LO DEL PESEBRE, NO ES UN CUENTO (1)

EL CASO ES QUE FUI, … Y NO LO SABÍA.

Me decía una prima recientemente:
- Que los dos fuimos los padrinos de un pastorcillo recién nacido, en Beninar.
¿Quieres que te diga el nombre que le pusimos al pastorcillo?.
- No. Contesté. Para qué. Los Benineros, con que nos den una pista nos situamos perfectamente.

Menos mal que esta historia pertenece a la memoria de mi prima María y no al que la está escribiendo. Especifico, que no soy el que guardaba ésta historia en su memoria, puesto que, fuimos padrinos María y yo, y ella es la que ha argumentado ésta historia.
Al lado de los dos padrinos, - compadres, - teníamos a otro primo, - Paco, - que decía:
“Ten cuidado con éste, - hacía referencia al que ésta escribiendo, - que la mayoría de las historias que escribe se las inventa”.

Empezamos con la historia:

En una barriada de Beninar, - que no merece la pena mencionar su nombre, - vivía una familia de pastores, que la pastora estaba en Beninar como referencia de ser la que más hijos aportó “a dar su vida por la patria”. Todos los años, aquella familia aportaba algún quinto para el servicio militar.

En Beninar la gente se enteraba que había nacido otro beninerillo, cuando la pastora llegaba al pueblo, envuelto en pañales, a otro recién nacido para ser bautizado en la iglesia, cuando aún estaba caliente la placenta. Es que por aquellos tiempos, se multaba a los padres que no registraban a sus hijos antes de las cuarenta y ocho horas de su nacimiento.

El caso es que dicha pastora había dado a luz, sola, - como casi siempre lo hizo, - y cuando el marido regresaba de estar guardando la manada de cabras, - si estaba sola, quien iba a salir corriendo corriendo para avisar al padre, - se encontraba que su mujer había parido por enésima vez y por ello, tenían, se les planteaba dos problemones:
Primero encontrar padrinos y segundo encontrar otro nuevo nombre para el recién llegado.

Por supuesto que todos los niños que nacieron en aquel cortijo, dentro de aquella familia, solo se les ponía un solo nombre y si en aquellos momentos dudaban entre dos, el padre de la criatura solía decir:
“Tendremos en reserva ese nombre, por lo que pueda ocurrir”.