio sustancial en cuanto a la reserva de nieve”
Las nieves perpetuas
en Sierra Nevada ya es historia en contraste con las que había en el
siglo XVIII o XIX, aun reconociendo la existencia de un pequeño glaciar en el Corral del Veleta, calificándolo como
el más meridional de Europa, pero que hoy día esta casi desaparecido.
Hoy día durante
el verano, solo hay pequeños rebozos en hombrías de la cara norte de La Alcazaba, Mulhacen y el Picacho del
Veleta. (Sera por el cambio climático)
La Hermandad de Labradores
y Ganaderos también
se hizo cargo de la dirección y administración de la Acequia Real y mediante un bando escrito y expuesto en varias
puertas de casas del pueblo y el boca a boca de los vecinos, avisaba que al
notarse la escasez de agua, se ponía en tanda, comenzando desde la cabecera de
la acequia real o de la Vega hasta las Cebadillas
brazar por brazar.
La hermandad podía sancionar a todo aquel que sin el permiso
del presidente abriera alguna compuerta que no correspondía. Sin embargo esta
medida no era tajante ya que si cualquier acuicultor que tuviera un fruto que
no fuera arboleda y verdaderamente pudiera sufrir daños por falta de riego, y
testificado por el acequiero podía regar a la hora que este designara. Si fuero
cualquier otro fruto que podía aguantar hasta que llegara otra vez la tanda se
le denegaba el permiso.
Como he dicho en el párrafo anterior, La Acequia Real, por ser la de mayor recorrido y mayor extensión, necesitaba una mayor vigilancia y control que todas las
demás. Las otras acequias fueron los propios vecinos los que se daban la vez y
administraban.
Si empezaba a escasear el agua en la Acequia Real, en todas las demás se acentuaba todavía mucho más.
El Presidente convocaba las reuniones de los
vocales cada vez que fuera necesario y mandaba y ordenaba aquello que la junta
había acordado. Cada año también se
convocaba Junta General a la que
acudían aquellos que habían obrado bien durante el año y no habían hecho alguna
trastada regando cuando no le pertenecía o cortándole el agua a otro vecino
dejándolo a medias en el riego.(Una
charranada)
Para la vigilancia y reparto si fuera necesario, estaba el
cargo remunerado de acequiero, que consistía en reparar la presa cada vez que
crecía el río, vigilar los embrazaduras, las paradas (compuertas) que los topos
o personas mal intencionadas la rompían.
El cobro del gasto de mantenimiento era por la cabida de
tierra regable en celemines y la
limpieza de la acequia se hacía por prestación personal dando la opción de no
asistencia pagando a otros que no tenían trabajo propio y se beneficiaban de
unos jornales.
Ejemplo: El Jefe de la
Hermandad anuncia: Mañana o tal día se va a proceder la limpia de la Acequia Real de la Vega. Todo el interesado debe salir la puerta de la Ermita con espuerta y azada. Claro no
salía todo el pueblo pero si aquellos que tenían poco trabajo o podía esperar
un par de días el que tuviera. Cuando se hacía balance de cuentas a muchos le
devolvían mucho más de lo que le tocaba
en reparto pagar.
Cuando el agua estaba en abundancia, cada propietario
regaba cuando le parecía. Casi siempre, desde
que empezaban las primeras lluvias en otoño,
el tiempo refrescaba, los días más cortos y las plantas necesitan menos
agua, hasta que empezaba otra vez el verano, el mes de Junio, que las nieves de
la sierra habían desaparecido y el sol se acentuaba y la hermandad, tomaba las precauciones necesarias.
Podía darse el caso, de que un Caz, antes de llegar al Molino
regara un pago. Si fuese después se le denominaba acequia o brazal. Ejemplo: (El
caz del molino del Puente después de dar agua al molino se convertía en
acequia del pago del Lugar.
El Caz del Molino de
las tres Piedras
antes regaba el Rincón y después el pago
de la Rambla.
A las conducciones de
agua que eran para varios propietarios se las denominaban Brazales. “El brazar de las Majadillas” “El brazar de las luisas” “La
Carihuela” “Los Majalones” “El Chorreón””La
Molineta” etc.
Por el lado oeste,
el límite con Darrical llega hasta
el Molino de las Tres Piedras los Meloncillos
y el Río Verde llamado vega de
Darrical.
-Por el lado este, Benínar,
limita con Darrical, hasta la
desembocadura del Barranco Baena.
-Por su lado norte, con el Barranco Baena, El Campillo
de Darrical y Cerro de Canta mudos con
el límite de Berja. Al sur con Berja.
Benínar, al emanciparse de Darrícal en 1836 le tocó la peor parte
de las tierras, su vega era muy pequeña y deficiente de agua como ya hemos
escrito; en periodos de sequia. La mejor tierra se la quedó Darrícal, poco a poco la gente de Benínar, fue comprando muchas
propiedades que sus dueños vivían en Darrical, llegando hacerse con casi toda
la vega.
Una vez que sabemos que la mayor parte de la vega de Benínar estaba en término municipal de Darrical, puedo decir que eran siete presas las que recogían el agua
en este término y tan solo tres regaban en su término, mientras una lo hacía en ambos términos y una
totalmente en termino de Benínar.
Las cinco restantes cogían el agua en término de Benínar.
1 Acequia del Rincón Alto
La primera correspondía a la del Rincón Alto. Acequia con poca capacidad y poca extensión de terreno regable cuya presa
se encontraba al lado contrario del Molino
de la Torrecilla. (En frente)
La limpieza, vigilancia y mantenimiento la hacían los mismos
propietarios de la tierra que regaba.
2 La acequia Real o de la Vega
A los trayectos medianos que conducían el agua a un lugar definido,
Paraje o Molino, se les denominaban
con el sobrenombre del mismo. Ejemplo: “El
caz,” (que quería decir cauce del
Molino.)
La más importante:
La presa recogía el
agua en el río a la altura del Molino de
La Torrecilla, con un canal de tierra, faldeando todo el cerro hasta llegar
a un lugar llamado Callejón de la Vega donde
ya empezaba el regadío en dentro de la vega
de Benínar. En este recorrido tenía muy poca zona regable unas cuantas
paratas.
El Callejón de la vega era un camino en pendiente y servía
de unión con el Pago del Colon Bajo y Alto cuando el río traía
demasiada agua y no podían andar las bestias río arriba.
Aquí se podía decir que empezaba el riego en la vega tras
recorrer más de dos kilometro sin dejar ningún brazal excepto alguna parata
debajo de los cortijos de Pilar. Mientras la acequia va dando curvas y salvando
meandros, regando la zona de La Vegueta, dejando un brazal para el Pago
de las Majadillas, introduciéndose entre yesos mediante una puntana en la
carretera de Benínar a Darrical, y a la salida había otro ramal para el Pago de
la Cari huela. Seguía por el Pago del Jornillo,
se introduce en el Molino Campoy de Andrés
o de la Cari huela donde partía un
ramal para regar el Pago de las Luisas,
con poca extensión de terreno, puesto de olivos, granados y naranjos.
A su paso por el molino va regando Los Blanquizales, los Majalones, donde deja varios brazales, uno de
ellos que por lo abrupto del terreno
saltaba el agua unos dos metros de altura a lo que llamábamos el Chorreón, y que era aprovechado para
recoger cargas de agua para la limpieza de las casas y para dar de beber a los
animales que en el pueblo, carecían de ella. También los jóvenes aprovechábamos
este chorreón para darnos unas buenas duchas, al mismo tiempo que el agua hacia
su recorrido hacia el pilarillo y los sifones del puente. La acequia sigue su
curso hasta La Almazara, donde existía otro Chorreón, que también los jóvenes utilizaban para el aseo personal.
Llega a la Joya, al Badén donde riega gran cantidad de bancales
hasta llegar a la misma Ermita de las ánimas..
Continua cruzando la Ramblilla
donde recogía antiguamente en tiempos lluviosos las aguas sobrantes de la
fuente de Hirmes, Cortijuelo, Pirondo y
de las Moraillas, que circulaba ramblilla abajo, siguiendo otra vez hacia
el Badén con dirección a la Molineta, primitivo molino de Benínar, donde se encuentra el pilarillo, donde siempre se dejaba un
chorro que cayera para dar de beber a las bestias.
Sigue su recorrido, avanzando a la vera de la carretera, pasaba por debajo de
la casa de Facundo, cruzaba a la calle Real en su parte alta y la casa de
Antonio Fernández Campoy hasta el barranquillo del Barrio Alto y la antigua panadería de Antonio Fernández Campoy, (A. Cuerdas) y Clemencia.
Cruza de nuevo la
carretera, para regar a las Cebadillas y
al barranco Peneque, donde finalizaba la vega de la acequia más larga de Benínar, con cinco kilómetros de
longitud.
3 La presa de Colón.
El pago comprendía desde La
Juana hasta el Callejón de la Vega,
un pago en el que antiguamente se criaban mucho cereal, maíz. Al tener agua
suficiente se criaban muchos huertos de hortalizas para vender en las plazas y
pueblos limítrofes, fue una acequia, con agua suficiente todo el año, al igual
que la acequia de la vega. No era necesario ir a regar de noche. La limpieza y administración,
se hacía entre los vecinos, y hacían turnos de uno o dos años cada propietario,
para compartid la responsabilidad y gestión.
Después en los años sesenta se transformo el pago, y se
cambio las plantaciones de maíz, algodón etc. por parral, y naranjos aunque los
huertos de verano no se dejaron de poner en bancales pequeños.
“Cuando en Abril ver la lana de las
ovejas relucir va ser buen año o poco le falta”
4
La presa del Barranco los yesos.
Pequeña presa situada en la desembocadura del Barranco de Las Yeseras, debajo de la Fuente Loro y a unos treinta metros de
la mina por donde transcurriría el agua para riego del pequeño pago. Fue un
lugar polémico y conflictivo para pasar el agua de un lado a otro de la quiebra.
El peligro que suponía meterse en la mina para taponar alguna perdida que se
hacía en cualquier sitio del recorrido.
Después de la construcción del pantano se ha comprobado que
sabíamos más los benineros sobre perdidas de agua que los mismos que hicieron
los estudios y pruebas. Las quiebras de las yeseras, es uno de
los sitios, donde hay gran cantidad de pérdidas por filtración del pantano. El
lugar es conocido como la Peña de la Jaca,
aunque se refiere a una zona de más de setecientos metros de longitud. En
Benínar, todo su contorno es propio de
grandes quiebras y yesos.
Esta presa, en las inmediaciones de la Presa del Molino de las Tres Piedras, faldeando el cerro, va
regando unos cincuenta celemines de tierra, en una distancia de setecientos
metros hasta llegar al cortijo, conocido como el cortijo, del “Es mallado.”
Era una acequia
polémica porque tras
su recorrido, se hacían agujeros durante el recorrido, perdiéndose el agua.
(Yo siempre acompañaba a mi padre, y me ponía de acequiero, recorriendo el brazal de una
punta hacia la otra vigilando donde se hacia un agujero perdiéndose el agua. La
solución era arrancar dos o tres matas del cerro, las ponía de relleno, taponando el agujero y encima una
espuerta de launa y así volvía a pasar el agua hasta que se hacia otro por
cualquier otro sitio.)
Cada vecino se encargaba del mantenimiento a la hora de
efectuar el riego en su bancal.
Pero no solamente se hacían agujeros en el brazal de riego, también se hacían
cuando estaba el agua en alguna merga del bancal.
Cuando llegaron a Benínar,
los motores de gas o petróleo; consecuentes del riesgo que suponía la mina por el
paso del agua y el mantenimiento, mi padre y los vecinos emplazaron un motor de
pequeña aspiración y unos cuatro metros de
elevación, en una plataforma de madera encima del Caz, librando así el trayecto peligroso
de la mina.
Para emplazar el motor, no hubo ningún problema aunque sí
muchas aclaraciones ya que el pago del cortijo del esmayado no tenía derecho a
utilizar el agua del Caz, pero al
estar la presa de este pago más arriba podían
utilizar el agua del río antes que los del Caz, con lo que a los del Molino
y los pagos regantes tampoco les convenía que el agua se desperdiciara. Así
todos quedaron conformes y dieron su autorización para emplazar el motor, solucionado
el problema.
5 La presa del Molino de Las Tres Piedras o de Constanza.
Junto a la Quiebra de
las Yeseras, a unos
cincuenta metros de la presa anterior.
Una presa de mucha más envergadura
a la hora de construirla con mucho más riesgo de que se rompiera en cualquier
aumento de agua en el río bien por el deshielo
o de alguna tormenta en la Sierra, o que el Río hace una pequeña curva y pegaba de lleno en el muro de peñones, construido en forma de V para
la recogida del agua del río y canalizarla hacia el cauce. Esta presa fue la
que menos ángulo de abertura tuvo.
El caz, con una caja suficientemente grande de tierra, como para conducir el agua de
riego del Rincón Bajo, de unos cien
celemines, el Haza del Limón con
unos veinte celemines y para mover las piedras del Molino de las Tres Piedras, llamado también de Constanza, o Altero que
se encuentra en la desembocadura de la Rambla
de Turón, encaramado en lo alto
de un gran peñón que le servía de su propia defensa del Río.
Preferentemente los propietarios de las fincas en el paraje
del Rincón tenían derecho de riego.
Después el Haza del Limón que fue
metida en riego en los años cincuenta y el Molino
de Las Tres Piedra o de Constanza.
El agua, después de ser utilizada por el
molino en vez de tirarla al río, la recogía una acequia denominada Acequia de la Rambla, que cruzaba la misma
llegando a las hiciras, regando todo el pago de la Rambla siguiendo hasta el cortijo de Faustino, el Barranco de la
Cañada de Roda hasta los Olivos nuevos y la balsa de los Casarones.
En años lluviosos nacía un manantial, justo debajo de los Márchales y del Cabrahigó, de donde le
viene este nombre “Cabrahigó.”
Manaba gran cantidad de agua, a veces tres o cuatro paradas de
agua.
Al llegar al cruce de la acequia,
que atravesaba la Rambla Murtas el agua del Cabrahigó la recogía la acequia y por la misma se podía regar hasta
la vega de la Mecila.
Cuando se daba esta circunstancia el molino de las tres
piedras arrojaba el agua al río con lo que se beneficiaba las demás presas de
por debajo.
Esta acequia era la primera que regaba en dos términos. En el
término de Darrical, hasta el Molino las
Tres Piedras y desde este, hasta los Olivos
Nuevos.
Muchas de las acequias en Benínar, sobre todo las que rodeaban el terreno regable, hechas por
la falda del cerro, podían ceder agua a otras de los pagos más bajos, como es
el caso de la Acequia Real a la Acequia
del Lugar, o a la de Arenales, como
la del Molino de las Tres Piedras
a la Rambla o la Mecila.
6 La Acequia del Lugar y del Molino del Puente.
Esta era un Caz, construida para el Molino
del Puente, cuya presa fue construida al pie de las Majadillas introduciéndose en las faldas del cerro hasta las terreras de los Majalones mediante una mina de apenas
un metro de alta por setenta y cinco de ancha, que por consecuencia de las
aguas turbias iba dejando tarquín y cada vez se estrechaba más
hasta darse la circunstancia, que para limpiarla, solamente podía hacerlo una
persona de rodillas, con un riesgo
altísimo de peligro. “así ocurrió”
Cabe señalar el
accidente mortal acaecido el día siete de Julio, viernes, del año 1936, Antonio
Sánchez Sánchez “de Rosalía”, propietario del molino del Puente, tras meterse a
limpiar la mina.
Para sacar el tarquín acumulado se hacia un artilugio casero
con espuerta de pleita con dos hazas, donde se ataba una soga en cada haza que
era utilizada por el que limpiaba el tarquín y el que estaba fuera arrastrando
la espuerta hasta la boca de la mina.
La herramienta de pequeñas dimensiones para poder usarla en tan estrecho
recinto.
En la mina se daba
la circunstancia que nacía un manantial, que haciendo una arqueta de piedra y cal, se coloco una tubería de
plomo para conducirla hasta la construcción
de una fuente, que se le llamó del Murallón,
por su cercanía al Murallón mismo, con
caño de hierro y un pilar donde bebían las
bestias que iban y venían a las vegas y secanos de ambos términos.
El agua de la fuente no era apta para el consumo humano por
su salobridad, ya que decían que
procedía de las filtraciones de la Acequia
de la Vega, a su paso por la Zanja,
el Jornillo o la Cari huela, esto era verdad, ya que cuando la acequia no
llevaba agua disminuía el caudal de la mina.
El Caz llegaba al Molino del Puente por el punto más alto,
donde tenía un cubo de unos ocho
metros de profundidad, con un orificio de salida redondo, que con la presión
hacia mover las aspas de una turbina, con un eje hacia arriba que movía la
piedra de moler.
El agua era arrojada al río, con el inconveniente de que el Pago del Lugar se quedaba sin agua y
era recogida por la presa de la vega de la Mecila,
justo debajo de los Olivos Nuevos. Pero en invierno no era ningún
problema.
Por estas circunstancias el dueño del molino tenía que moler
en tiempo de invierno cuando la vega necesitaba menos agua o cuando era un año
bueno de lluvias.
Para poder cubrir la demanda de molienda el hijo mayor Frasquito,
pensó en poner una línea eléctrica
para dar luz al molino y al mismo tiempo un motor eléctrico que podía cambiar
de moler con agua o corriente eléctrica
y así poder cubrir todas las necesidades. De esta forma el agua, cuando la
necesitaba la vega en verano la podía utilizar. Sin embargo por las noches en
el Pago lugar no se regaba, era una
vega que no tenía mucha extensión.
La acequia seguía su recorrido cruzando los muros del puente,
señal de que en mil novecientos diecinueve que hicieron el puente, ya existía
dicha acequia, dirigiéndose hacia el comienzo de la calle Real,
cruzando la Ramblilla de Hirmes,
siguiendo por bajo del barrio Hondillo,
llegando al barranquillo y después a las
Cebadillas donde finalizaba su recorrido.
Esta presa fue la última del término de Darrical.
7 La acequia de la baja
Rambla y de fuente de la Virgen
Una presa si importancia frente al Murallón y de muy poco riego, casi nada, regaba hacia dentro y las
mayores de las veces los regantes lo hacían con la acequia de la Rambla.
8 La Acequia de la Mecila.
Recoge el agua al pie de los Olivos Nuevos, por el Barranco
del Capitán, penetrando unos metros hacia el interior hasta la falda del
cerro, siguiendo hasta el molino de Oliveros,
siendo el molinero José López (Tomillo).
Molía sólo en invierno como
consecuencia de la escasez de agua en verano.
Cuando el verano era seco y no traía agua el río, los
propietarios de los bancales hacían un cerco alrededor de las plantas y
mediantes bestias cargadas con cuatro cantaros llenos de agua en unas aguaderas
de esparto que traían sobre animales de la fuente del Murallón, salvando la cosecha de naranjas.
Anteriormente la vega de la Mecila fue más pequeña hasta que hicieron una gran muralla que
defendió el pago de las fuerte riadas y se le gano al río una porción de
terreno que hizo el pago mas grande.
Se regaba una o dos veces durante el verano con el método del cántaro y las bestias (Cargas de agua)
hasta que llegaban las tormentas que todos los años caían por el día de Santa Rosa.
9 La presa De Los Arenales o de la Habana.
Era un pago de poca extensión, muy
problemático ya que cada vez que el río crecía se podía inundar ya que la altura
de los bancales al río era escasa, y carecía de murallas. Solo producía cosecha
de invierno ya que nunca llegaba el agua suficiente para regar. “El maíz cada año no terminaba de granar
bien.”
Para evitarlo los propietarios construyeron una muralla para su
defensa en la cabecera y desembocadura
del barranquillo que recorría desde la cuesta de Berja, hasta el mismo rio, cruzando parte del barrio alto. Gracias
a la construcción de la muralla, dejó de inundarse para siempre el pago de la Habana.
Este pago se podía regar en años de lluvias con la acequia
del Molino del Puente o del Lugar y
también, con la de la vega, siempre por el barranquillo.
10 La Presa del Molino de Carpo.
Sin embargo en el contorno de este Molino, se recogieron los testigos o muestras del lodo o tarquín
que en las crecidas del Río, arrastraba
de los secanos labrados en toda la Alpujarra,
y que antiguamente esas aguas dejaban ese lodo para aumentar de extensión
creando bancales.
El dueño del molino era el encargado de tomar estas muestras
cada vez que crecía el río. Estos datos no sirvieron para nada ya que hicieron
caso omiso a ellos, porque si fueran hechos el Pantano no estaría hecho.
Cada vez que llovía en Sierra
Nevada y el rio crecía se arrastraba una gran cantidad de tarquín que era
medido por Juan Sánchez “de Carpo” anotando
los datos y pasándoselos a la Confederación.
“Cuando en las fiestas
el agua corría, los bolsillos pesetas tenían”
11 La Presa del Cejor.
Al lado derecho y contrario al Molino se encontraba la fuentecilla
del Cejor, con muy poco manantial pero buena calidad de agua.
Siguiendo las hoces horadadas por Río Verde, nos encontramos con una pequeña presa cuya acequia va de colgada de las rocas de la ladera siguiendo dirección de la zona
regable, no sin antes llegar a la balsa incrustada en una peña de grandes
dimensiones en el centro, utilizada para paliar un riego durante la sequia,
principalmente Almendros, Naranjos algún
Granado en una orilla, sufriendo la climatología, como si del desierto se
tratara.
“Buen año hemos tenido
cuando en San Roque el agua va por el río”
Anécdotas:
Para encontrar gente para trabajar, tomaron una medida ideal,
que no sentaron nada bien a los vecinos del pueblo, claro a los que tenían que
meter jornales.
La medida consistió en subir el jornal de siete a diez
pesetas, con lo que todos los demás vecinos tuvieron que subir los
jornales.
Anécdotas:
En los veranos secos siempre se producían alguna
confrontación entre los vecinos de un mismo pago.
Anécdotas:
Se da la paradoja de haber padecido veranos con grandes
sequias y ocasionando disgustos entre vecinos y familiares, teniendo un río
excedentario los años de lluvias y árido los años de sequía.
Con la construcción
del pantano; cuando empezaron hacer
los sondeos para sacar testigos del terreno donde se situaría el embalse; cada
testigo daba señales de que por debajo había gran cantidad de agua, (El gran lago de Benínar) los muros de
rocas del Cejor hacían de muro para
que en el subsuelo de Benínar
hubiera gran cantidad de agua.
Se dio la circunstancia que en el Pago de los Arenales o de la Habana, donde en los año secos se
secaban el maíz y las plantas, una pala excavó unos tres metros de profundidad
y estuvieron sacando dos motores de agua donde y durante muchos años se habían
producido las fuertes sequias.
“Las hermandades Sindicales desaparecieron
en 1977 y 1980 para transformarse en Cámaras Agrarias.”
Anécdotas:
La escasez
de agua en las casas hacia que los vecinos de Benínar, y principalmente los jóvenes fuéramos a ducharnos o lavarnos
al Chorreón, a la Almazara, a las
balsas, y en los pilares de las acequias y de las fuentes donde bebían agua los
animales.
Había balsas
que estaban pobladas de culebras y
nos bañábamos junto a ellas.
Los jóvenes andábamos
un gran trecho y llegábamos sudando a bañarnos para después del baño recorrer
otro trecho y llegar sudado a casa.
Anécdotas:
En aquellos años las
mujeres mayores, no se bañaban junto a los hombres.
Hasta los años sesenta las chicas no se bañaban junto a los
chicos ni los novios junto a las novias
Antiguamente cuando
iban a lavar al río los hombres no se podían acercar donde lavaban, era una vergüenza
que los hombres vieran los trapos íntimos de la mujer.
Paco Ramón.
Destaco el párrafo que dedicas a la formación del terreno de la vega de Benínar, es interesante y me queda la duda si fue la propia naturaleza con ayuda de Dios la que la formó o fue la ayuda del hombre quien la perfeccionó.
ResponderEliminarEl refrán de pensar con la cabeza… (…), se lo han aplicado muchos benineros. Gracias al bien pensar y un mejor hacer, fueron adquiriendo parte de la vega de Darrícal, de mayor extensión que la de Benínar. Todo ese conocimiento adquirido, que pasó de padres a hijos ha servido para aplicarlo en El Ejido y crear la riqueza que le estaba vedada en el pueblo por las difíciles condiciones de vida que había y la orografía del terreno.
Seguramente que los ingenieros que idearon el embalse, más que pensar con la cabeza, pensaron en el bolsillo, y no hicieron caso a lo que el pueblo ya suponía. Podía haberse evitado el embalse o hacerse más abajo para aprovechar el supuesto lago.
Tanta información como das, espero que pueda ser útil a personas de otros países que están trabajando en las mismas o peores condiciones que se trabajaba en Benínar en los cincuenta.
Supongo que la fotografía, para quien no lo sepa, es de tu padre a quien recuerdo como un hombre muy vital y sociable que seguramente fue un adicto al refrán que escribes y yo apunto unas líneas más arriba. Dichoso la rama que al tronco sale.
A través de los años se le ha ido ganando terreno a las vertientes de los ríos. La única forma para recortar el máximo era enderezar las curvas que había. El río la arena estaba embuelta con la tierra No servía para labrar la por lo que la única forma era meter el lodo del agua.
ResponderEliminarPor mis años, he vivido esta experiencia, he visto como se ha ganado terreno al río. Recuerdo concretamente, los pantanos de Faustino, junto a la fuente del Murallon. También he visto agrandar bancales en el pago del Colon.
ResponderEliminarEl 19 de Octubre de 1973, más conocido como "La riada del 73" se cumplió el refran: "lo que el río te da, el río te lo quita"
ResponderEliminarEsa noche "el rio vino con las escrituras debajo del brazo".
EliminarEl pago de la rambla sufrio las consecuencias de un rio y una rambla crecida, como la rambla no tenía salida, relleno con sus arrastres desde las hixiras hasta el puente.
Como dije en el grupo de wasapp, pagos,acequias, cazes, brazales...que los mayores volveremos a recordar en su totalidad, y los más jóvenes podrán hacerse una idea del arduo trabajo que suponía mantener el riego, incluso en las épocas en que abundaba el agua.
ResponderEliminarNo digamos en los años secos...
Felicidades por este complejo y completísimo trabajo Paco.
Una acequias, y brazales obsoletas, de tiempos de los arabes que se perdia la mitad del agua antes de llegar al bancal.
ResponderEliminarSi por el contrario hubieran sido de mezcla o manposteria el aprovechamiento hubiera sido diferente y no aseguro que no hubiera habido escasez pero si hubiera paliado la sequia.
He disfrutado de la lectura, y de la geografía del lugar, donde tantos nombre me suenan, pero muchos no se donde estan.
ResponderEliminarHabía escuchado la técnica de relleno por alubión del río, pero nunca tan bien descrita.
Es cierto que antes de la ridada, nuestro río era un vergel, las mejores brevas que jamás se han comido, se criaban en el rio. Pero la riada acabó con todo.
Pude conocer, el famoso murallón de Beninar, una obra de ingeniería antigua colosal,de gran fama en toda la Alpujarra, aún hoy en día.
Pero estaba prácticamente enterrado y el picacho que formaba su punta, desapareció.
Yo creo, que si Beninar no hubiera desaparecido, hoy en día, el plástico del invernadero hubiera recubierto la antigua vega y los márgenes del río.
Incluso en los años de abundancia de agua, hubiera sido bombeada a nuevas cotas.
En la actualidad, el pantano ha traido abundancia, riqueza y agua, a zonas de Berja donde no las había. Basta con sentarse bajo los pinos de la caseta, antes de llegar a Barros, se puede divisar donde han pinchado y sacado agua, donde antes era cerro, hoy es invernadero.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarPor cierto, con tanta pista que hay en la actualidad, cogí la moto y me puse en un rato en Darrical, y bajé con la moto al mismo río.
EliminarLleva este año un chorro de agua caudaloso, sofocado por la calor, me planté con botas y todo como estaba, me tumbé en medio del cauce, una delicia. Las alamedas a ambos lados del cauce.
Daba pereza subir a Hirmes de nuevo, aunque me secara por el camino.