Páginas

sábado, 22 de noviembre de 2008

UBRERA II

¡POR DIOS!. ¡TANTOS BESOS!.
SEGUNDA PARTE.

Si los besos y abrazos estaban tan requisados en Beninar, - malditas cartillas de racionamiento, - imaginar lo que costaba encontrar un alago, un te quiero, te echaremos de menos,…, se ponen puntos suspensivos, puesto que escasísimas palabras conocían los benineros, para expresarse entre ellos el cariño, que podían sentir unos hijos de unos padre, o viceversa. Si aparecían a raudales los adjetivos que hacían mención las virtudes excepcionales de la persona, cuando ésta estaba de cuerpo presente. Se podría afirmar con rotundidad, que muchas parejas, tan solo escucharon de su media naranja, “te quiero”, en el momento del enamoramiento y poco más, puesto que desde el mismo momento en que se hacía pública dicha relación, había que guardar las normas establecidas ante cualquier persona presente, y si tal pareja se sospechaba, que en su comportamiento, ponían la honra de la moza “en entre dicho”, se recurría a un guardián permanente, tanto en las salidas por el pueblo, cuando estaban en casa. Es decir, “la carabina”, - el encargado-a de acompañar en todo momento a los novios, - se aplicaba con carácter general a todas las parejas.

Si es que los padres no habían tomado la decisión de dotar a los enamorados de carabina, para eso estaban las vecinas o “las encargadas de la moral ciudadana”.

Al representante de la iglesia era imprescindible presentar el certificado de bautismo para poder casarse; la sociedad bendecía aquellas bodas que llevaban todos los certificados correspondientes de todas las carabinas que habían intervenido, en que aquel virgo, llegaba el sello de estreno debajo de aquel vestido blanco de novia.

Cuando dos personas están enamoradas, las miradas los delatan, los suspiros aparecían en las ausencias y se decía en Beninar, que: “Los enamorados cuando se ven ponen ojos de cordero degollado”. Se podía haber recurrido a otra definición, - como por ejemplo las que se han ido recopilando a lo largo de los años, - pero fue pasando el tiempo y dicha expresión aguantó como aguantó el Murallón de Beninar.

La fornicación en un pueblo de calles estrechas, de ventanas desencajadas, de puertas que solo servían para delimitar, jamás, para amortiguar cualquier ruido, en la cama, generalmente catres, con colchones de farfollas, colocados estos a la altura de la calle donde, – si no era cierto, se sospechaba, – cualquier curioso podía pasar o podía estar esperando que surgiera el climas, para después publicar los pormenores, - de cómo fue, a qué hora, cuanto duró, …, - en las cuatro esquinas y sobre todo en el lavadero público. En este caso, se le perdonaba el comportamiento del macho, - para otros ensalzar, - en dicho trance. En todos los casos se ponía en tela de juicio el comportamiento de la mujer.

Tiempos muy difíciles, - económicos, de trabajos de sol a sol, de, …, - tiempos de miseria y sobre todo de escasez de afecto entre el matrimonio, de los padres con los hijos, de los abuelos con los nietos, y ya sería el colmo de los colmos, que se declarase el cariño, - perdón el afecto, - entre amigos o entre amigas.

Uno de los sacerdotes que llegó al pueblo y observar, que durante las fiestas, aparecían en la pista de baile pareja de hombre y mujer y pareja formada por dos mujeres, le faltó tiempo para manifestar en el primer sermón: “Cuando dos mujeres forman una pareja de baile, se parecen a dos cabras en estado de celo, que se suelen subir una en la otra”. Apreciación suficiente como para que en los próximos bailes, en las siguientes fiestas, no apareciesen dos mujeres como pareja de baile.

Tiempos en que se recurría al comportamiento de los animales para dar por zanjado un razonamiento. Se solía decir: “Mira el tiempo que dedica una madre a sus hijos, si no es tan solo el tiempo de lactancia. Terminado este, a la calle a buscarse la vida”.

Con relación al tema sexual, se solía sentenciar en una discusión: “Los animales buscan a las hembras en el celo y después si te he visto no me acuerdo”. Tiempos en Beninar que todos los machos. ¡Todos!, - desde un conejo a un burro, - eran más machos en función del volumen de sus huevos. En el resto de España se decía: “Tiene los huevos más gordos que el caballo de Espartero”.

Por supuesto no se puede disociar de este comportamiento social el papel desempeñado por la iglesia de aquellos tiempos.

Volviendo a la madre beninera, “que no entendía, …”, que durante setenta años, se había desvivido toda su vida porque sus seres queridos no pasasen por una determinada escasez. Esta madre en concreto si a una-uno de sus hijos le hubiesen recetado leche de hormiga, sin dudar que la beninera se hubiese levantado de madrugada a ordeñar hormigas. En aquellos casi cincuenta años, aquella madre, había escatimado, había borrado de su mente, la ternura, y sobre todo la palabra, ¡TE QUIERO!, ¡TE QUIERO!, UNA Y MIL VECES. Todo el potencial que a todos los humanos se les entrega regalado y nosotros lo debemos regalar, se parece en la misma forma como les pasa a nuestras uñas o nuestro pelo, ni muy cortas ni muy largos.
Los besos que escatimó, lo huraña que fue con los abrazos, cuando se hace balance de ello, es cuando se presiente la muerte, tanto el que se va como el que se queda.
El que se va, puede que razone:
Ya para qué.
El que se queda, puede que piense:
Los besos y los abrazos que no di y que no me servían para nada. ¿Qué hago con ellos?.

Puede que los psicólogos y los psiquiatras digan, que dicho potencial de besos y abrazos no dados se tengan que elimina a través de las lágrimas, o pensando como los benineros:
“Como las hembras en época de lactancia como no den de mamar se les pudren las mamas”. En Beninar cuando aparecía dicha infección en las tetas se le decía: UBRERA.
Aquella infección se le solía sacar a la cabra mamando los chotillos, jamás ordeñándolas.

4 comentarios:

  1. UBRERA,sin lugar a dudas. viene de UBRE y ésto equivale a TETA o TETAS en los mamíferos.
    Según el diccionario de la Real Academia Española "UBRERA es la pérdida de piel o cutis que padecen los bebes en la boca por mamar mucho o a consecuencia de la descomposición de la leche que se derrama por los labios"
    Con ésto quiero decir que esta palabra estaba mal usada en Benínar y refiriendose a las ubres sería una postema o tumor lo que padecían las cabras.

    ResponderEliminar
  2. Beninar pertenece a La Alpujarra y todos los años el 12 de octubre, en Ugujar se concentraban todos los alpujarreños para actualizar al menos los temas relacionados con el ganado.
    Todo es cuestión de preguntar en los distintos pueblos alpujarreños la palabra escrita, con qué la relacionan.

    ResponderEliminar
  3. Creo que a lo que llamamos Ubrera, es a la Mastitis Aguda: es cuando se inflaman las mamas o tetas de los masmiferos cuando lactan.
    Se produce en un area limitada con dolor profundo, se pone la piel arrugaday dura y aumenta la temperatura en la zona. Se palpa con la llema de los dedos, la zona dura e inflamada.
    El motivo causante es, el exeso de leche en la cabida, se produce un agrietamiento en los pezones, por donde se introduce una bacteria, que es la causante de la Mastiti Aguda.
    El tratamiento precoz es con antiflamatorios, e atibioticos.
    Cuando existen estas fisuras en las Mamas lo normal es sacar el contenido con unas teteras, ya que mamando producen un gran dolor en las Madres.
    El agua fresca hace bajar la temperatua en la zona. Pazzzzzzzzzzzzzzz

    ResponderEliminar
  4. En cuanto a la palabra ubrera el diccionario pone la acepción que la relaciona con una afección de los lactantes, pero buscando por internet, en muchos lugares aparece ubrera relacionada con la mastitis. Me da la impresión que anbos significados son correctos, y que el diccionario debe actualizarse.

    Respecto al fondo del artículo, lo que se escribe pone muy bien de manifiesto una época de España, a la que Benínar no podía sustraerse.

    ResponderEliminar

Por favor, ídentifícate en los comentarios.