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sábado, 17 de enero de 2009

ALMAZARAS (1)



ALPECHÍN.

Aún estamos en olores a alpechín y olores a matanza.

Pronto desaparecerá el de las matanzas pero el olor a alpechín perdurará por más tiempo.
En Beninar el reguero de alpechín que sale de las dos almazaras del pueblo está logrando lentamente, en ningún momento se aleja de su empeño en recorrer toda la ramblilla y llegar a encontrase con el río. Es uno de los pocos líquidos que no se ha encontrado aún su aprovechamiento.

El alpechín se parece a una culebra negra que sale del pueblo, va creciendo y creciendo mientras sea alimentada por las dos almazaras, la de Juan Ruiz y la de Antonio el de Emilia.

La más concurrida de las dos, la que está a la entrada del pueblo. La que está en el barrio alto, a pesar de ser más espaciosa, es la menos concurrida.

En días de lluvia, se forma una concentración, de hombres con un manojo de esparto majado bajo el brazo y haciendo labores de esparto, llegan hasta la almazara para calentarse ante la fogón, que nunca se apaga y que periódicamente uno de los empleados con una pala va cargando el horno con placas de orujo, para calentar el agua que cubo a cubo, se va vertiendo sobre las capachas que se van colocando llenas de aceitunas trituradas en la prensa.

Una de las dos almazaras, Paco Ruiz se encargó que llegasen a Hirmes y allí está montada para ponerla en funcionamiento.

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