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domingo, 4 de noviembre de 2012

El hombre del saco existió y era de Gádor

El hombre del saco no es una leyenda
Cuando éramos pequeños, nos asustaban con el "hombre del saco" para que no nos alejáramos mucho de casa y volviéramos pronto. También para que nos durmiéramos pronto. Se suponía que era un hombre malencarado, solitario y con un saco al hombro para meter en él a los niños que estuvieran solos, en despoblado y a deshoras. Tras llevarlos secuestrados, les habría la barriga para sacarles las mantecas. Variantes del hombre del saco eran "el sacamantecas" o "el mantequero". Secuestradores y asesinos de niños ha habido siempre (desgraciadamente), aunque con el nombre especifico de "el hombre del saco", el genuino, el real, no una leyenda, fue un tal Francisco Leona, barbero, curandero y natural de Gádor.

La historia es la historia del llamado "crimen de Gádor" que conmocionó Almería, España e incluso Europa entera. En la tarde del 28 de junio de 1910, poco antes de oscurecer y en la rivera del río Andarax, cerca de Rioja, el curandero de la localidad de Gádor, Francisco Leona (el que se llamaría a partir de este suceso "el hombre del saco"), ayudado por Julio Hernández (conocido por "el tonto"), secuestraron al niño de siete años Bernardo González Parra.
 
El niño, con engaño de que iban a ayudarle a coger brevas, lo separaron de otros dos niños que lo acompañaban y lo metieron en un saco. El acto delictivo del secuestro fue inspirado por Agustina Rodríguez, madre de "el tonto" y también curandera como lo era Francisco Leona. El objetivo, trazado por Leona, era desangrar al niño y sacarle las mantecas para hacer un bebedizo y cataplasmas para supuestamente curar de tuberculosis a un agricultor de 55 años, acaudalado, de nombre Francisco Ortega, apodado "el moruno". El precio del "tratamiento sanador" se estableció primero en 3.000 pesetas, pero como el moruno declaraba que no las tenía, obtuvo una rebaja y quedó en 3.000 reales.
 
De izquierda a derecha: Francisco Ortega el moruno enfermo de tuberculosis,
Francisco Leona curandero y hombre del saco,
José Hernández hermano del siguiente: Julio Hernández el tonto.
Francisco Leona, tras meter al niño en el saco y darle dos o tres vueltas por arriba para que no se oyera al niño llorar, ordenó a Julio el tonto que se lo echara  al hombro para trasladarlo al cortijo del agricultor rico donde deberían sangrarlo y hacerle beber la sangre todavía caliente y revuelta con azúcar.

- ¡Papa! papica mío... ¡ay! ¡ay! ¡sácame ya! - imploraba el niño llorando y medio asfixiado dentro del saco.

Julio el tonto de cuando en cuando lo dejaba caer al oir tales lamentos y "jipíos", pero Leona lo amenzaba para que lo siguiera portando al hombro. Pero el niño, según declaró ante la Guardia Civil Julio el tonto cuando fue detenido, seguía "llamando a su mama, a su mama que no venía, a su mama que se hallaba lejos, a su mama que no llegaba a librarlo, a protejerlo, a ampararlo"...

Una vez que llegaron al Cortijo de San Patricio en El Marchal de Araoz, donde les esperaban los compinches, y al que al poco llegó también avisado el tuberculoso Francisco Ortega el moruno, procedieron a clavarle una faca al niño por la axila para que se desangrara.

- ¡Mama, mama, madre mía!... ¡ay, papa, que me matan, que me matan!...

Los asesinos allí presentes, exultantes ante el macabro hecho, dieron de beber al moruno, mezclada con azúcar, la sangre del pobre Bernardito. El moruno, sabedor del crimen que se estaba cometiendo, exclamó:

- ¡Mi vida es primero que Dios!

Una vez bebida la sangre, el curandero y hombre del saco, Francisco Leona, le ordenó que se metiera en cama para sudar, y que luego le llevarían unos emplastos hechos con las mantecas del niño.

El pobre niño, todavía con un álito de vida, se lo llevaron en el saco, lejos, al Barranco del Jalbo, situado a más de una hora de camino, para terminar de rematarlo a golpes, abrirle la barriga y sacarle las mantecas.

El crimen posiblemente no habría sido descubierto si no fuera porque junto al espíritu asesino se alió el ansia del dinero y la estupidez. Julio el tonto que no cobró las 50 pesetas que le prometieron por llevar al hombro el saco con el niño, y por tanto no poder comprarse una escopeta de caza nueva que tenía en mente, se acercó al Juzgado y denunció el hecho. Para ello inventó la fábula de que cazando pollos de perdiz tocó con la mano el cadáver del niño. Esta primera historia contada por el tonto hizo sospechar desde el principio a las autoridades que pusieron en marcha la investigación pertiente.


El 10 de septiembre de 1913, Francisco Ortega el moruno y Agustina Rodríguez fueron ejecutados a garrote vil. Francisco Leona, el hombre del saco, murió unos meses antes en la cárcel a causa de una gastroenteritis y Julio el tonto, pasó el resto de su vida entre cárceles y asilos psiquiátricos.

Detalles de esta escabrosa historia se pueden leer en los siguientes documentos procedentes de la prensa de la época.


Crónica del juicio con las acusaciones del fiscal en el diario la Crónica de España


Relato de los hechos en el Popular (I)
Relato de los hechos en el Popular (II)
Revista ilustrada Mundo Gráfico con imágenes del juicio

5 comentarios:

  1. Tu relato me recuerda alguna de las obras de Edgar Allan Poe; terror, miseria e ignorancia del pueblo llano. Espero que no lo hayan leído los niños para no asustarles de nuevo, como hicieron con nosotros.

    Sin embargo a los mayores nos asusta y entristece pensar que los hombres del saco no han desaparecido sólo se han transformado en banqueros que sacan las "mantecas" y chupan la sangre a los pobres desgraciados cuando los desahucian de su hogar.

    Además, como estos "mantequeros" actuales que son más ricos y letrados y por lo tanto, menos supersticiosos que esos pobres desgraciados Francisco Leona o Julio Hernández de 1910, no se les pueden condenar de la misma manera; consiguen que sean algunas de sus víctimas las que se suiciden, así no se machan con la sangre.

    Ni siquiera, las víctimas, pueden llamar a su "mamá" -la Matria de Unamuno-, porque saben que ésta, por más que griten, no acudirá en su ayuda; se ha vendido por un plato de lentejas doradas a los banqueros de este país.

    Consuela pensar que hay algunos jueces que condenan estos "crímenes" de cien años más tarde. Tal vez dentro de cien años los que lean lo que está sucediendo con los desahucios actuales les horroricen de la misma manera que a nosotros nos produce la noticia del crimen de Gádor.

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  2. Hay quien "quita la inocencia" a los niños al revelarles antes de hora, por ejemplo, que los Reyes Magos son los papás.

    Hoy, Rafa me ha devuelto "mi inocencia perdida", al contarme y demostrarme con todo lujo de detalles, que el hombre del saco existió.

    Felicidades.

    Pepe, muy bueno lo de los mantequeros actuales

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  3. Yo siempre había creído que el hombre del saco era una trola de los mayores para que la gente menuda se portara bien, era mi caso. Yo fui más travieso que el que más, y para controlarme me asustaban con el hombre del saco y otras veces con el no menos temible sacamantecas, esto me hacía recapacitar pero al rato se me había olvidado. Así eran en otros tiempos las cosas, hoy día le dices eso a un crío y te manda a paseo si es que no se ríe de ti. Los tiempos adelantan que es una barbaridad!!!

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  4. Este tema lo documenta muy bien Alberto Cerezuela en uno de sus libros.

    Saludos.

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  5. Al primero a través de los años, los actuales asesinos de élite también sacan la sangre en rituales satánicos. En España hay una sección especial del sionismo internacional escondida desde 1492 en pueblos donde son mayoría, que se dedica a sacar la sangre a los niños de vez en cuando por ejemplo en las niñas de alcacer y en Lucia Vivar, las que vivían en pueblos de MARRANOS o cerca de pueblos de marranos y no lo sabían.

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