Benínar, tres de marzo de 1901.
El ayuntamiento está reunido en pleno. Encima de la mesa hay un papel que todos los presentes miran de reojo. Es una lista con los mozos del pueblo que cumplen 20 años, elaborada por el señor cura.
Preside el alcalde, Juan Sánchez Sánchez, a su derecha el regidor síndico Rosendo Fernández Salazar, a su izquierda el medico, don Ricardo Magaña Romero y a su lado los dos talladores, los hermanos Matías y Diego Sánchez Sánchez. Al fondo, el resto.
Los mozos habían sido citados unos días antes para ser medidos, pasar el reconocimiento médico y presentar las oportunas alegaciones.
Los declarados aptos tendrían el viaje pagado hasta Almería y de ahí… vete a saber.
El nerviosismo era generalizado, para todos es la única oportunidad de ver lo que había más allá de aquellas sierras pero había un sentir generalizado, quedarse en casa. Sólo unos pocos eran felices.
Las madres, angustiadas y apenadas, con un ojo en el ayuntamiento y otro en su santo, lanzaban ruegos a san Roque desde la puerta de la iglesia.
Había una serie de triquiñuelas legales para librarse. Así, unos se casaban, otros alegaban ser hijos de viuda pobre o que eran los que mantenían a sus padres enfermos. Habían oído que pagando muchos duros o llevando a un sustituto te librabas, pero en Benínar nadie conocía a ninguno de esos afortunados.
¡¡¡Cecilio Maldonado Sánchez!!! Tronó el cielo ¿Tiene usted algo que alegar para no hacer el servicio militar?
Sí señor, el corazón me da palpitaciones…
Don Ricardo, medico del pueblo, coge su fonendoscopio, lo acerca al mozo, le abre la camisa y lo va auscultando poco a poco, con gran delicadeza. Pasados unos segundos lo retira, le mira a los ojos y le dice “hijo, está usted perfectamente”.
Cecilio monta en cólera, exclama que él está enfermo, que tiene que ser declarado inútil, que no puede dejar sus tierras, que mantiene a sus padres enfermos, que no quiere ir a África, que…
Mientras tanto Juan Sánchez López espera su turno, su cojera es visible, ya no podía correr. El médico le había dicho tiempo ha que padecía un nombre muy raro y que iría a peor. Sentado en las escaleras del Reducto escucha las exclamaciones de Cecilio y al salir éste le dice con sonrisa burlona “que, nos cambiamos”.
Saludos Benínar.
© copyright Fco Maldonado Calvache 2010
El tío Cecilio era el tío de toda la familia, sus sobrinos y resobrinos lo apreciábamos, también todos los jóvenes y menos jóvenes. Era simpático, agradable y bonachon. Todas las comparsas eran protagonizadas por el, hasta el punto de alguna vez sufrir algún percance.
ResponderEliminarPazzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
Que mayores somos. Yo también recuerdo a Cecilio y la casa donde vivía.
ResponderEliminarFelicidades al recopilador de datos o "historiador".
Juan Gutiérrez.
Realmente interesante esta citación de los quintos, principalmente porque fue al inicio del siglo pasado, en el 1901. Presidió como alcalde Juan Sánchez Sánchez..., pero yo me pregunto: ¿quién fue este Juan Sánchez Sánchez, porque había tantos Sánchez en el pueblo?
ResponderEliminarEn el año 1880 el escritor Antonio Rubio en su libro “Del mar al cielo, crónica de un viaje a Sierra Nevada” habla a su paso por Benínar de un sujeto con trazas de secretario municipal, que le informó con detalle sobre muchísimas cosas relativas a Benínar. Este sujeto, por la fecha y por la investigación de otros, era Juan Sánchez Sánchez.
Se con certeza que en 1873 estaba de secretario municipal Juan Sánchez Sánchez, padre de los hermanos Sánchez Quero.
Ahora resulta que en 1901 Juan está de alcalde. Deduzco que debió de hacerlo muy bien de secretario para ascender a la categoría de alcalde.
Indaloxes, cada vez que publicas me dejas boquiabierta. Tus artículos son impresionantes, muy bien preparados y elaborados, con elegancia innata tratas la historia dándole gran sencillez y profundidad.
ResponderEliminarSaludos de Flora.