En los años cincuenta todavía los maestros les
daban clase a los niños y las maestras a las niñas. Las clases mixtas todavía
eran un tabú, además de no disponer medios suficientes para una buena
enseñanza.
La escuela
de antaño es digna de recordar, no como nostalgia sino como algo que formo
parte de nuestra vida.
En un art. Escrito,
por Rafael Bailón, Benínar fue el pueblo más analfabeto de España.
“Mirando hacia el
pasado”
En aquella
época la edad de entrar en la escuela, era cuando cumplías los seis años, edad
que se suponía que un niño o una niña, ya eran conscientes, de saber cuándo y
cómo tenía que hacer, ciertas necesidades valiéndose por sí solas.
El periodo
de escolarización duraba hasta los 12 o 13 años aunque muchos niños abandonaban
la escuela antes de tiempo por ciertas necesidades en la familia.
“Cuando un niño sabe decir piedra, se le cierra la mollera”
Aquellas
escuelas de Benínar, carecían de los servicios básicos necesarios para poder
hacer los niños y niñas sus necesidades. Un niño o una niña cuando tenían que
hacer alguna necesidad, solo cabía la posibilidad de, primero pedir permiso al
maestro o maestra y segundo salir corriendo y hacerlo en la primera esquina de
la calle, o ir a las afueras del pueblo donde muchas personas del pueblo tenían
costumbre de hacerlo. También cabía la posibilidad que lo pidieras dos veces y
una fuera des negada, con lo que solo podías llorar y que el maestro tuviera
compasión y te dejara salir.
Las niñas lo
tenían todavía más complicado, o iban a sus casas o en cualquier corral más
cercano.
“Yendo a la escuela, la educación será mejor, que sin ir a ella”
Mi antigua
escuela, era una nave de unos sesenta metros cuadrados, con una puerta y dos
ventanas que daban a la Plaza del Doctor Sánchez Quero, otra ventana que daba a la calle que bajaba de
la plaza, al barrio Hondillo.
Su
construcción como casi todas las casas del pueblo era de piedra y cal,
materiales autóctonos de Benínar. Los techos eran de palos de madera de álamo y
cañaveras; materiales autóctonos, que se criaban en la rivera del Río Verde o
Cuencas del Adra.
Los
materiales de construcción tanto yeso y cal, se le compraban a personas del
pueblo, que cuando no tenían trabajo en otras ocupaciones del campo se dedicaba
hacer yeso y cal. La arena y las piedras
eran del río o de alguna cantera del mismo pueblo componiendo entre estos
materiales las paredes o muros.
En la
tarima, se encontraba la mesa del maestro, una silla de baqueta, la pizarra, el
mapa de España; en el centro de la pared, un crucifijo, en el lado derecho el
retrato de Francisco Franco Bahamonde, y en el izquierdo el de José Antonio
Primo de Rivera.
“Educar la mente, sin educar el corazón,
es lo mismo, que beber vino sin razón.”
Los maestros
eran muy duros tenían, una vara encima de la mesa de unos cincuenta cm, que
repicoteaba cuando nosotros los críos nos poníamos alterados y alborotados que
parecía un avispero.
Los pupitres eran de madera colocados en
dos filas unilaterales desde la tarima
hasta llegar a la ventana del final que estaba el banquillo de los que entraban
por primer año a la escuela, los más pequeños. Cuando el maestro se enfadaba
con algún crio le decía ¡vete al último
banco y que no te vea! (También le llamábamos el banquillo de los acusados)

“Cada maestrillo tenía su
librillo”
Antiguamente
por los años 1950 y 60 en la escuela solo enseñaban aquello que se decía, las cuatro reglas, que se definían en sumar, multiplicar, restar y dividir,
unas pequeñas nociones de geografía historia, lengua española. Toda esa materia
estaba contenida en solo tres libros que podía ser heredado de otros hermanos, primos
o amigos que en años anteriores habían pasado por la escuela y que se titulaba enciclopedia 1º, 2º Y 3º grado de Álvarez
“Con un lápiz y un
papel, aprendes a escribir y a leer”
El material
era escaso, simplemente un mapa de España,
una pizarra, lápiz y plumín, libretas de rayas lineales y algunas
con las tablas de multiplicar en su última página, un tintero introducido
en el pupitre con tinta, que solo usaban los mayores.

Las carteras
para llevar los libros, libreta, lápiz
goma, eran de algún recorte de tela sobrante de hacerse ellas algún vestido o de algún pantalón de pana, nos la
hacían nuestras propias madres o abuelas.
Al entrar a
la escuela, recuerdo que todos
estábamos, en pie, esperando que entrara el Maestro como signo de educación. Una vez sentado el Maestro todos nos sentábamos a la vez.
“Si en tu vida has sido
cortes, tu recompensa tendrás después”
El Maestro tenía una lista, en la que
guardaba un orden de lectura o de preguntar la lección que el día anterior
había encargado. Una equivocación podía costar un tirón de orejas o escribir
cien veces el error cometido. El miedo
era patente hasta ver si se libraba de que el Maestro lo llamara.
Las travesuras en la escuela, se sucedían, cuando menos te lo esperabas, casi siempre venían
de los bancos de atrás, nunca sucedían en los primeros pupitre que estaban, mucho más vigilados, por el maestro, siempre
provenían de la parte de atrás, donde estaban los menos atentos y por supuesto
los menos aplicados.
Los castigos, en la escuela, recaían mas en niños, que perdían días de clase por estar
más expuestos a la dejadez no solamente de ellos mismos sino de sus propios
padres. Siempre se notaba, hasta en el comportamiento habitual.
“Los castigos que son
duros, nunca se olvidaran, los blandos siempre se agradecerán!
En el tiempo
de las almecinas, cuando salíamos de
las escuela y nos mandaban aguardar
las cabras, siempre recorríamos los
parajes que más nos convenía y por supuesto donde hubiera un almecino, ideando
no en cosa buena sino hacer alguna travesura. Nos las comíamos, guardando los huesos para llevarlos el día
siguiente en el bolsillo a la escuela, los poníamos entre la tapa del
asiento y el tope, con lo que al sentarse cualquiera de los alumnos, pegaba un crujido, que parecía una escopetilla de
perdigones; y para eso si se había
puesto en varios pupitres a la vez; ya estaba, el follón liado, la juerga
garantizada, mientras el Maestro
ponía orden y intentaba averiguar quién había sido el del invento. Los más
pequeños no chistaban aunque los mataran pues si se chivaban luego en la calle podían pillar algún repelón y como siempre la idea venia de los mayores allí no se
aclaraba nada, hasta que el Maestro
se daba por vencido y todo quedaba en cardos y cerrajas.
“En boca cerrada no
entran moscas”
Con los jopos de las cañaveras había quien metía en la faltiquera un trozo de jopo
y con los huesos de las almecinas y con mas puntería que un
cazador, le pegabas a otro, que estaba tres o cuatro bancos mas retirado un chinazo con el hueso de la almecina, que se les escapaba un chillido que toda la escuela se ponía
en revolución.
“Lo que el niño oyó en
el hogar, eso dice en el portal”
“El que calla otorga”
Cuando algún
crio le dolía la barriga, y se le escapaba una pecto ración los demás
compañeros no tardaban en vocear ¡ha
comido ajos! Decía el primero que le llegaba el olor; levantándose del
asiento y poniendo cara de asco; con lo que ya se liaba el jaleo, que más que
nada era de lo que se trataba de reír y meter follón. Pero había una trampa
para no ser descubierto: que el sujeto, también se levantaba y ya no se sabía
quien había sido.
El maestro
en la clase, cuando se armaba el alboroto, repicaba con la vara de almendro
sobre la mesa, mientras vigilaba quien era el cabecilla del alboroto, que era
llamado y según las explicaciones y razonamientos podía ser un tirón de orejas,
un palmetazo con la vara sobre la palma de la mano o ponerse con los brazos en
cruz mirando, para los compañeros con lo que la vergüenza era mayor por el
cachondeo y risicas en el aula, aunque algunos podían pillar algún repelón tan
solo por reírse. En cambio si el arresto era de cara a la pared, se
consideraba, menor el castigo.
“La letra con sangre
entra, pero puede salir con más fuerza”
En la
escuela de las niñas, era muy distinto que en la de los niños. Las niñas por
razones naturales son más sencillas y menos atrevidas que los niños, eran el ojo derecho de las madres su educación demostraba la nobleza de ellas, por lo que
las maestras sobre llevaban mejor la
enseñanza.
Diferentemente
que a los niños la maestra les
enseñaba por las tardes todo lo concerniente a ser una ama de casa, para lo
cual la costura era principalmente una obligación.

La escuela
de las niñas las recuerdo en el reduto, haciendo esquina con la calle de la Iglesia y después en las nuevas
escuelas. Sus maestras fueron Doña Rosa
Martin Donaire, de Alcolea, La Srta. María Salud
Zabala, beninera. Dª Maria Maldonado Sánchez, mujer de Pepe Perez, Srtª María Gonzales,Perez, nieta de Andres el regalado, de Berja.
Dñª Isabel María de Murtas, Srta. Genoveva, .
“Pasas más hambre que un maestro de
escuela y ganas menos que el pica
piedras”
Los maestros
de escuela, hora llamados profesores, estaban muy mal pagados, su sueldo no
superaba las doscientas cincuenta pesetas al mes.
Sin embargo,
el maestro era una autoridad de respeto en la escuela y en el pueblo para
padres y alumnos.
El final de
la escuela de la plaza, y la de las
niñas en el Reducto, vinieron con la
aprobación del proyecto de la construcción de las nuevas escuelas.
¡La vieja escuela, después
de escuela fue un centro juvenil!
La escuela redujo su actividad escolar en
la plaza, pero siguió siendo utilizada en las fiestas patronales para montar en su portada un kiosco de palos de álamo y
cañaveral para resguardo del sol en los tres días de fiesta, mientras en su
interior se guardaba la nieve traída de la fábrica de Dalias para enfriar las bebidas y congelar el aguanieve.
El deterioro
de la escuela, después de tantos años, de ser utilizada para la enseñanza, fue
patente, por lo que se obstó, por echarle unas cargas de launa, encima del
techo, que era acarreada en serones
con bestias, de la Zanja, conservando así, varios años de
mas, y pudiendo utilizarla en otras actividades.
No optante,
en el 1960, el gobierno de Franco, empezó a querer demostrar,
ciertas libertades por las presiones que ejercían internacionalmente otros países
y al mismo tiempo el partido que apoyaba
a la dictadura, la Falange Española
tradicionalista de las JONS, llamada también Organización Juvenil Española, dependiente del Frente de Juventudes el único partido legalizado, Abolido por Adolfo Suarez en 1977.
En España, empezó un movimiento de
captación juvenil, para lo cual en todos los pueblos de España, hubo de una campaña llamativa
con juegos y entretenimientos que no dio el resultado previsto.
En Benínar,
el local idóneo en buen sitio y más controlado era la escuela vieja que el ayuntamiento
lo puso a disposición.
En principio
todos los jóvenes empezaron estas actividades jugando al dómino, al ajedrez, la
oca, el parchís, las Damas etc., y así un total de cuarenta juegos de cartón con fichas.
Pronto, la monotonía causo dejadez, e interés por los
juegos dentro del hogar juvenil, los jóvenes preferían más estar correteando
las calles del pueblo, haciendo alguna que otra gamberrada, con la posibilidad
de dar un vistazo a alguna pretendiente, que no estar todas las noches encerrados en el salón; con lo que poco a
poco se termino aquel proyecto.
Un bar en la antigua
escuela
Después de
todas estas actividades, en las antiguas escuelas
y para que el deterioro no fuera en aumento, el ayuntamiento opto, por alquilarlas para la apertura de una Taberna.
Fue un gran
acierto porque el deterioro hubiera sido mayor si se hubieran dejado cerradas.
Con la
apertura de la taberna, no solamente
se dio vida al pueblo sino que fue lugar de entretenimiento de juegos
tradicionales, donde los días festivos y
los días de lluvias durante el Otoño-
invierno, todos los mayores y jóvenes acudían a la taberna como lugar de
reunión al mismo tiempo que se jugaba la partida al Paulo, el tute, la brisca o al secalló.
A partir de
esta apertura gente de otros pueblos venían a visitarnos y convivir un rato con
los
benineros.

Anetodas:
1ª Muchos de
los benineros no tenían más
diversión, que si jugaban un día de fiesta al Paulo, con los amigos y
vecinos del pueblo.
Aquel día amaneció
lloviendo ya no se podía hacer
durante el día, las labores de la vega. Juan
le dijo a la mujer, María voy a
jugar un rato al Paulo, María contesto: te vienes para la hora
de almorzar, vale dijo Juan. Juan estaba el primero en la puerta de
la Taberna, para que no le quitaran
el sitio. Se ponían a jugar y en cada final de juego, se bebían una ronda,(si era por la mañana era una
copa de anís o de coñac con un mantecado y si era por el medio día o por la
noche era ½ litro de vino) que pagaban los que habían perdido el juego.
Juan y sus otros dos compañeros estaban
en racha e iban ganando por seis juegos a cero. Ya eran las dos de la tarde y María tenia las migas echas y le mando
dos o tres razones con los críos que tenían, pero Juan, iba ganando y quería aprovechar la racha no quería dejar el
sitio a otro.
Ya estaba
harto de que le mandara su mujer tantas razones y vino el niño ¡Papa, si no vas a comer Mama le echa las
migas a las gallinas! ¡Juan contesto!: mira
hijo dile a tu madre que me traiga las migas aquí. Juan no necesitaba comer, nada más que con las tapas que había
comido tenía bastante. ¡Allí siguió jugando!
Juan se fue, cuando los contrarios
se aburrieron de tanto perder, ¡pero las migas no se la llevaron a la Taberna! Pero el tampoco se fue a
comer.
2ª A Manuel, le gustaba jugar al Paulo, y amaneció lloviendo y el día que llovía, aprovechaban para hacer soguilla para atar los haces de
trigo o cebada que llegaba la hora de la ciega y hacían falta, pero a Manuel le gustaba tanto el Paulo que se conformaba nada más que
con verlo y aquel día se sentó al lado de quien estaban jugando mientras hacía
soguilla, pero estaba en las
jugadas, viendo las malas jugadas que
hacia uno de los él estaba al lado, ya enrabietado, dijo: quita de ahí coño,
que no sabes jugar, soltó la soguilla
y se puso a jugar.
Anica se fue
su marido a jugar al Paulo a la Taberna,
y la mujer cuando vio que no venia se dijo entre si, a este le hago yo que se
venga. Mando al niño: ves y dile a
tu padre que la burra se ha salido del
corral y la han visto el vecino por la ramblilla. el niño fue y se lo dujo a su
padre que le contesto: vete, vete,
ya verás como vuelve ya sabe el camino.
Al hablar sobre la antigua escuela: en el parrafo donde describo los maestros y maestras que partieron su enseñanza en las antiguas escuelas,puede que haya alguna alteración en el orde correlativo.
ResponderEliminarTampoco he querido mencionar a las maestras y maestros que tubieron su plaza en las nuevas escuelas que se hicierón en la era de Frasquito maldonado y su hermana Anica.
Cuando la titularidad de la plaza, le correspondio a Dª Maria Gonzales Perez, nombre que deduzco por ser nieta de Andres Perez mas conocido por Andres el Regalado, que por los motivos que fuere dejo la plaza en manos de las alumnas mas formadas de su clase.
Segun me han informado, estas alunnas fueron: Encarna Baños, Encarna Sanchez, y Rosario Baños.
Por otra parte hay una cuantas maestras y maestros, que no las meciono porque pertenecieron ya a la nuevas escuelas.
Si alguien tiene información sobre este articulo que lo exponga en comentarios para tener constancia ya que hay muchas contradiciones en las informacion.
Aqui cada vez quedamos menos y lo escrito escrito esta.
Mucha de la información octenida ha sido facilitada de otras fuentes que para mi son creibles y fiables y sin animo de perjudicar a nadie.
¡Qué tiempos tan fel... recordados, pues no todos los recuerdos son felices. Sobre todo los que tiene mi padre del nefasto maestro que ejerció un tiempo anterior a la guerra incivil y después de finalizar ésta, creo que se llamaba Antonio González, si no recuerdo mal.
ResponderEliminarUna frase habitual suya era que "los hijos de los rojos no debían aprender nada", los que pasan de los 90 años lo sabrán mejor. Era su costumbre castigar con la bardasca, bardaguera o férula de taraje (quizá más dura y menos poética que la del almendro)... algo había evolucionado. Además de pasear por la plaza en horas lectivas y dejar encargado algún alumno en clase. Los castigos eran muchos y la enseñanza mínima de tal manera que preferían hacer novillos y cuando sonaban las campanas de fin de clase regresaban al cortijo. Lo poco que aprendió fue durante los tres años de guerra con un maestro republicano de Cádiar, que fue depurado al terminar la contienda, como tantos otros.
Pero me parece una evolución mejor la del profesor al maestro: Profesor es quien profesa un oficio o trabajo, maestro es alguien a quien se debe seguir o imitar por ser de noble condición y amplios conocimientos a emular, que no creo que tuviera Don Antonio González, si no yerro en el nombre.
Cuantos datos sobre la "antigua" escuela nos ofrece Paco Ramón!! Junto a las fotos del local y de los kioscos que se instalaban en su puerta nos ilustran y refrescan la memoria, a varios de los protagonistas y a sus descendientes.
ResponderEliminar"Los hijos de los rojos no deben aprender a leer y escribir, así el día de mañana no podrán gobernar", esa era literalmente la frase que gustaba decir Antonio González Romero a su gran amigo Facundo cuando se reunían en la plaza a tomar el sol. Como en la clase estaban los niños sin distinción de edad o curso, los mayores enseñaban a los pequeños. Y de las palizas que daba... mejor no hablar.
ResponderEliminarSaludos Benínar.
Gracias Paco por la transcripción literal, fue una de esas frases lapidarias que dejan huella.
ResponderEliminarNo se deberían negar ninguno de los tres alimentos que necesita todo ser humano: el físico, espiritual y muy importante, el intelectual pues junto al del espíritu, no mata pero destruye el alma de la persona que arrastra un vacío existencial
toda su vida.
ResponderEliminar“Llamemos le suerte.” “En todos tiempos se cuecen habas” ¡Yo quizás haya tenido suerte! No puedo quejarme de mi único maestro aunque muchos no pueden hablar igual que yo.
Hace tres días hablando con una de las ultimas alumnas de las nuevas escuela me comento: “De todo tiene la viña del señor” el ultimo maestro de la escuela de niñas y niños fue muy duro con nosotros e incluso se pasaba.
Yo recuerdo de niño, la antigua escuela de la plaza, que fué después Hogar Juvenil, donde se podía jugar a juegos de mesa, leer comics, etc. Recuerdo el frío que hacía en las mañanas de invierno, a pesar de que el sol calentaba en la plaza del pueblo.
ResponderEliminarPues sí D. Antonio Romero famoso por dar auténticas palizas a los niños, por cosas tan nimias como de memorizar la tabla de multiplicar. O expulsaba a un crio de la escuela por un año, sin motivo alguno, solamente por los ideales políticos de su padre.
Lo peor que se puede ser en Beninar y en Hirmes es ser rojo.